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Como las olas buscan la playa pedregosa,
Así nuestros minutos a su fin van corriendo,
Declinan, se suceden, y ninguno reposa.
Todos escalonados y todos contendiendo.
Ya en medio de la luz, aquello que ha nacido
Sube a su madurez, para ser coronado,
Y a ver su ardor glorioso de eclipses combatido,
Porque el tiempo, antes pródigo, destruye lo que ha dado.
El tiempo transfigura los manojos recientes,
Y traza paralelas en las frentes hermosas,
Se nutre del milagro de las eternas fuentes,
Y para sus guadaña crecen todas las cosas.
Pero en hondas edades irá en mis versos fieles
Tu gracia, que no pueden ajar sus manos crueles.
Por El Espectador
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