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¿Cómo terminó Marina Granziera en Colombia?
Ya pasaron más de 12 años desde que llegué a Caracol Televisión. Aterricé en Colombia por coincidencia, pero creo que el destino me demostró que tenía que empezar y hacer mi carrera acá. En esa época ya estaba con mi novio, que es colombiano y que hoy en día es mi marido, y aunque no estábamos casados, ya queríamos vivir juntos. Empezamos a buscar. Trabajaba en Telemundo, en Estados Unidos, y una amiga de mi mamá agarró mi hoja de vida y me dijo que se la iba a mandar a un amigo suyo acá en Colombia, que resultó siendo Darío Fernando Patiño, en ese momento director de noticias de Caracol Televisión. Él se la pasó a Javier Hernández, quien me entrevistó y me preguntó si estaba dispuesta a vivir en el país. Y como estaba buscando para venir con mi pareja, me cayó como anillo al dedo.
¿Cómo pasó de producción a reportera?
Mi llegada no fue tan inmediata. Estaba convencida, pero pasaron varias semanas hasta que se abrió una oportunidad. Llamaba todos los días a Javier para ver si había un puesto: “Javi, ¿cómo estás? ¿Te acuerdas de mí?”. Un día, de repente, fue él quien me llamó y me dijo que había salido algo para la producción de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en Bogotá. “¿Te animas?”, me preguntó, y le dije de una que sí. Así entré y me enganché rápido, porque al llegar también entré a Blu Radio, cuando recién comenzaba la emisora. Así empecé, hasta que me uní al equipo de noticias.
Tras más de una década, ¿cómo siente el cariño y la cercanía del público?
Muy cercano. Después de más de 10 años al aire siento que la gente ya se acostumbra a la cara de uno. Mucha gente me dice Mariana Graciela, pero también me dicen mucho: “Ay, tú eres la brasileña”. Creo que eso queda grabado en la mente de las personas y hay un cariño especial.
Al principio hubo un choque por su acento y su entonación…
Cuando empecé se hablaba mucho del tema, pero ahora ya estoy muy cachaca, ¿cierto? ¡Todo el mundo me lo dice! Hay personas que señalan que trato de hacer una voz distinta, de actuar mi voz cuando estoy al aire. La verdad es que no lo hago. Así hablo, me sale muy natural. No podría hacerlo de otra manera. Hace poco, de hecho, un jefe me llamó la atención y me dijo: “¡Ya estás muy cachaca! ¿Qué pasó con tu acento?”. Y dije: “¡No sé! Los años no llegan solos”.
¿Qué tan pendiente está de la selección y del fútbol de Brasil trabajando en Colombia?
No lo estoy. Cuando era pequeña era muy aficionada a Corinthians. Tenía mis cábalas y recuerdo mucho a mi abuela, que tenía las de ella. Antes de cada partido bendecía a los 11 jugadores. Les hacía una cruz y les decía: “Tú vas a hacer gol, tú vas a hacer gol…”. No servía de mucho, pero ella nunca dejó de hacerlo. Hoy, con el trabajo, ya no estoy tan pendiente de Brasil. Tal vez, cuando uno se convierte en periodista deportivo deja mucho de lado la faceta de hincha. Ahora que vivo acá me he vuelto muy aficionada a Colombia, y es natural que uno se vuelva medio hincha de lo que está cubriendo en el día a día. Todavía me toca cubrir mucho Brasil cuando salimos para mundiales o Copa América por la cercanía, claramente. Pero la mente de uno está pensando en Colombia todo el tiempo.
Y cuando juega Colombia y Brasil, ¿a quién apoya?
Depende. El último partido entre Colombia y Brasil en Barranquilla fue increíble con esos dos golazos de “Lucho”. Fue especialmente emocionante, porque él venía de todo el lío con el secuestro de su papá. Estar allí y presenciar ese momento fue muy conmovedor. Confieso que se me salieron las lágrimas, porque fue realmente especial. Verlo mirar a la tribuna y dedicarle un gesto a su papá fue divino. Sería mentira si dijera que quería un empate, la verdad estaba muy feliz por Colombia. Ahora, si nos encontramos en una final de Mundial, no sé cómo estaría mi corazón en ese momento. Ahí seguro sale la futbolera que llevo dentro.
Colombia vuelve a Barranquilla y jugará contra Ecuador, ¿ve a la gente conectada con la selección en el estadio? ¿Cómo es el ambiente?
¡Es espectacular! El ambiente de Barranquilla es único, y eso lo dicen incluso los extranjeros que vienen. A Colombia la veo muy bien y eso conecta con la gente. Lo dije en la Copa América después de los primeros tres partidos de la fase de grupos: que veía a Colombia finalista. Y así fue, porque el equipo jugaba muy bien.
En Brasil el fútbol es casi una religión. Es como lo que ocurre en Argentina. ¿Cómo lo ve en Colombia? ¿Somos tan futboleros como creemos que somos?
Creo que no hay un país que supere a Colombia en pasión por su selección. Tal vez Perú se le acerca. Se vio en Rusia, cuando clasificaron a un Mundial después de tantos años. Sin embargo, en ese mismo Mundial, lo digo porque estuve allá, era impresionante ver la cantidad de colombianos que viajaron. Incluso en Catar cuando Colombia no estaba clasificada, había muchísimos hinchas presentes. En términos de selección, veo a Colombia como un país muy futbolero, muy entregado. En los clubes cambia y tal vez no sea igual de intenso. Eso depende mucho de cada club y de cada ciudad. Pero cuando se trata de la selección, Colombia es absolutamente futbolera. Al menos tengo esa imagen porque acompaño y estoy más cerca del equipo y me emociona la mística que se genera en un estadio como el de Barranquilla.
