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Usuarios abandonan MUBI tras descubrir financiación vinculada con Israel

La plataforma de streaming Mubi fue la más reciente empresa en atravesar un boicoteo. Sin embargo, este tipo de protestas, que son muy populares entre la generación Z, no son nada nuevo.

Andrea Jaramillo Caro

27 de junio de 2025 - 08:00 p. m.

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Un huracán de reacciones se desató recientemente en redes sociales cuando se conoció que la plataforma de streaming Mubi había recibido financiación que una compañía que tiene vínculos activos con Israel. Los llamados a boicotear a la plataforma no se hicieron esperar y los usuarios comenzaron a cancelar sus suscripciones.

La polémica surgió de la inversión valorada en $100 millones de dólares de Sequoia Capital en Mubi. “Esto es inaceptable y exigimos que Mubi devuelva la inversión”, escribieron en una publicación en Instagram un grupo llamado: Film Workers for Palestine, mientras que otros publicaron en X que era hora de agregar la plataforma a la Lista BDS, una iniciativa del movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones liderado por palestinos. Por otro lado, el estudio de animación Pakistaní anunció el retiro de sus filmes de la plataforma tras la controversia: “Nos perturba profundamente la decisión de MUBI de aceptar la inversión de Sequoia Capital, firma que financia empresas israelíes de tecnología de defensa, especialmente tras 20 meses de genocidio israelí transmitido en directo contra el pueblo palestino”, decía la publicación. “Como artistas y narradores, no podemos, de buena fe, seguir presentando nuestro trabajo en una plataforma cuyas afiliaciones financieras contradicen abominablemente los marcos éticos que defendemos”.

Con sede en Silicon Valley, Sequoia Capital ha invertido en empresas como Apple, Google y Nvidia, de acuerdo con Variety. Sin embargo, la compañía que recientemente invirtió en Mubi también está vinculada con la startup de tecnología de defensa Kela que, de acuerdo en el medio estadounidense, fue “fundada en julio de 2024 por cuatro veteranos de las unidades de inteligencia israelíes en respuesta a los ataques terroristas del 7 de octubre y más de seis meses después de la invasión de Gaza. Kela desarrolla actualmente un sistema operativo para el campo de batalla que permite a los ejércitos integrar la inteligencia artificial y la tecnología comercial”.

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En respuesta a lo sucedido, Mubi emitió un comunicado en el que justificaron sus actos: “Desde nuestra fundación, MUBI ha recaudado fondos de diversas fuentes para impulsar nuestro crecimiento. Nuestra decisión de colaborar con inversores externos siempre ha tenido un único objetivo: impulsar nuestra misión de ofrecer películas audaces y visionarias al público global. Esta fue la razón de nuestra reciente colaboración con la firma de capital riesgo Sequoia Capital”. Y añadieron que: “Las opiniones de los inversores individuales no reflejan la opinión de MUBI. Nos tomamos muy en serio los comentarios de nuestra comunidad y nos mantenemos firmes en nuestra postura de ser una empresa independiente, dirigida por sus fundadores”.

Esta no ha sido la primera vez que una marca o compañía se enfrentó al escrutinio y el llamado a los boicots por parte de sus usuarios. Cuando comenzó la escalada de la ocupación israelí en Gaza el 7 de octubre de 2023, el movimiento BDS apuntó a empresas específicas como HP, Chevron, Siemens, Carrefour, AXA, Hyundai, McDonald’s, Starbucks, Pizza Hut y Burger King.

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Mientras que la generación Z se ha acercado cada vez más a utilizar los boicots, un estudio realizado por McKinsey en 2018 reportó que “siete de cada diez miembros de la Generación Z afirman que es importante defender causas relacionadas con la identidad, por lo que están más interesados que las generaciones anteriores en los derechos humanos; en asuntos relacionados con la raza y la etnicidad; en cuestiones de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero; y en el feminismo”, lo que ha hecho que sean una generación que se interesa por apoyar marcas que reflejen sus valores.

“El lugar donde los consumidores gastan su dinero se convierte en votos para lo que consideran legítimo. Y cuando el minorista es discriminatorio, las personas pueden comportarse en consecuencia y optar por no gastar allí”, señaló Marcus Collins, profesor de marketing en la Escuela de Negocios Ross de la Universidad de Michigan, a Business Beacuse.

A pesar de que, de acuerdo con la revista Time, los efectos de este tipo de protesta han sido difíciles de ver, debido a la falta de constancia, y el declive en ventas de alguna de estas marcas no se podría adjudicar exclusivamente a las campañas de boicot, estas no han sido nada nuevo.

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Una forma de protesta de vieja data

Era 1791 cuando, de acuerdo con la organización Ethical Consumer, se registró el que es considerado como primer boicot exitoso, aunque aún faltara casi un siglo para que naciera el término que conocemos hoy. “Tras la negativa del Parlamento a abolir la esclavitud, se imprimieron miles de panfletos incitando al boicot. Las ventas de azúcar se redujeron entre un tercio y la mitad. En cambio, las ventas de azúcar indio, libre de la esclavitud, se decuplicaron en dos años. En un ejemplo temprano de comercio justo, las tiendas comenzaron a vender azúcar con la garantía de haber sido producido por «hombres libres»”, se lee en la página de la organización. Aunque el medio PBS rastreó los orígenes de acciones parecidas hasta la antigua Grecia.

Sin embargo, la palabra que se comenzó a usar para definir este tipo de protesta surgió en 1880. El término fue popularizado por Charles Stewart Parnell durante la Guerra de la Tierra en Irlanda. Entre 1879 y 1882 los irlandeses protestaron los altos alquileres y el embargo de tierras al que eran sometidos. De hecho, “boycott” era el apellido de un capitán llamado Charles Cunningham Boycott, quien fue objeto de una campaña de ostracismo social organizada por la Liga Nacional Irlandesa de Tierras. “Cuando intentó desalojar a los inquilinos que no podían pagar el alquiler debido a las malas cosechas, la comunidad local respondió negándose a entablar cualquier tipo de interacción comercial o social con él. Esta acción colectiva, conocida como “boicot”, aisló a Boycott y llamó la atención sobre las injusticias que sufrían los inquilinos irlandeses”, reportó Salam Zaatari.

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Luego, el apellido de este capitán comenzó a aparecer en medios estadounidenses e irlandeses, no como un nombre, sino como un verbo. Más adelante, la popularidad de la palabra y su asociación con la protesta, fueron en aumento.

De esta forma, en las décadas de 1950 y 1960 la palabra “boicot” se esparció en Estados Unidos con acciones como la protesta de Rosa Park en 1955, a la que se le conoce como el “Boicot de autobuses de Montgomery”, cuando la activista se negó a seguir la orden de conductor de ceder su asiento a una persona blanca en el autobús. Otro ejemplo histórico sucedió en 1959, cuando sudafricanos exiliados llamaron a un boicot de productos de Sudáfrica para protestar el Apartheid. “El boicot se centró inicialmente en frutas y verduras, pero posteriormente se centró en cadenas como Marks & Spencer y Next, lo que provocó que algunas empresas retiraran productos sudafricanos de sus anaqueles. Durante los siguientes 35 años, el boicot fue un elemento central de la campaña contra el apartheid”, registró Ethical Consumer.

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Estos son algunos ejemplos de cómo esta forma de protesta ha trascendido siglos y generaciones hasta hoy. Aunque algunas campañas han tenido más éxito que otras, el boicot ha hecho parte del espíritu de protesta por causas sociales.

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com
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