Una fábrica del futuro llamada Ajax

Porque más que un equipo de fútbol, el Ajax es una ciudad, vanguardista, libre, apasionada. Pocas instituciones se dan el lujo de representar toda una metrópoli, un movimiento. Fue allí donde nació el fútbol moderno, danzó un tulipán de oro de nombre Johan Cruyff y se forjó una revolución, una leyenda, que cambió para siempre el deporte.

Porque más que un equipo de fútbol, el Ajax es una ciudad, vanguardista, libre, apasionada. Pocas instituciones se dan el lujo de representar toda una metrópoli, un movimiento. Fue allí donde nació el fútbol moderno, danzó un tulipán de oro de nombre Johan Cruyff y se forjó una revolución, una leyenda, que cambió para siempre el deporte.

El Ajax de Ámsterdam es una de las instituciones más respetadas en Holanda, una reputación equiparable solo a la familia real de Países Bajos, y es además uno de los equipos más alabados y victoriosos del mundo, con diez títulos internacionales y 59 nacionales en su palmarés. Sin embargo, en un punto de la historia todas aquellas hazañas se hicieron lejanas. Los días de gloria se esfumaron. Aquellos afortunados de presenciar los orígenes del “fútbol total” de Cruyff, como fue bautizado su legendario sistema de juego, repiten fascinados la construcción del mito, conscientes de su significado, frenéticos porque algo similar se repita ante sus ojos algún día antes de morir, preguntándose qué pasó con toda esa proeza y esa inspiración.

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El Ajax que conquistó a Europa ha quedado muy atrás en la historia. La última vez que ese equipo tuvo un festejo de magnitud continental fue en 1995, cuando era dirigido por Louis Van Gaal y un joven Edwin van der Sar defendía el arco. El fútbol, que ese equipo cambió con Cruyff en la década de 1970 en el ámbito deportivo, tuvo una transformación monumental a escala económica entrando el nuevo milenio. La industria y los negocios se tomaron el juego. El mundo de hoy no es el mismo en el que vivió Cruyff: es hiperglobalizado, mercantilizado. Una de las razones de la debacle del Ajax fue la relegación de la Eredvise, la liga de fútbol holandesa, a una segunda categoría, pues España, Inglaterra, Italia y Alemania se apropiaron por completo del negocio con sus torneos más vistosos, competitivos y con más dinero. Los jugadores del Ajax y de toda Holanda difícilmente pueden resistir la tentación de abandonar la liga local y enrutarse a un mercado de élite para ganar más dinero y títulos. Y el Ajax, enfrentado a tal escenario, se dedicó exclusivamente a comerciar con su talento.

La academia joven del Ajax se sostiene como una de las instituciones deportivas más eficientes del mundo. Su nombre es El Futuro (De Toekomst en holandés), y está ubicada en una zona no tan vistosa de Ámsterdam que cuenta con canchas de fútbol, salones de clase, gimnasios, oficinas, cuerpo médico y científicos de élite. Desde la temporada 2000-2001, el Ajax ha ganado 566 millones de euros por las ventas de los jugadores de su academia juvenil. Es una fábrica de hacer dinero que crea deportistas de primerísima categoría para venderlos al mercado extranjero, y ha construido una reputación a partir de ello. “Son los padres fundadores. Todas las ideas modernas de cómo desarrollar jugadores comienzan con el Ajax”, confiesa Huw Jennings, arquitecto del sistema de desarrollo juvenil deportivo en Inglaterra.

Pero esa visión netamente industrial y mercantil que satisface a los empresarios no es compartida por los fanáticos del club, que han visto sacrificadas sus aspiraciones al ser vendido todo su potencial.

La descomposición del equipo ha golpeado al Ajax temporada tras temporada. Cada año entran y salen jugadores de la institución, afectando su rendimiento deportivo. Desde 2014 el club no sale campeón de la liga local, pues los hombres que componen su estructura se van a otros clubes de Europa. Hoy, por ejemplo, el equipo al que se enfrenta en la llave de semifinales, el Tottenham Hotspur de Inglaterra, cuenta con cuatro jugadores que salieron de las divisiones inferiores del Ajax.

El problema no es que salgan, dice Van der Sar, figura del Ajax durante su última conquista en Europa y que ahora se desempeña como director deportivo y jefe ejecutivo del club. El problema es que se vayan tan pronto, confiesa. El exfutbolista explica que es necesario que entren y salgan jugadores del equipo constantemente, pues hay que dar camino a las siguientes camadas. “Si los jugadores permanecen demasiado tiempo, el siguiente no puede jugar y todo el sistema se ahoga”, concluye como si hablara de una fábrica de productos mecánicos. Sin embargo, ante este frenesí corporativo los jugadores se van sin consagrarse dentro del club.

