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Un museo submarino protege a los corales en el Caribe colombiano

Bajo las aguas de Isla Fuerte, en Bolívar, se encuentran piezas precolombinas, hechas por dos artistas locales, que se han convertido en el lugar para el nacimiento de corales. Aquí la historia del museo submarino MUSZIF.

12 de junio de 2024 - 03:16 p. m.
Son 25 figuras de un metro y medio de altura que componen una especie de arrecife artificial e intrigan a buzos que se sumergen en las aguas azules de la paradisíaca Isla Fuerte, en el departamento de Bolívar.
Son 25 figuras de un metro y medio de altura que componen una especie de arrecife artificial e intrigan a buzos que se sumergen en las aguas azules de la paradisíaca Isla Fuerte, en el departamento de Bolívar.
Foto: AFP - LUIS ACOSTA

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Una pareja de alfareros se esmera en perfeccionar esculturas que terminarán en el fondo del mar. ¿Su destino? El Caribe colombiano, donde un museo submarino protege a los arrecifes de coral amenazados por el turismo y el cambio climático.

Son 25 figuras de un metro y medio de altura que componen una especie de arrecife artificial e intrigan a buzos que se sumergen en las aguas azules de la paradisíaca Isla Fuerte, en el departamento de Bolívar. ”Cuando nos encontramos con esas esculturas yo dije: ‘¡Ay Dios, caramba! ¿Qué es eso?’”, relató Orlis Navas, poblador de la isla de 3.000 habitantes.

Este buzo ahora guía recorridos turísticos por las esculturas. Su estilo precolombino y una abundante cobertura de coral les dan un aura de naufragio milenario, pero en realidad fueron puestas allí en 2018 por una empresaria hotelera.

“Cuando me encuentro con el deterioro de los arrecifes naturales de la isla, vi en el proyecto de arte una posibilidad de proteger y potenciar la vida de los corales”, explicó Tatiana Orrego, creadora de la iniciativa conocida como MUSZIF.

Las esculturas son ahora albergue para los corales, afectados por malas prácticas de turismo y el cambio climático. En el último año, los corales a nivel mundial registraron un nuevo episodio masivo de blanqueamiento debido a las temperaturas récord de los océanos, según la Agencia Estadounidense de Observación Oceánica y Atmosférica (NOAA).

Los corales, invertebrados marinos, viven en simbiosis con las algas que se encuentran dentro de sus tejidos y les proporcionan alimento. Pero cuando el agua está muy caliente, expulsan las algas y se vuelven blancos, algo que los expone a enfermedades y a la muerte.

Colombia cuenta con un área coralina equivalente a 100.000 campos de fútbol. Sin embargo, el 70% de ellos perdió sus colores, según el ministerio de Ambiente.

Arrecifes sobrecargados

Bajo el mar, las piezas que crearon los alfareros locales Hugo Osorio y Pedro Fuentes se convierten en un “sustrato idóneo” para el crecimiento de nuevos corales, señaló Orrego. Al principio, “sembraba” partes de coral sobre el barro para iniciar el proceso. Últimamente, han comenzado a colonizar las estatuas espontáneamente, contó con satisfacción.

Parches coloridos recubren las figuras de caciques y deidades precolombinas. Decenas de peces adornan el recorrido a 6 metros de profundidad. El museo recibe un poco más de 2.000 visitantes al año, entre buzos y nadadores con esnórquel.

Es un “espacio alterno para llevar al turista y no sobrecargar loUn museo submarino protege a los corales en el Caribe colombiano

En lugares como Isla Fuerte, donde el turismo ha crecido exponencialmente en los últimos años, la acción del hombre agrava el problema. Algunas personas arrancan trozos de coral para llevarlo a la superficie, otras veces el daño es causado por las pisadas y aletazos que le propinan involuntariamente al frágil ecosistema. ”La gente no entiende que el coral es un ser vivo” manifestó Orrego.

Raíces indígenas

Inspirada en las obras que el escultor británico Jason Taylor ha sumergido en las costas de México, Orrego buscó artistas locales para crear un museo submarino que sirviera a la vez de hogar para el coral. Fue así como dio con Osorio y Fuentes, especialistas en dar forma al barro que extraen a mano de la Ciénaga Grande de Momil, ubicada a unos 60 kilómetros de Isla Fuerte, en territorio continental de Colombia.

De ancestros indígenas, imitan las creaciones del pueblo Zenú, que habitó el Caribe colombiano antes de la conquista española. ”Ellos también se dedicaban a la alfarería. Todo esto viene de las raíces (…) Mi mamá también hace piecitas”, explicó Fuentes, de 48 años, mientras moldeaba el barro mezclado con arena. “Seguimos con la cultura para que no se perdiera”, añadió Osorio, de 59.

Elaboran "ídolos" y figuras alusivas a la maternidad, la cacería y la búsqueda de leña, tal y como lo hacían los zenú. Lo saben porque de jóvenes participaron en varias excavaciones arqueológicas en los cerros que rodean a la ciénaga.

Lamentan haber malvendido cientos de piezas precolombinas a comerciantes que luego las ofrecían a precios exorbitantes en el interior del país. ”Es una tristeza grande. El patrimonio de nosotros se perdió. Tratamos de recuperarlo, pero ya no se puede”, dijo Osorio, antes de acomodar trozos de boñiga seca que usa como horno para finalizar su obra.

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