Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Tres poemas militantes para recordar al Pablo Neruda comunista

En el aniversario de la muerte del gran poeta chileno, Premio Nobel de Literatura 1971, recordamos su polémica militancia en el Partido Comunista de su país y su admiración por líderes de la antigua Unión Soviética como Stalin.

Pablo Neruda * / Especial para El Espectador

23 de septiembre de 2024 - 10:00 a. m.
Pablo Neruda, seudónimo y posterior nombre legal de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, fue un poeta y político chileno. Nació el 12 de julio de 1904, en Parral, y murió el 23 de septiembre de 1973, en Santiago de Chile.
Foto: Archivo Particular
PUBLICIDAD

LOS COMUNISTAS

Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar

Han pasado unos cuantos años desde que ingresé al partido

Estoy contento

Los comunistas Hacen una buena familia...

Tienen el pellejo curtido y el corazón templado...

Por todas partes reciben Palos...

Palos exclusivos para ellos...

Vivan los espiritistas, los monarquitas, los aberrantes, los criminales De varios grados...

Viva la filosofía con humo pero sin esqueletos...

Viva el perro que ladra y que muerde, Vivan los astrólogos libidinosos, viva la pornografía, viva el cinismo, viva el camarón, viva todo el mundo, Menos los comunistas...

No ad for you

Vivan los cinturones de castidad, vivan los conservadores que no se lavan los pies Ideológicos desde hace quinientos años...

Vivan los piojos de las poblaciones miserables, viva la losa Común gratuita, viva el anarcocapitalismo, viva Rilke, viva André Gide con su corydoncito, viva cualquier Misticismo...

Todo está bien...

Todos son heroicos...

Todos los periódicos deben salir...

Todos pueden Publicarse, menos los comunistas...

Todos los políticos deben entrar en Santo Domingo sin cadenas...

Todos deben celebrar la muerte del sanguinario, del Trujillo, menos los que más duramente lo Combatieron...

Viva el carnaval, los últimos días del carnaval...

Hay disfraces para todos...

Disfraces de Idealista cristiano, disfraces de extremo izquierda, disfraces de damas benéficas y de matronas caritativas...

Pero, cuidado, no dejen entrar a los comunistas...

Cierren bien la puerta...

No se vayan a equivocar...

No Tienen derecho a nada...

Preocupémonos de lo su objetivo, de la esencia del hombre, de la esencia de la Esencia...

No ad for you

Así estaremos todos contentos...

Tenemos libertad...

Qué grande es la libertad...

Ellos no la Respetan, no la conocen...

La libertad para preocuparse de la esencia...

De lo esencial de la esencia...

Así han pasado los últimos años...

Pasó el jazz, llegó el soul, naufragamos en los postulados de la Pintura abstracta, nos estremeció y nos mató la guerra...

En este lado todo quedaba igual...

Read more!

¿O no quedaba Igual?...

Después de tantos discursos sobre el espíritu y de tantos palos en la cabeza, algo andaba mal...

Muy mal...

Los cálculos habían fallado...

Los pueblos se organizaban...

Seguían las guerrillas y las Huelgas...

Cuba y Chile se independizaban...

Muchos hombres y mujeres cantaban la Internacional...

Qué Raro...

Qué desconsolador...

Ahora la cantaban en chino, en búlgaro, en español de América...

Hay que Tomar urgentes medidas...

Hay que proscribirlo...

Hay que hablar más del espíritu...

Exaltar más el mundo Libre...

Hay que dar más palos...

Hay que dar más dólares...

Esto no puede continuar...

Entre la libertad de Los palos y el miedo de Germán Arciniegas...

No ad for you

Y ahora Cuba...

En nuestro propio hemisferio, en la mitad de Nuestra manzana, estos barbudos con la misma canción...

Y para qué nos sirve Cristo?...

De qué modo nos Han servido los curas?...

Ya no se puede confiar en nadie...

Ni en los mismos curas ...

No ven nuestros Puntos de vista...

No ven cómo bajan nuestras acciones en la Bolsa...

