El Magazín Cultural

Una obra de arte de Powerpaola y Lucas Ospina, destruida en el Colombo Americano

Un hombre con un rodillo y pintura blanca borró la obra sin terminar de Powerpaola y Lucas Ospina. Algunos dibujos, con los que se pretendía recrear un diálogo, reflejaban una clara crítica a dirigentes colombianos y norteamericanos. Se presume que la orden la dieron las directivas del Colombo Americano, dueños del muro externo en el que se pintó la obra.

Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad
24 de septiembre de 2019 - 08:40 p. m.
Una de las imágenes que Lucas Ospina, uno de los artistas que pintó el mural posteriormente borrado con pintura en el Colombo Americano, publicó en su cuenta de Instagram.  / Tomada de la cuenta de Instagram @luisaponcas
Una de las imágenes que Lucas Ospina, uno de los artistas que pintó el mural posteriormente borrado con pintura en el Colombo Americano, publicó en su cuenta de Instagram. / Tomada de la cuenta de Instagram @luisaponcas

La obra de los artistas Powerpaola (Paola Gaviria) y Lucas Ospina, que se exhibía por medio de un muro del Centro Colombo Americano, fue destruida la mañana del pasado 23 de septiembre. Los dos artistas habían sido invitados por el director artístico y curador del 45 Salón Nacional de artistas, Alejandro Martín, que propuso la exposición “Arquitecturas narrativas” para ser una de las muestras que intentaran explicar el título de esta edición “El revés de la trama”.

 

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Principalmente, el lugar en el que se acordó que se exhibirían las obras sería una de las sedes del Centro Colombo Americano, uno de los lugares centrales donde actualmente se desarrolla la programación del salón, evento que se realiza con dineros públicos. Además de las salas que el Colombo destinó para la muestra de los artistas, ofreció uno de sus murales exteriores para que fuese intervenido.  Los encargados de trabajar en dicha pared fueron Ospina y Gaviria, que se decidieron por una conversación sin lenguaje. Las imágenes que se pintaron en el mural representaban las ideas que los artistas quisieron incluir en un diálogo que, cuando comenzó a tener forma y según fuentes consultadas por El Espectador, molestó a los directivos del Colombo Americano.

El trabajo de Ospina y Powerpaola comenzó el pasado miércoles, 18 de septiembre. Acoplándose a las condiciones del clima, que en Bogotá no suelen ser previsibles, le dieron inicio a la conversación que a veces debía pausarse o acelerarse dependiendo del sol, la lluvia, el frío o el calor de la ciudad. Los picos climáticos no fueron un problema. Estaban trabajando con las pinturas y la libertad que necesitaban para lograr una charla espontánea que iba saliendo de las preocupaciones y los intereses de cada uno. Los días transcurrieron sin novedad hasta el domingo en la noche, momento en el que la obra ya estaba visiblemente adelantada, pero no terminada. Nunca se terminó.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

La lluvia y el sol nos han acompañado con toda haciendo este mural. Posted @withrepost • @luisaponcas “Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla. Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que una niña dijo: «¡Pero si va desnudo!». La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo escuchó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile.” —El nuevo traje del emperador Hans Christian Andersen @45salonnacionaldeartistas @powerpaola @es_ca_le_ra Foto: @quiasma y @luisaponcas #workinprogress #Bogota #dialogodibujado

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A las 8:30 a.m. del 23 de septiembre, y según una fuente consultada por este diario que pidió se protegiera su identidad, Lucas Ospina recibió una llamada en la que le avisaban que la obra que él y su colega aún no terminaban, estaba siendo borrada con pintura blanca por un trabajador del Centro Colombo Americano. En un vídeo publicado en Instagram se ve cómo el artista se le acerca al trabajador para pedirle que pare de pintar sobre la obra, a lo que el hombre le responde “¿No pudieron negociar”?, y Ospina le dice que no, que negociar fue imposible porque nunca tuvo oportunidad de dialogar con las directivas del lugar: nadie les avisó que su obra sería destruida.

