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Las bibliotecas de Bogotá se reinventan

Detrás de la dirección de BibloRed está Andrea Victorino, una líder que entiende las bibliotecas como sitios que van más allá de custodiar libros. En este chat habló de cómo su trayectoria ha moldeado una visión que apuesta por la inclusión, la participación y el diálogo.

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Paula Andrea Baracaldo Barón
02 de julio de 2025 - 01:00 p. m.
Andrea Victorino estudió una maestría en Comunicación y Medios en la U. Nacional. /BibloRed
Andrea Victorino estudió una maestría en Comunicación y Medios en la U. Nacional. /BibloRed
Foto: BibloRed
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¿Quién es Andrea fuera del cargo que hoy ocupa en BibloRed?

Soy una persona profundamente atravesada por los libros y por la palabra. He intentado consolidar eso que da la lectura: la empatía. Trato de ponerme en el lugar del otro y mantener un equilibrio con el mundo, no solo con mi entorno cercano, como la familia o los vecinos, sino con todos los seres vivos. Me gusta el campo, el verde, y creo que, al final, me gustaría dedicarme a sembrar árboles y desarrollar proyectos relacionados con eso.

¿Qué experiencia personal o profesional considera clave para entender su manera de dirigir la red de bibliotecas?

Llevo ocho años en BibloRed y he pasado por diferentes roles. Creo que ese recorrido me ha permitido entender dos cosas fundamentales. La primera, que ser líder no es ser jefe. Ser líder significa estar acompañado por un equipo de trabajo y comprender que los logros, así como los errores, son el resultado del trabajo colectivo. Nadie brilla por sí solo, es el equipo el que permite alcanzar lo que se propone. La segunda, que el conocimiento y la información son herramientas muy poderosas en todos los escenarios. No existe un conocimiento académico superior y uno tradicional, o popular, inferior; todos son valiosos. La biblioteca es precisamente ese lugar donde cualquier persona tiene el poder de aprender y compartir su conocimiento para construir algo nuevo y significativo. Nuestro propósito es que la gente se sienta incluida y pueda aportar desde lo que sabe.

¿Qué es lo que más le entusiasma de dirigir la red de bibliotecas públicas de Bogotá?

Haber descubierto lo que significa ser bibliotecaria. A veces se tiene la idea de que quienes trabajan en bibliotecas son personas aburridas, pero en realidad son espacios muy potentes. En Bogotá, las bibliotecas son centros que acogen a la comunidad, lugares seguros que permiten pensar en proyectos que la involucran. También me emociona pensar en cómo facilitar el acceso al conocimiento y a la información. Estar en una biblioteca no es solamente estar rodeado de libros, sino de personas que saben mucho y quieren compartir ese saber.

En medio de esta era de sobrecarga digital y de redes, ¿cómo se mantiene la magia de leer o de asistir a una biblioteca, sin desestimar los beneficios de la tecnología?

Muchas personas van a la biblioteca a leer y encuentran en ella un refugio silencioso para estar consigo mismas y con el autor que están leyendo. Pero las bibliotecas también son lugares vivos, dinámicos, donde conviven todos los tipos de lectura, en formatos tanto digitales como físicos. Incluso, ese vecino que llega y comparte una historia se convierte en una especie de libro viviente.

En la biblioteca podemos encontrarnos para buscar soluciones a problemas de la comunidad, de la familia, del entorno. Por eso digo que una biblioteca es muy potente: es un refugio, un lugar de acogida y un espacio seguro.

¿Qué papel considera que juega hoy una biblioteca en el ecosistema cultural de Bogotá, más allá de los libros?

Estamos renovando la programación de BibloRed bajo el nombre de “tejido cultural de Bogotá”, porque entendemos que las bibliotecas son espacios muy potentes para todo tipo de conocimiento, incluso el estético. Queremos que las personas tengan la posibilidad de asistir a conciertos, obras de teatro, funciones de títeres, exposiciones, y que también puedan hacer fotografía, exponerla, ver danza y practicarla. Creo que la magia está en que la persona no solo sea espectadora, sino también protagonista. Las bibliotecas están abiertas para que los artistas muestren su trabajo, o para que alguien que enseña inglés pueda ofrecer clases. Cuando hablamos de tejido cultural, nos referimos a que hay más de 150 espacios en Bogotá con múltiples posibilidades de participación, donde la gente puede disfrutar de la ciudad y de lo que sucede en ella.

A propósito de lo que menciona, sabemos que hay una serie de festivales y convocatorias nuevas. ¿Cómo se puede construir una programación cultural verdaderamente plural y diversa, que conecte los lenguajes artísticos con las comunidades de la ciudad?

Lo primero que hicimos fue identificar lenguajes estéticos que no suelen tener tanta visibilidad o espacios propios, como la fotografía, la poesía, la danza contemporánea o la ilustración. Siempre hay festivales de teatro, de danza o exposiciones artísticas, pero estas otras expresiones a veces quedan por fuera. Entonces, decidimos abrir las bibliotecas a esas disciplinas. También pensamos en concursos que no estén dirigidos únicamente a profesionales, sino a personas que están comenzando a explorar esos lenguajes. Por ejemplo, en el concurso de fotografía que tenemos ahora, llamado Bogotá Revelada, hay una categoría para personas que apenas están descubriendo el mundo de la fotografía, sin necesidad de ser expertos. La idea es democratizar el acceso a la cultura y al arte desde las bibliotecas.

Paula Andrea Baracaldo Barón

Por Paula Andrea Baracaldo Barón

Comunicadora social y periodista de último semestre de la Universidad Externado de Colombia.@conbdebaracaldopbaracaldo@elespectador.com
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