Javier Camarena quiere que al cantar se escuche la voz de México. Ese es el sueño que ha tenido toda su vida y que se le convirtió en una especie de obsesión. En el mundo actual de la globalización, en el que se van borrando con sutileza las fronteras geográficas, él sigue portando con orgullo la bandera de su país, y siempre que puede deja claro que cada nota que emite se la debe a millones de coterráneos que le creyeron y que lo motivaron a continuar insistiendo en la opción del canto lírico en medio de alternativas tal vez menos exigentes como el pop y las músicas tradicionales de su entorno.
A pesar de haberse inclinado por la formación académica, recibida en algunas escuelas de su natal Veracruz, y más adelante graduarse como profesional en música de la Universidad de Guanajuato, Camarena no mira por encima del hombro a ningún estilo musical y valora la presencia de componentes emotivos que siempre, sin importar el lugar en el que realice el recital, le ayudan a crear el lazo con el público. La música está en el aire, es un bien común, y cada quien es libre de recibirla como quiera. Lo único que exige este tenor ni siquiera es la figuración de su nombre, sino que quede claro que ahí parado está un mexicano.
“Siento una responsabilidad muy grande al presentarme en cualquier teatro por fuera de mi país, porque siento que no sólo me presento a cantar yo. Detrás de mi presencia en el escenario está siempre mi país. Es muy gratificante decir que soy mexicano y demostrar que nuestra tierra no sólo tiene asaltos, influenza, narcotráfico: también tenemos gente con muchísimo talento y con una preparación capaz de competir con cualquiera de las más relevantes estrellas del canto lírico”, asegura Javier Camarena, quien debutó en 2004 en el Palacio de Bellas Artes de su nación, interpretando el papel de Tonio en La hija del regimiento, obra del compositor italiano Gaetano Donizetti (1797-1848).
En varias oportunidades este tenor, que actualmente pasa más tiempo fuera de su país debido a sus compromisos profesionales, recorre las calles mexicanas y recuerda que se paraba en frente de los teatros con la ilusión infantil de entrar, a veces a protagonizar algún montaje artístico y otras a presenciar imponentes iniciativas gestadas por extranjeros. En cualquiera de los casos, el deseo era crecer, aprender y, sobre todo, compartir momentos con otros seres humanos. Ese anhelo fue tomando cimientos cuando obtuvo el primer puesto en el Concurso de Canto Carlo Morelli, en México, y el premio Juan Oncinas en el Concurso Francisco Viñas, en Barcelona, en 2005.
“Ahora debo decir que haber ganado el Morelli en 2004 me abrió muchas puertas en América Latina. Tuve la oportunidad de participar en muchos montajes de impecable factura en diferentes ciudades de México y luego vino una cantidad incalculable de conciertos y galas de ópera en diferentes auditorios nacionales y extranjeros, que me dieron la seguridad para asumir cualquier ópera sin importar los retos”, asegura el tenor que en la actualidad tiene un lugar de privilegio dentro de las voces del canto lírico en Europa y en el Nuevo Continente.
Desde abril de 2007, Javier Camarena ha estado vinculado como solista a la Ópera de Zúrich, con la cual interpretó el papel de Lindoro en la exigente producción L’italiana in Algeri, en la que compartió escenario con Vasselina Kasarova, y también se encargó de ponerse la indumentaria de Almaviva en El barbero de Sevilla. Tales interpretaciones le valieron comentarios contundentes por parte de la crítica especializada como: “La voz de Camarena es rica y plena, particularmente en el registro medio. Tiene control total de la línea vocal y consigue una interpretación fluida y escrupulosamente detallada, tanto en lo musical como en su desenvolvimiento escénico. La sala enloqueció con él”, dijo The Classical Review.
Pero así como ha tenido montajes imponentes con la Ópera de Zúrich, el mexicano ha sido invitado de honor a la Ópera Estatal de Viena, la Ópera de París, la Ópera de Bruselas y, por supuesto, lleva ya varias figuraciones con la Ópera Metropolitana de Nueva York.
“Con la experiencia que tengo puedo disfrutarme plenamente en el escenario, pues sé lo que quiero hacer con mi voz y, más importante aún, sé cómo hacerlo. Con las oportunidades que he tenido de cantar un repertorio un poco más central, no tan agudo, he podido fortalecer esa parte de mi registro, pero sin perder brillo en el agudo. Tengo la idea de que nunca se termina de aprender y nunca se debe dejar de intentar mejorar, así que en ese camino estoy”, cuenta Javier Camarena, quien tendrá uno de los roles protagónicos en La Cenicienta, el montaje principal del Cartagena VIII Festival Internacional de Música. Sin duda, aquí también confirmará la calidad de su voz y la amplitud de su registro.