El Magazín Cultural

Una revelación devenida en literatura

Guerra Santa Existencia, de Bryan Andrés Quintero Herrera, cuenta con ilustraciones de Jorge Restrepo y fue patrocinada por la administración del alcalde Gustavo Adolfo Vélez mediante el Departamento de Arte y Cultura en Tuluá.

Maria Paula Lizarazo Cañón
18 de abril de 2017 - 10:32 p. m.
Bryan Andrés Quintero, autor de "Guerra Santa Existencia".
Bryan Andrés Quintero, autor de "Guerra Santa Existencia".

Una vieja tradición mítica confiesa que en el sueño se topan aquellos de otro mundo con los humanos. En marzo de 1991, Tuluá vio nacer a quien, en una noche, viajando por los sueños, se le aparecería un misterioso ángel de seis alas, cuyas dos primeras le cubrían el rostro, las siguientes estaban desplegadas a cada lado y las últimas dos protegían el resto del cuerpo. En ese encuentro, asegura el soñador, dicho ángel le dictaminó escribir su primera novela épica, en la que ilustra un sinfín de luchas ocurridas antes de que los seres humanos llegáramos a la Tierra.

Catorce años después de su nacimiento, Bryan Andrés Quintero se enamoraría de la literatura por cortesía de Dostoievsky, Rimbaud, Homero, Cervantes… Y luego de tres años, comenzaría a fundar sus propias letras, a discernir entre quemar una hoja o arrojarla a la papelera y a trasnocharse a la luz de una vela acompañada por un termo de café, hasta que, casi ocho años después, se sentaría con su madre cuatro horas frente a la casa de Gustavo Álvarez Gardeazábal (autor de Cóndores no entierran todos los días, entre otros) presos por la esperanza de que él leyese su novela.

Esa tarde no salió Álvarez Gardeazábal, sino algún secretario. Quintero firmó el manuscrito, sin olvidarse de dejar su número y lo entregó; recuerda con una subordinada alegría que, ocho días después de esa tarde que se redujo a cuatro horas, Álvarez Gardeazábal lo llamó a decirle que leería su épica, que si servía de algo volvería a llamarle y si no que se olvidara para siempre de esa llamada.

Pero no tuvo que olvidarse para siempre de esa llamada, Álvarez Gardeazábal diría luego que “Las historias de ángeles han sido oídas pero nunca descifradas. Los enfrentamientos entre el bien y el mal a través de los ángeles hacen parte fundamental de este libro extraño pero vigoroso, que rompe esquemas tradicionales de narración y llega como lanza de arcángeles y querubines al corazón de los lectores jóvenes que buscan entrar de lleno a la verdad. Es para leerse y sorprenderse”.

Bryan Quintero inició sus estudios en Derecho, pero tuvo que retirarse por los miserables problemas económicos cuando cursaba cuarto semestre. Tiempo después cambió de rumbo y logró culminar su carrera como Licenciado en Ciencias Sociales de la Unidad Central del Valle. Es amante del cine e hincha del América. Considera que Tuluá es cuna de poetas, pero condena la falta de recursos en ese rincón del país para apoyar y difundir a todos los autores.

Para Quintero, el medio para cambiar la situación de desigualdad e ignorancia en Colombia es la educación, pues sólo así, siendo conscientes de lo que ocurre se evitará repetir los pasos equivocados: “Si uno no se forma, no tiene cómo comprender el contexto social, no tiene cómo entender la sociedad”.  Así, él confía en que el cambio se puede gestar desde la infancia, por ello es voluntario en uno de los Punto Vive Digital (del Ministerio TIC) de Tuluá, para ser exactos, en la Casa de protección al menor con su iniciativa 'Lectura que enamora con sabor a tic'. Allí da clases de literatura a niños, en las que tiene como objetivo fundar en ellos un enamoramiento por la lectura y la costumbre de observar siempre a través de una postura crítica, la cual se forma desde la escritura. Los niños, además de recibir cursos literarios, cuentan con el espacio para ponerse a escribir.

Guerra Santa Existencia es el resultado de las juiciosas lecturas a Homero por parte del autor y de la infinita influencia de la religión cristiana en su vida. Su novela busca rendir un homenaje a los grandes guerreros antiguos, tales como Teseo, Atalanta y Áyax, personificando sus valores en los ángeles y santos que viven en la novela. Eso sí, la mayor influencia en la escritura de este hombre ha sido su familia: Brandahon, uno de los protagonistas de la historia, recibió su nombre en honor al hermano del autor, quien, además, ahora está escribiendo una novela naciente de los relatos que a lo largo de la vida le ha contado su abuela.

Por Maria Paula Lizarazo Cañón

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