Después de que el encargado de borrar los dibujos dejara la pared blanca, Ospina, en presencia de Andrés Gaitán, coordinador del grupo de Artes Visuales del MinCultura, comenzó a convertir su obra y la de Powerpaola en un palimpsesto que daba cuenta de lo que se había borrado. Lo que inicialmente era un dibujo del presidente Donald Trump, manejando como un títere al ex presidente Álvaro Uribe, quien al mismo tiempo manejaba las cuerdas del actual presidente de Colombia, Iván Duque, se convirtió en un letrero que decía: “Aquí estaba un político como titiritero con su títere (Uribe- Duque)”. 

Aunque ninguno de los dos artistas ha dado declaraciones oficiales sobre lo ocurrido, en sus perfiles de Instagram es claro el disgusto y asombro: Ospina publicó varias fotos del antes y el después del mural, y en una de ellas sobresale un letrero rojo y blanco que dice “Esta obra, todavía sin terminar, el diálogo de dos artistas del 45 Salón Nacional de Artistas en el muro del Centro Colombo Americano de Bogotá, fue tapada censurada y destruida”. Por su parte, Powerpaola tiene una serie de imágenes en la que demuestra el proceso desde la génesis de la obra, hasta su destrucción.

 

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Aunque aún no se ha dado ninguna declaración oficial en la que se confirme que las directivas del Colombo Americano de Bogotá fueron las que dieron la orden de borrar los dibujos, se presume que no pudo originarse desde ningún otro lugar, ya que, además de que la persona que se acercó con la pintura a destruir la obra trabajaba en el lugar, el ministerio de Cultura y el Salón de artistas emitieron un comunicado en el que condenaron la decisión de la entidad. “Consideramos lamentable la acción del Centro Colombo Americano de borrar y destruir, y así censurar la pieza de Lucas Ospina y Powerpaola, en una decisión que se tomó sin consultar a los artistas, al curador, ni a los representantes de las instituciones implicadas en el 45 Salón Nacional de Artistas”, dijo Alejandro Martín, director artístico del salón.

Por su parte, la directora ejecutiva, Carolina Muñoz, reiteró su defensa a la libertad de expresión de los artistas, y aclaró que “Desde la institucionalidad ha habido una total libertad para el desarrollo de los proyectos curatoriales, así como de las obras de los artistas invitados”.

Las directivas del Centro Colombo Americano no se han pronunciado al respecto. Dicen que en el transcurso del día se emitirá un comunicado en el que darán las respectivas declaraciones que reflejen su postura y que no darán entrevistas.

Ninguno de los funcionarios de esta entidad se presentó en el lugar de los hechos, ni durante la construcción de la obra ni en medio de la destrucción. 

El 45 Salón Nacional de Artistas es uno de los eventos artísticos más importantes del país, que, además, es promovido y ejecutado con recursos del Ministerio de Cultura. Ninguno de los dos directivos que representan al ministerio discutieron los contenidos con los artistas, ya que, como lo aseguró Andrés Gaitán, la obra siempre ha sido un asunto que se ha manejado con libertad y respeto.

En la invitación que le hicieron a Lucas Ospina y Powerpaola, inicialmente solo se puntualizó, por medio de un contrato, sobre unas obras producidas por ellos que se exhibirían en los salones del Colombo. Después la entidad les ofreció a los artistas intervenir el mural, pero nunca se especificaron las condiciones de este convenio, que, según Gaitán, “Fue un préstamo a ojo cerrado”. Esto quiere decir que, a pesar de tratarse de una censura a dos artistas invitados por el salón, el Colombo Americano no estaría faltando en el contrato que adquirió con ellos.

Según personas cercanas a Ospina y Powerpaola, aún estos dos artistas no salen del asombro ya que “esta arbitrariedad y censura nunca la esperaron”. “Es increíble que una obra sobre el diálogo sea destruida sin aviso, precisamente evitándolo. Pasando por encima de las libertades de los artistas y de los ciudadanos que, de no ser por las fotos, nunca hubiesen visto el registro de la obra”, concluyeron.

Por Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad

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