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‘Di su nombre’ es un libro que narra la vida y la trágica muerte de Aura Estrada, una joven escritora mexicana que estuvo casada durante cuatro años con el autor, Francisco Goldman. Ese es, en pocas palabras, el resumen, aunque es, por supuesto, mucho más. ’Di su nombre’ es un testimonio, un duelo, una biografía y también una elegía. Pero es, sobre todo, un grito desesperado en la nada, un último intento por arrebatar a Aura de la muerte y la manera de Goldman de no soltarla, de decir su nombre.
Es por eso que la obra cuenta la juventud de Aura en México, la relación con su mamá y con su papá ausente. A través de lo que Goldman cuenta y también de escritos intercalados de ella, vemos a una Aura niña convertirse en una adolescente rebelde y, finalmente, en una académica que hace una maestría en Nueva York, pero que sueña con ser escritora. Con Goldman, que fue descubriendo los textos en el computador de ella después de muerta, el lector conoce sus miedos y aspiraciones, sus triunfos y fracasos, y su necesidad de darle sentido a su historia.
El libro es una puerta a la intimidad, a las discusiones, malentendidos y apodos cariñosos. Y es también una autobiografía; el relato de un hombre mayor, divorciado, que aún sueña con conocer el verdadero amor: esa conexión mágica que sucede en el momento menos esperado y que cambia la vida para siempre, momento que para él llega de la mano de una estudiante mexicana. Así, el lector está ahí presenciando cómo Francisco se enamora de Aura, cómo construyen una vida juntos a partir de pequeños rituales y frases repetidas, como la que él le decía todas las mañanas: “Te quiero hoy aún más que ayer”. Es testigo de su amor y su felicidad construidos día a día, a pesar de todo, con la certeza de que lo que más quieren es estar juntos: “—Qué suerte tienes, Francisco, decía Aura. Eres el hombre más suertudo del planeta; tienes una esposa joven, inteligente, talentosa, que te quiere. —Lo sé, mi amor. Soy el hombre con más suerte de todo el mundo”. La historia de Francisco es, en últimas, la de un hombre que encontró el amor y la esperanza cuando ya no esperaba y ahora no sabe qué hacer; se enfrenta al abismo, al fin de la vida de ella y de su mundo.
Nada tiene sentido. Nunca. Esa es la única verdad. Sobre todo no la muerte de alguien amado. Y, sin embargo, esto es lo que intenta hacer el libro: dar un poco de orden a un hecho horrible que excede la comprensión e intenta curar, aunque sabe que en vano, la herida ante la pérdida absurda. Es la forma en que Goldman hace el duelo, busca consuelo e ilumina, con belleza, aquello que lo destroza. Al final, Aura ya no está y, sin embargo, el libro es una manera de traer su presencia (siempre fragmentada, siempre insuficiente), de no olvidarla y de hacerla vivir en nosotros, y en él, eternamente.
*Literata de la Universidad de los Andes.