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Una palabra (Opinión)

El concepto “salud mental” resulta confuso. Aunque la salud sí ha sido definida, la mente no, y aún hoy es difícil responder de un modo íntegro y completo a esta cuestión; por consecuencia, el concepto sigue ahí, listo para ser usado, como si fuera muy claro su significado, su sentido, su valor. Si a esta situación se le agregan las particularidades, como por ejemplo lo imprecisa que puede ser la diferencia entre mente y espíritu, el hilo seguirá enredándose, y más aún si se tiene en cuenta la dualidad que ha regido durante siglos y que establece una supuesta línea divisoria entre el cuerpo y la mente.

Juan Sebastián Fernández Gärtner
16 de junio de 2020 - 03:54 p. m.
Tener una mente limpia implica trabajar en el uso del lenguaje
Tener una mente limpia implica trabajar en el uso del lenguaje
Foto: Archivo Particular

La palabra es tal vez una de las primeras tecnologías. No será un aparato, o un artefacto, pero sí es un conocimiento tratado por diversas ciencias. Reúne en sí teorías y técnicas, y su función va más allá de nuestra voluntad: aunque no sepamos cuán profundamente nos afectan, las palabras de las cuales nos servimos determinan nuestra experiencia vital. No son solamente la forma: las palabras son el contenido mismo, y hablar o escuchar por inercia puede llegar a ser peligroso.

Por ejemplo, si hacemos un alto, y optamos por referirnos a “higiene mental”, en vez de “salud mental”, notaremos que seremos precisos y el mensaje a transmitir resultará más claro. Incluso, estaríamos pasando por encima de aquella línea divisoria, y comprenderíamos que la mente y el cuerpo (si es que son cosa distinta y la una puede existir sin la otra) son similares en tanto su cuidado requiere de la implementación de un conjunto de medidas que, si bien no pueden (ni deben) ser las mismas para todas las personas, son elementales y comunes.

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La mente también debe mantenerse limpia, barrida, sin polvo acumulado. Las estanterías deben sacudirse frecuentemente, y hay que evitar el almacenamiento descuidado de recuerdos y esperanzas. ¿En qué momento los sueños del pasado se volvieron feroces tiranos? La higiene es un deber que cada quien tiene consigo mismo, aunque la sociedad en general, el Estado que somos, debe participar activamente en la creación de un ambiente higiénico: las expresiones racistas, homofóbicas, machistas y clasistas son mugre.

La ausencia de evidencia clara de un trastorno mental no equivale a gozar de salud mental; la salud no puede ser solo ausencia de enfermedad. Sin embargo, empezar a hablar de la “higiene” de la mente es dar a entender que hay unas condiciones de limpieza, prácticas y costumbres que pueden favorecernos. Esta discreta variación de significado en el concepto podría servirnos para comprender de un modo profundo los posibles malestares que nos afectan.

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Con respecto a la comprensión y el cuidado del habla, el poeta bogotano John Galán Casanova, una vez me comentó acerca de “la condición mineral de la poesía”. Esto quiere decir: los minerales, el gusto, los valores, y las ideas que se van depositando en el subsuelo, y que nutren la tierra sobre las cuales florecen las especies. Creo que el modo en que nos hablamos a nosotros mismos o nuestras rutinas de consumo en las redes sociales, por mencionar solo un par de escenarios, se terminan volviendo los nutrientes, los minerales, que alimentan el suelo sobre los cuales crecemos. El cultivo de sí mismo, con paciencia y atención, con la poesía como dispositivo, por ejemplo, es un procedimiento no muy llamativo si se le compara con las supuestas curas inmediatas, sin embargo, creo que a largo plazo es una posible solución duradera y significativa.

En este sentido, es muy útil aprender a leer poesía. Hacerlo en voz alta, sin impostación ni fingimientos, sino de un modo moroso y paciente, vehemente más no afanado, sirve, entre tanto, para corregir el paso y hallar camino en los caminos. Lo complejo es que cada quien debe encontrar su lectura indicada, y leerla tranquilamente, disfrutando de la pronunciación, de la puntuación, de los marcos logrados mediante la extensión de los versos y el silencio. Esta forma de acercarnos al idioma, nos permite experimentar diversas dimensiones del lenguaje y sentir su materialidad sonora, su profundidad semántica. También sirve para despertar de la inercia del habla y la escucha.

Lo invitamos a que escuche el capítulo 12 de la audionovela Yo Confieso

Por Juan Sebastián Fernández Gärtner

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