Silversun Pickups: cuando la primera vez no es como la pintan

Había estado esperando ese momento toda mi vida. Por lo menos, buena parte de ella. Aunque ignorada, yo estaba ahí sintiéndome especial en medio de la multitud, como si fuera la protagonista del video de la canción más famosa de los Silversun Pickups -yo también llevaba puesta mi chaqueta de cuero-.

Era la primera vez que esta banda de Los Ángeles tocaba en Colombia. De hecho, en América del Sur. También, era la primera vez que yo los veía en vivo, pero no fue lo que imaginé. Cuando, por supuesto, cerraron su presentación con Lazy Eye, me vi inevitablemente cantando con ellos cada palabra de cada estrofa, y lo mismo le ocurrió a gran parte del público, que se escuchó más fuerte en ese momento del concierto que en cualquier otro, quizá porque era la única canción que muchos estaban esperando o que conocían. Al fin y al cabo es la que más ha puesto a sonar la radio nacionalmente, si no la única.

Estaba cantando, pero me sentía con el corazón aguado, no sólo porque hubo gente a mi alrededor que en toda la hora no se inmutó o que decía que no-se-quién tenía el gusto en el culo por haberle recomendado ir a ver esa banda, sino porque quedó la sensación de que parte de lo bello de los Pickups se disipó con traspiés como el mal sonido en las primeras canciones, que sólo fue superado por las descargas de potencia que de tanto en tanto hace Brian Aubert con su voz. De él, además, mucha gente no supo cómo tomar las disculpas que le ofrecía al público: ¿de verdad  estaba incómodo o apenado o sólo estaba siendo adorable?

Con “lo bello” me refiero a que son una banda que sale a tocar sin mayores pretensiones. Vienen a darle música al público que vino por música. Entregaron Panic Switch, y estoy segura de que gente que nunca la había escuchado batió la cabeza y algunos huesos con el riff. Por cosas como esa y conclusiones como aquella, digo que la presentación de los Pickups no fue lo que yo esperaba, pero no salí decepcionada. ¿Cómo estarlo si, dulce, Nikki nos cantó su partecita de Circadian Rythm? Y dio una lección, no solo de cómo es que se toca el bajo, sino de cómo se convence al público de que ese instrumento le pertenece. Ojalá tampoco se les olvide cómo se rockea en un vestido rojo.

Celebré que del primer álbum interpretaran también Little Lover’s So Polite y Well Thought Out Twinkles, y podría ser injusta y caprichosa, y resaltar que quedaron pendientes otras de sus primeros años, como Rusted Wheel, Three Seed o Substitution. Sin embargo, lo que quiero decir es que una banda como esta con seguridad no pone frenético a todo el mundo, en parte porque no nos traen un espectáculo como los que conocemos y tienen sentido en un escenario grandote como el del Estéreo Picnic. Ni las luces, los efectos, la expectativa ni la retórica son algo que importe demasiado. Lo que mostraron es cómo una banda con casi 20 años de trayectoria sale adelante sobre lo que no puede controlar, incluso un percance del baterista que para muchos a lo mejor pasó inadvertido por las buenas largas que Aubert y Nikki le dieron a ese solo.

Llegué a ese concierto como la chica del video de Lazy Eye, aunque con más tierra en los zapatos, pero terminé como el niño que la quiere llevar a dar una vuelta en su motocicleta. Primero, seducida y ansiosa, y luego con un poco de desengaño al ver que lo que tanto estuve esperando no era como lo imaginaba. Pero la historia tiene un final feliz. Así fue como confirmé por qué hubo gente tan emocionada como yo por ir a verlos y otros –como el baterista, Guanlao- que salieron igual de contentos a presumir en sus redes sociales que también estuvieron allí.

-I’ve been waiting for this moment all my life –escribió, al pie de foto, más de uno.

Había estado esperando ese momento toda mi vida. Por lo menos, buena parte de ella. Aunque ignorada, yo estaba ahí sintiéndome especial en medio de la multitud, como si fuera la protagonista del video de la canción más famosa de los Silversun Pickups -yo también llevaba puesta mi chaqueta de cuero-.

Era la primera vez que esta banda de Los Ángeles tocaba en Colombia. De hecho, en América del Sur. También, era la primera vez que yo los veía en vivo, pero no fue lo que imaginé. Cuando, por supuesto, cerraron su presentación con Lazy Eye, me vi inevitablemente cantando con ellos cada palabra de cada estrofa, y lo mismo le ocurrió a gran parte del público, que se escuchó más fuerte en ese momento del concierto que en cualquier otro, quizá porque era la única canción que muchos estaban esperando o que conocían. Al fin y al cabo es la que más ha puesto a sonar la radio nacionalmente, si no la única.

Estaba cantando, pero me sentía con el corazón aguado, no sólo porque hubo gente a mi alrededor que en toda la hora no se inmutó o que decía que no-se-quién tenía el gusto en el culo por haberle recomendado ir a ver esa banda, sino porque quedó la sensación de que parte de lo bello de los Pickups se disipó con traspiés como el mal sonido en las primeras canciones, que sólo fue superado por las descargas de potencia que de tanto en tanto hace Brian Aubert con su voz. De él, además, mucha gente no supo cómo tomar las disculpas que le ofrecía al público: ¿de verdad  estaba incómodo o apenado o sólo estaba siendo adorable?

Con “lo bello” me refiero a que son una banda que sale a tocar sin mayores pretensiones. Vienen a darle música al público que vino por música. Entregaron Panic Switch, y estoy segura de que gente que nunca la había escuchado batió la cabeza y algunos huesos con el riff. Por cosas como esa y conclusiones como aquella, digo que la presentación de los Pickups no fue lo que yo esperaba, pero no salí decepcionada. ¿Cómo estarlo si, dulce, Nikki nos cantó su partecita de Circadian Rythm? Y dio una lección, no solo de cómo es que se toca el bajo, sino de cómo se convence al público de que ese instrumento le pertenece. Ojalá tampoco se les olvide cómo se rockea en un vestido rojo.

Celebré que del primer álbum interpretaran también Little Lover’s So Polite y Well Thought Out Twinkles, y podría ser injusta y caprichosa, y resaltar que quedaron pendientes otras de sus primeros años, como Rusted Wheel, Three Seed o Substitution. Sin embargo, lo que quiero decir es que una banda como esta con seguridad no pone frenético a todo el mundo, en parte porque no nos traen un espectáculo como los que conocemos y tienen sentido en un escenario grandote como el del Estéreo Picnic. Ni las luces, los efectos, la expectativa ni la retórica son algo que importe demasiado. Lo que mostraron es cómo una banda con casi 20 años de trayectoria sale adelante sobre lo que no puede controlar, incluso un percance del baterista que para muchos a lo mejor pasó inadvertido por las buenas largas que Aubert y Nikki le dieron a ese solo.

Llegué a ese concierto como la chica del video de Lazy Eye, aunque con más tierra en los zapatos, pero terminé como el niño que la quiere llevar a dar una vuelta en su motocicleta. Primero, seducida y ansiosa, y luego con un poco de desengaño al ver que lo que tanto estuve esperando no era como lo imaginaba. Pero la historia tiene un final feliz. Así fue como confirmé por qué hubo gente tan emocionada como yo por ir a verlos y otros –como el baterista, Guanlao- que salieron igual de contentos a presumir en sus redes sociales que también estuvieron allí.

-I’ve been waiting for this moment all my life –escribió, al pie de foto, más de uno.