
Desde un acercamiento al teatro del absurdo, Patricia Ariza plasma el drama humano de
quienes son víctimas del desplazamiento forzado: vacío, olvido y despojo total del arraigo y la conciencia
del ser y estar.
Foto: Corporación colombiana de teatro
Una se quejó del aroma de su vestuario: huele a guardado y yo no me lo aguanto, dijo. Y se lo quitó. Mientras exageró los gestos y se burló de su propio fastidio, se cambió la ropa y roció la nueva con un líquido que olía a hierbabuena. Otro de los actores contó que el ayuno intermitente le sirvió y que por estos días solo desayunaba y almorzaba. Alguien le respondió desde el fondo del escenario que sí, que ese nuevo régimen estaba cumpliendo con el objetivo: lo veo muy delgado, Charli. Otra de ellas, una actriz, comenzó a taconear fuerte,...

Por Laura Camila Arévalo Domínguez
Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com
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