Mientras tanto trepan los hombres por el sistema solar...

Quedan huellas de zapatos en la luna...

Todo lucha por cambiar, menos los viejos sistemas...

La vida de los viejos sistemas nació de inmensas Telarañas medioevales...

Telarañas más duras que los hierros de la maquinaria...

Read more!

Sin embargo, hay gente

Que cree en un cambio, que ha practicado el cambio, que ha hecho triunfar el cambio, que ha florecido el Cambio...

Caramba!...

La primavera es inexorable!

A MI PARTIDO

Me has dado la fraternidad hacia el que no conozco.

Me has agregado la fuerza de todos los que viven.

Me has vuelto a dar la patria como en un nacimiento.

Me has dado la libertad que no tiene el solitario.

Me enseñaste a encender la bondad, como el fuego.

No ad for you

Me diste la rectitud que necesita el árbol.

Me enseñaste a ver la unidad y la diferencia de los hombres.

Me mostraste cómo el dolor de un ser ha muerto en la victoria de todos.

Me enseñaste a dormir en las camas duras de mis hermanos.

Me hiciste construir sobre la realidad como sobre una roca.

Me hiciste adversario del malvado y muro del frenético.

Me has hecho ver la claridad del mundo y la posibilidad de la alegría.

Me has hecho indestructible porque contigo no termino en mí mismo.

ODA A STALIN

Camarada Stalin, yo estaba junto al mar en la Isla Negra,

descansando de luchas y de viajes,

cuando la noticia de tu muerte llegó como un golpe de océano.

Fue primero el silencio, el estupor de las cosas, y luego llegó del mar una

ola grande.

De algas, metales y hombres, piedras, espuma y lágrimas estaba hecha esta

ola.

De historia, espacio y tiempo recogió su materia

y se elevó llorando sobre el mundo

hasta que frente a mí vino a golpear la costa

y derribó a mis puertas su mensaje de luto

con un grito gigante

como si de repente se quebrara la tierra.

No ad for you

Era en 1914.

En las fábricas se acumulaban basuras y dolores.

Los ricos del nuevo siglo

se repartían a dentelladas el petróleo y las islas, el cobre y los canales.

Ni una sola bandera levantó sus colores

sin las salpicaduras de la sangre.

Desde Hong Kong a Chicago la policía

buscaba documentos y ensayaba

las ametralladoras en la carne del pueblo.

Las marchas militares desde el alba

mandaban soldaditos a morir.

Frenético era el baile de los gringos

en las boîtes de París llenas de humo.

Se desangraba el hombre.

Una lluvia de sangre

caía del planeta,

manchaba las estrellas.

La muerte estrenó entonces armaduras de acero.

El hambre

en los caminos de Europa

fue como un viento helado aventando hojas secas y quebrantando huesos.

El otoño soplaba los harapos.

La guerra había erizado los caminos.

Olor a invierno y sangre

emanaba de Europa

como de un matadero abandonado.

Mientras tanto los dueños

del carbón,

del hierro,

del acero,

del humo,

de los bancos,

del gas,

del oro,

de la harina,

del salitre,

del diario El Mercurio,

los dueños de burdeles,

No ad for you

los senadores norteamericanos,

los filibusteros

cargados de oro y sangre

de todos los países,

eran también los dueños

de la Historia.

Allí estaban sentados

de frac, ocupadísimos

en dispensar condecoraciones,

en regalarse cheques a la entrada

y robárselos a la salida,

en regalarse acciones de la carnicería

y repartirse a dentelladas

trozos de pueblo y de geografía.

Entonces con modesto

vestido y gorra obrera,

entró el viento,

entró el viento del pueblo.

Era Lenin.

Cambió la tierra, el hombre, la vida.

El aire libre revolucionario

trastornó los papeles

manchados. Nació una patria

que no ha dejado de crecer.

Es grande como el mundo, pero cabe

hasta en el corazón del más

pequeño

trabajador de usina o de oficina,

de agricultura o barco.

Era la Unión Soviética.

