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Imagine pelar una cebolla y ver qué contiene cada capa, para al final descubrir, después de haber retirado cada una de ellas, qué queda. Esta analogía que se usa para describir el tema central de la novela El hombre sin atributos, del austriaco Robert Musil, bien puede aplicarse a los cuentos agrupados en el volumen titulado Fantasmata (Lugar Común, 2020), de John Better Armella. Sin embargo, a diferencia de Musil, que nos describe las diferentes capas que forman a Ulrich, el protagonista de Better, en su caso la cebolla a pelar, es la realidad que lo rodea.
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El libro es, en realidad, una edición con dos textos: Fantasmata, colección de nueve relatos, y 16 atmósferas enrarecidas, un volumen de trece cuentos ganador del XIX Concurso de Cuento Jorge Gaitán Duran, en el 2019. Estamos ante un libro que agrupa buena parte de la obra cuentística del autor. Un libro con continuidad, donde vuelve el universo hórrido y decadente de sus dos obras anteriores: La novela A la cas(z)a del chico espantapájaros (2016) y Limbo (2019).
El título y la portada están tomados de un proyecto del fallecido artista del performance Alfonso Suárez Ciodaro (1952-2020). El libro es un primer homenaje del autor a este gran artista y su obra, y puede leerse como el intento de descubrir, bajo la realidad, lo que hay detrás. En el caso de Better, la cebolla a pelar no es nada agradable: el mundo es un lugar de pesadilla, donde solo tiene cabida el horror, entendido como sentimiento de repulsión. Así, una mujer embarazada no es un motivo de vida o alegría, sino un individuo con un parasito que la consume, a la manera de Alíen, el octavo pasajero; un joven saludable y agraciado, en realidad, es un enfermo terminal con un padecimiento innombrable (El llanto de las ciudades), en “una ciudad ceñida de agua y podrida al Sol” (Los aderezos del diablo); las personas a su alrededor no son precisamente convencionales, sino asesinos preocupados por acostarse entre ellos (Gente que a lo mejor conozcas), y las hermosas flores ocultan el hedor de los muertos.
Para Better, el horror está presente en cada uno de los instantes de la vida. O más bien, el horror es la realidad de la vida. Solo así se explicaría un cuento como Solo vine por fuego, donde, con ecos de Pedro Lemebel, Better nos muestra lo sórdido de la vida de los travestis que hacen la calle. Es importante señalar que al autor le preocupa más construir ambientes que describir personajes. Unas pocas líneas son suficientes para presentarnos una serie de personajes de una gran ambigüedad moral, carentes de la habilidad de urdir profundas reflexiones morales. Ellos enfrentan la vida como les llega. A ese grupo pertenecen Alexis, Kasandra, el mago, Andreina, Maicol, Patty, Lena y La noche, personajes y protagonistas de los diferentes relatos.
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Ahora bien, ese horror está nutrido de referencias cinematográficas y televisivas. Aunque suene despectivo, se pueden reconocer influencias del cine gore, de la serie American Horror History y de los capítulos de la serie Dimensión desconocida. En realidad, eso son esos cuentos. Una entrada a un mundo donde la imaginación se desborda, como bien recordaba la presentación original de la serie: “Hay en la mente una zona desconocida en la cual todo es posible; podría llamársele la dimensión de la imaginación, una dimensión desconocida en donde nacen sucesos y cosas extraordinarias, como lo que ahora vamos a ver. ¿Qué no es posible? Todo es posible en el reinado de la mente. Todo es posible en La Dimensión Desconocida.” (1)
Fantasmata es un horror mezclado con humor, escrito con desenfado y desesperanza, con homenajes a sus autores amados: Mario Bellatin, Franz Kafka, Truman Capote, Alejandro Modarelli, Ramón Illán Bacca, entre otros. Un libro para leer con atención, un trabajo valioso en la literatura colombiana.
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(1) https://www.youtube.com/watch?v=DQI_4p1f-mQ