El Ajax de antes también vendía sus jugadores como hoy, muy jóvenes. Como Cruyff, Marco van Basten, Frank Rijkaard, Clarence Seedorf, Edgar Davids, Kluivert, Wesley Sneijder, Rafael van der Vaart, Eriksen, Ibrahimovic, Suárez… la lista de leyendas es extensa. Pero todos ellos dejaban el club cuando ya habían conseguido varios títulos con él. El frenesí del fútbol moderno obliga a sacar jugadores con más rapidez mientras tienen vida útil, como productos que quedan obsoletos en cuestión de meses.

Con cada generación, la edad de salida va disminuyendo. Hace pocos años los miembros de la academia que ascendían al primer equipo partían del Ajax a los 23 o 24, ahora lo hacen a los 20 o 19. Ese afán de los clubes extranjeros por comprar obliga a los entrenadores del Ajax a reinventar sus ejercicios y optimizar el sistema para que los estudiantes salgan mejor preparados en menos tiempo. Es la capitalización del deporte en su máxima expresión. Sin embargo, en medio de ese frenesí, reapareció Cruyff en 2011 para devolverle al club su esencia y reubicar el foco de la institución en buscar la gloria.

Como si no le hubiera dado suficiente al Ajax en la década de 1970 como jugador, y en la de 1980 como entrenador, Cruyff regresó una vez más en 2011 para guiarlo por el sendero de la victoria, librando una batalla desde la junta directiva del club. Todo comenzó con una columna de opinión que escribió en el diario De Telegraaf en Holanda después de la derrota de su equipo ante el Real Madrid en 2010. “Esto ya no es Ajax”, escribió, “permítame llegar al punto: este Ajax es incluso peor que el equipo de antes de la llegada de Rinus Michels en 1965”, remató el exfutbolista. Michels fue el director técnico que llevó al Ajax a la gloria con Cruyff, y su legado es inmenso no solo para la historia holandesa, sino para el fútbol mundial.

Las letras de Cruyff despertaron lo que se conoció como “La revolución del terciopelo”, una etapa casi sangrienta dentro del club, pero que fue la encargada de conducir a una nueva etapa de éxito en su historia. Cruyff reunió a sus amigos Marco van Basten y Dennis Bergkamp, y juntos atacaron a la junta directiva, la estructura del poder del equipo que había conducido a la institución a la época de las vacas flacas. Tras la columna de Cruyff, varios seguidores del equipo comenzaron a protestar. Al minuto 14, como su dorsal, de cada partido, los hinchas se levantaban de sus si llas y coreaban “ponte de pie si apoyas a Johan”. La mayoría de esos seguidores eran muy jóvenes para haberlo visto jugar, pero sabían implícitamente su significado en la historia del equipo. Lo seguirían al fin del mundo. Harían lo que él les dijera. La presión dio resultados. Los empresarios de la junta fueron reemplazados por exjugadores del equipo. Con ellos Cruyff quería devolverle el enfoque al club. Uno de ellos fue Van der Saar, quien le puso un límite a la fuga de talento desde su puesto. Fue convocado poco después de su retiro como jugador.

El verano pasado, siete de los jugadores más importantes del club en la actualidad fueron convocados por el antiguo arquero, leyenda en el Manchester United, para ver una película. Era un video especial hecho para ellos en donde cada uno fue emparejado con una figura histórica según su posición. Kasper Dolberg fue Zlatan Ibrahimovic, Justin Kluivert era su padre. Frenkie de Jong era Christian Eriksen. Y así. La idea de Van der Saar era que los jugadores sintieran que podían convertirse en una leyenda del Ajax y de Holanda, que debían permanecer allí. La película persuadió a los jugadores de mudarse a Inglaterra y España por lo menos un año más para “permanecer juntos y ganar trofeos antes de dar el siguiente paso”. Su técnica funcionó, pues hoy seis de los siete deportistas a los que iba dirigido el mensaje están jugando la semifinal de la Champions League.

Ningún equipo europeo produce más jugadores profesionales que el Ajax. Es la fábrica del futuro del continente. Pero la producción de deportistas en masa le había negado lo que tanto anhelaban sus seguidores: gloria. Con el regreso de Van der Saar, que tenía claro que el Ajax ya no se sentía como Ajax, se detuvo la fuga de talento.

El club continuará vendiendo jugadores, después de todo es su modelo de negocio y existencia. De Jong, la joya y el emblema del equipo en la actualidad, partirá a Barcelona la próxima temporada. El mensaje del equipo para el club catalán fue “Barcelona, disfruta el futuro”. Sin embargo, ahora ha puesto el foco en volver a conseguir copas. Van der Sar les ha impregnado un amor gigantesco por el equipo a las nuevas generaciones, a las que les pide que ganen trofeos y se sientan orgullosos de ellos antes de dar el siguiente paso. Su exitoso modelo busca ser replicado por clubes en crisis, como el Manchester United o el Chelsea de Inglaterra. Él entendió lo que Cruyff tanto predicaba, que lo importante en el fútbol más que la victoria es el proceso. Después de todo, “(en el Ajax) no tenemos leyendas, las creamos”, dice el afamado arquero.