Junto a Lenin

Stalin avanzaba

y así, con blusa blanca,

con gorra gris de obrero,

Stalin,

con su paso tranquilo,

entró en la Historia acompañado

de Lenin y del viento.

Stalin desde entonces

fue construyendo. Todo

hacía falta. Lenin recibió de los zares

telarañas y harapos.

Lenin dejó una herencia

No ad for you

de patria libre y ancha.

Stalin la pobló

con escuelas y harina,

imprentas y manzanas.

Stalin desde el Volga

hasta la nieve

del Norte inaccesible

puso su mano y en su mano un hombre

comenzó a construir.

Las ciudades nacieron.

Los desiertos cantaron

por primera vez con la voz del agua.

Los minerales

acudieron,

salieron

de sus sueños oscuros,

se levantaron,

se hicieron rieles, ruedas,

locomotoras, hilos

que llevaron las sílabas eléctricas

por toda la extensión y la distancia.

Stalin

construía.

Nacieron

de sus manos

cereales,

tractores,

enseñanzas,

caminos,

y él allí,

sencillo como tú y como yo,

si tú y yo consiguiéramos

ser sencillos como él.

Pero lo aprenderemos.

Su sencillez y su sabiduría,

su estructura

de bondadoso pan y de acero inflexible

nos ayuda a ser hombres cada día,

cada día nos ayuda a ser hombres.

¡Ser hombres! ¡Es ésta

la ley staliniana!

Ser comunista es difícil.

Hay que aprender a serlo.

Ser hombres comunistas

es aún más difícil,

y hay que aprender de Stalin

su intensidad serena,

su claridad concreta,

su desprecio

al oropel vacío,

No ad for you

a la hueca abstracción editorial.

Él fue directamente

desentrañando el nudo

y mostrando la recta

claridad de la línea,

entrando en los problemas

sin las frases que ocultan

el vacío,

derecho al centro débil

que en nuestra lucha rectificaremos

podando los follajes

y mostrando el designio de los frutos.

Stalin es el mediodía,

la madurez del hombre y de los pueblos.

En la guerra lo vieron

las ciudades quebradas

extraer del escombro

la esperanza,

refundirla de nuevo,

hacerla acero,

y atacar con sus rayos

destruyendo

la fortificación de las tinieblas.

Pero también ayudó a los manzanos

de Siberia

a dar sus frutas bajo la tormenta.

Enseñó a todos

a crecer, a crecer,

a plantas y metales,

a criaturas y ríos

les enseñó a crecer,

a dar frutos y fuego.

Les enseñó la Paz

y así detuvo

con su pecho extendido

los lobos de la guerra.

Frente al mar de la Isla Negra, en la mañana,

icé a media asta la bandera de Chile.

Estaba solitaria la costa y una niebla de plata

se mezclaba a la espuma solemne del océano.

A mitad de su mástil, en el campo de azul,

No ad for you

la estrella solitaria de mi patria

parecía una lágrima entre el cielo y la tierra.

Pasó un hombre del pueblo, saludó comprendiendo,

y se sacó el sombrero.

Vino un muchacho y me estrechó la mano.

Más tarde el pescador de erizos, el viejo buzo

y poeta,

Gonzalito, se acercó a acompañarme bajo la bandera.

«Era más sabio que todos los hombres juntos», me dijo

mirando el mar con sus viejos ojos, con los viejos

ojos del pueblo.

Y luego por largo rato no dijimos nada.

Una ola

estremeció las piedras de la orilla.

«Pero Malenkov ahora continuará su obra», prosiguió

levantándose el pobre pescador de chaqueta raída.

Yo lo miré sorprendido pensando: ¿Cómo, cómo lo sabe?

¿De dónde, en esta costa solitaria?

Y comprendí que el mar se lo había enseñado.

Y allí velamos juntos, un poeta,

un pescador y el mar

al Capitán lejano que al entrar en la muerte

dejó a todos los pueblos, como herencia, su vida.

Por Pablo Neruda * / Especial para El Espectador

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.