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El escritor caleño Giuseppe Ramírez fue reconocido con el primer lugar en el I Premio Nacional de Cuento Isaías Peña Gutiérrez gracias a su libro “Formas de estar en la cama”, un compendio de historias que transitan por los claroscuros del deseo, la precariedad que pueden albergar los cuerpos humanos y las opresiones a las que los individuos se ven obligados a someterse para sobrellevar la cotidianidad. A continuación, le ofrezco diferentes formas de estar en la cama y navegar en ella con este libro entre sus manos.
1. Acomódese y fíjese en los detalles
Al abrir el libro encontrará los siguientes epígrafes: “La carne sirve: porta placer o porta sufrimiento” de Jorge Barón Biza, “Por la noche me meto desnuda en la cama, y a oscuras toco mi cuerpo hasta que aprendo de memoria el mapa de mi hambre” de Kathryn Harrison y uno más de Darío Jaramillo Agudelo: “Aprendí hace mucho las sombras que se ven desde mi cama”, estos pueden referir al lugar central del cuerpo en las doce narraciones que componen el libro o pueden ser alusiones a las capacidades que tiene la piel de ser territorio de los afectos y, a la par, de la afectación.
2. Muévase sobre las sábanas
Desplace sus ojos por las páginas. Observará que los cuerpos se mueven en coordenadas específicas, en escenarios en los que pasan cosas que tienen efectos sobre ellos y los movilizan. Podrá encontrar ejemplos en el cuento “Cebras galopan en mi cabeza” en el cual el hambre y el calor asedian a la protagonista hasta el punto en que se anula a sí misma para ofrecerse como sacrificio en medio de un enrarecido clima político o en el relato “Cuento para leer en clase” donde un estudiante se sirve de la ficción para cantarles unas cuantas verdades a su profesor y compañeros de clase. Acompañe al autor en ese despliegue de emociones y, a medida que termine cada cuento, mire las arrugas de las sábanas, en esos pliegues encontrará su propio desplazamiento.
3. Reacomode las almohadas
Póngase cómodo. Le sugiero colocar una almohada en la espalda baja y otra entre el cuello y la espalda para acompañar el recorrido de la pluralidad de personajes que aparecen en las páginas, entre ellos: un funcionario que disfruta “las fiestas de los pobres, porque son auténticas, caóticas, reales y furiosas”, a un profesor de gramática que solo observa su alrededor y es incapaz de actuar ante el desmoronamiento de su relación amorosa, a un hombre desesperado por encontrar trabajo y que debe interactuar con secretarias que “recibieron las hojas de vida con altanería, con cara de otro-hijueputa-vaciado-que-viene-a-joder”, a una traductora y un escritor de provincia que sostienen una relación por internet y en ese intercambio de pensamientos construyen una radiografía de la lectura aplicable a varias latitudes del país “pero donde vive a nadie le interesa leer o escribir; prefieren gritar, bailar, matarse, beber en los andenes”.
4. Cuando haga frío, métase bajo las cobijas
La literatura nos confronta con lo más bajo de nuestra condición humana, por ello, habrá palabras que podrán helar sus huesos. Recuerde que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Sin embargo, lo invito a cobijarse para afrontar las duras realidades de personajes que viven en territorios áridos a los que el agua llega en carrotanque, de aquellos que se apretujan en un viaje interminable en transporte público, de quienes rechazan los rituales familiares por los traumas que evocan, de los que se saben solos pese a participar en el largo juego del amor y de quienes encuentran que la tierra, en ocasiones, se fertiliza con sangre humana.
5. Al terminar de leer, tome una siesta con el libro bajo la almohada
En este punto usted se ha permitido soñar con los ojos abiertos, ahora lo invito a dormir y dejar que en su mente las palabras puedan tejer sus caminos. Quizá sueñe con esa imposibilidad que tienen algunos personajes para expresar sus emociones y comunicarse entre ellos. Quizá su mente proyecte imágenes de hogueras y de hombres que desaparecen entre los cañaduzales. Quizá vea aguaceros monumentales que desesperan a los pasajeros de un bus. Quizá se encuentre en medio de una multitud enfurecida que emplea la justicia por propia mano. Quizá quiera quitarse el mal sabor de boca que le ha generado el sabor de un objeto que anhelaba probar con ansias. No se asuste si se despierta alterado, recuerde gran parte de la literatura, además de estar en las páginas del libro, sucede en la mente del lector. Finalmente, vuelva a dormir.
6. Últimos pasos
Al otro día, después de levantarse de la cama, tiene las siguientes opciones: retomar la lectura para interpretar sus sueños, dejar el libro en algún estante de la biblioteca o, si lo prefiere, en el nochero al lado de su cama, también puede comprar otro libro de cuentos en su librería de confianza y hablar de estas instrucciones con el librero. Pero, eso sí, antes de acostarse a leer otro libro, le sugiero olvidar estas instrucciones.