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Todo empezó cuando se abrió la subasta de dos piezas de bronce, una cabeza de ratón y otra de conejo, que a pesar de estar plenamente confirmadas como propiedad del diseñador fueron reclamadas por el gobierno chino, por ser dos esculturas que desaparecieron del Palacio Imperial cuando los ejércitos francés y británicos lo saquearon al final de la Guerra del Opio en 1860. La subasta se detuvo porque desde Pequín se exigió que las piezas fueran devueltas a China.
Sin embargo, las piezas en disputa fueron vendidas por US$36 millones a un comprador telefónico no identificado. “Este hecho va contra el espíritu de convenciones internacionales relevantes y contra la noción común internacional de que las reliquias culturales deben regresarse a su país de origen”, aseguró el comunicado oficial chino. La casa de subastas dijo que lamentaba la decisión de la administración de imponer medidas de represalia a Christie’s y confirmó que la propiedad legal de las piezas había sido “claramente confirmada”. “Seguimos pensando que la venta en subasta pública es la mejor oportunidad para que los artículos sean repatriados”, concluyó la compañía en un comunicado.