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Se cumplen 80 años del suicidio de Hitler y Eva Braun: esta es la historia

La muerte de ambos ocurrió en una pequeña sala de trabajo donde apenas cabían un sofá, un escritorio y un reloj de pie.

Redacción Cultura y Salvador Martínez Mas
30 de abril de 2025 - 05:12 p. m.
El Berlin Story Bunker, centro de exposiciones berlinés dedicado al ascenso al poder del partido nazi, el III Reich, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, ubicado en un antiguo búnker civil construido en 1942./ Salvador Martínez Mas.
El Berlin Story Bunker, centro de exposiciones berlinés dedicado al ascenso al poder del partido nazi, el III Reich, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, ubicado en un antiguo búnker civil construido en 1942./ Salvador Martínez Mas.
Foto: EFE - Salvador Martínez Mas.
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Los suicidios en el búnker berlinés de Adolf Hitler y su círculo más cercano, incluido el de su esposa Eva Braun, de los que se cumplen 80 años este miércoles, fueron uno de los acontecimientos más simbólicos del final del III Reich y con ello de la II Guerra Mundial.

Según contó Wieland Giebel, responsable del museo Berlin Story Bunker, un centro de exposiciones con una detallada muestra sobre el ascenso al poder del partido nazi, el III Reich, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, Hitler se suicidó cuando apenas controlaba un puñado de metros cuadrados en Alemania y Berlín estaba rodeada por el Ejército soviético.

Después de sacrificar a Blondi, el pastor alemán del “Führer”, Hitler y Braun se quitaron la vida a las 15:30 del 30 de abril de 1945 en la sala de trabajo del búnker, sobre el sofá que dominaba una pequeña habitación en la que también cabían a duras penas un escritorio y un reloj de piso.

Ella tomó una cápsula de cianuro. Él, además de ese veneno de acción rápida y letal, se disparó en la cabeza.

Cuando entraron los soldados soviéticos que liberaron Berlín de los nazis, aún quedaba sangre del dictador sobre el sofá, en el lugar donde yació su cadáver.

“Federico el Grande”, testigo del suicidio de Hitler

Sobre el escritorio, en una pared de hormigón armado de 3,80 metros de espesor, colgaba un retrato de Federico II de Prusia, “Federico el Grande”, héroe de la historia alemana y protagonista de una heroica resistencia militar en la Guerra de los Siete años.

Resistencia, sin embargo, no era algo a lo que pudieran dedicarse realmente los ocupantes del búnker a finales de abril de 1945, pues su suicidio se produjo cuando Hitler ya no ejercía ningún poder.

“Su capacidad para tomar decisiones en aquel momento afectaba lo que ocurría en menos de un kilómetro cuadrado en Alemania”, dijo Giebel.

“Hitler se suicidó envenenándose y disparándose al mismo tiempo porque los rusos estaban fuera del búnker. Ese fue el último punto al que esperó, por eso no se suicidó antes”, agregó.

Suicidios en compañía de los Goebbels y generales

La muestra de la que Giebel es responsable ocupa el espacio interior de un búnker civil reconvertido en museo e incluye una reproducción de la habitación en la que Hitler se quitó la vida junto a Braun.

Para Giebel, el suicidio del “Führer” es un hecho esencial para entender el fin de un conflicto que asoló Europa, “porque sólo con él terminó la Segunda Guerra Mundial, porque Hitler fue quien empezó la guerra y quien puso en marcha el Holocausto”.

Junto a Hitler y Braun también se quitaron la vida dos generales que acompañaban al “Führer” y el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, y su esposa, Magda, después de que esta última envenenara a sus seis hijos.

Sven-Felix Kellerhoff, historiador y autor de numerosos libros sobre el nacionalsocialismo, coincide con Giebel a la hora de señalar la importancia histórica de los suicidios ocurridos en el búnker del “Führer”.

En su opinión, su muerte puso fin a la “guerra revanchista” que Hitler lanzó contra Europa y al Holocausto, dos oscuras realidades de las que Kellerhoff responsabiliza “específicamente a la locura de Hitler”.

Junto al búnker, ahora, la memoria del Holocausto

“La Segunda Guerra Mundial, tal y como tuvo lugar, es impensable sin Hitler, sin la persona de Hitler, probablemente no habría ocurrido como ocurrió”, abundó este historiador.

Hubo que esperar, sin embargo, hasta 2006 para que en Berlín apareciera una austera placa informativa dando cuenta de la ubicación del búnker de Hitler y de los hechos más relevantes ocurridos allí.

Sobre la zona en la que se extendió dicha infraestructura militar hoy se erige una zona de aparcamiento, un parque infantil y unos jardines de unos edificios de apartamentos construidos poco después de la Segunda Guerra Mundial.

A una calle de esa zona de recreo se encuentra el Monumento en Memoria de los Judíos Asesinados de Europa, icónica instalación del centro de Berlín para el recuerdo de los seis millones de judíos que murieron a manos de los nazis en el Holocausto.

Por Salvador Martínez Mas

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