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Variaciones de Sebald

“Variaciones de Sebald”, una exposición del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, basada en la novela “Austerlitz” (2001), de W.G. Sebald.

Isabel-Cristina Arenas, Barcelona
09 de abril de 2015 - 03:31 a. m.
“Nummer veertien”. /Guido van der Werve
“Nummer veertien”. /Guido van der Werve

Son treinta mil mariposas negras de diferentes tamaños, que no vuelan, pero podrían hacerlo. Al parecer algunas se han ido ya porque se ven los espacios vacíos de las que se han marchado con los visitantes. La instalación se llama Black Cloud (2007) y hace referencia a las mariposas de Austerlitz (2001), una de las novelas más reconocidas de W.G. Sebald. La nube negra es la entrada a Variaciones de Sebald, la gran exposición del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

“Esta es una exposición a partir de Sebald, no sobre Sebald”, afirma el escritor Jordi Carrión, comisario de la muestra que estará abierta hasta el 26 de julio de este año. Junto a él trabajó el pedagogo cultural y escritor Pablo Helguera, con el fin de lograr la conceptualización de la muestra que reúne a catorce artistas y cuatro escritores de diferentes partes del mundo: Carlos Amorales, Mariana Castillo Deball, Simon Faithfull, Andrea Geyer, Núria Güell, Susan Hiller, Josiah McElheny, Trevor Paglen, Fernando Sánchez Castillo, Taryn Simon, Jan Peter Tripp, Guido van der Werve, Jeremy Wood, Piedad Bonnett, Reinaldo Laddaga, Valeria Luiselli y Julià de Jòdar.

En Los anillos de Saturno (1995) aparece la imagen de una red, un patrón que se repite en estrellas de mar, erizos, serpientes, alas de mariposas, escamas de pescado, cuerpos de orugas, pirámides y obras de arte; en la materia viva y en la muerta. Sebald narrador camina, investiga, piensa. La red son los caminos que va recorriendo en sus libros, las historias que se unen. Su obra es un quincunce: es viaje, novela, ensayo, documento y autobiografía. También poesía y nostalgia. Cuando W.G. Sebald hace referencia a alguien, normalmente ya ha muerto, él mismo lo está, y como dice el escritor inglés Geoff Dyer, “escribe como si fuera un fantasma”. A partir de sus novelas muchos artistas han creado sus obras y de forma consciente o inconsciente son puramente sebaldianas.

1. Migraciones

Winfried Georg Sebald pasó sus primeros años en el pueblo de su madre en Baviera, un lugar que nunca fue bombardeado. Sin embargo, la guerra, las víctimas y la violencia atraviesan toda su literatura. Nació el 18 de mayo de 1944 y vivió casi toda su vida adulta en Norfolk, Inglaterra, muy cerca de donde los aviones comenzaron el ataque aéreo contra Alemania. La emigración formó parte de la historia de su familia. Tres tíos viajaron a Estados Unidos en los años veinte, sus hermanas Gertrud y Beate se fueron a Suiza desde muy jóvenes y aún viven allí, y él mismo formaba parte de una generación que emigraba al extranjero en los años sesenta. Sebald fue siempre un exiliado voluntario.

Frédéric Chopin fue un emigrado como Sebald. Dejó Polonia a los veinte años y nunca regresó, sin embargo, antes de morir pidió a su hermana que llevara su corazón hasta Varsovia y hoy se conserva en la iglesia de la Santa Cruz de esta ciudad. Su cuerpo, en cambio, está sepultado en el cementerio Père Lachaise en París. Guido van der Werve, artista holandés, músico, escritor, director de cine y triatlonista, quiso hacer el recorrido del corazón de Chopin a la inversa: Polonia-Francia. Por esto graba un video en donde nada, pedalea y corre desde la iglesia en Varsovia (el corazón), en donde aparece con su neopreno tocando el piano y listo para iniciar su recorrido, hasta el cementerio en París (el cuerpo), en donde deja un recipiente con tierra de Polonia sobre la tumba del pianista. Obra: Nummer veertien, home (2012). Video de cincuenta y cuatro minutos.

2. Memoria individual 

W.G. Sebald pedía a sus alumnos de la Universidad de East Anglia que lo llamaran Max, pues rechazó siempre el nombre alemán. Georg Sebald, su padre, sirvió al ejército alemán y fue parte de las tropas que invadieron Polonia en 1939, como muchos otros hombres de esa generación, y regresó a casa cuando su hijo tenía tres años. No fue quien sus hijos idealizaron, siempre se negó a hablar de su experiencia y de alguna forma destruyó la armonía familiar creada por la madre, hermanas y abuelos. W.G. Sebald nunca lo perdonó y la ruptura con su padre marcó su obra.

Jan Peter Tripp, pintor alemán, fue uno de los grandes amigos de Sebald, intercambiaron correspondencia durante años. Al morir, la viuda del escritor envió a los amigos de su esposo cada uno de los lápices de colores que usaba. A Jan Peter Tripp le envío una caja entera que aparece en L’oeil o el tiempo blanco (2003), pintura acrílica sobre tela y metal que también puede verse durante el recorrido de Variaciones de Sebald, al igual que objetos personales del artista y cartas intercambiadas entre los dos. La memoria individual abierta al público.

3. El viaje es el protagonista

El abuelo como mentor. Josef Egelhofer llevó a su nieto a hacer largas caminatas por el campo, le enseñó a reconocer en el paisaje los diferentes elementos de la naturaleza. Fue el ser más querido por W.G. Sebald y el padre elegido. Su primera novela, no publicada, habla en forma detallada sobre el funeral de su abuelo y la muerte (1956) no superada por el autor. En Austerlitz y Los emigrados aparecen personajes mayores similares a él.

Jeremy Wood, artista y cartógrafo, decide llevar con él a todas partes un GPS para registrar todos sus pasos, después baja la información y crea mapas de las zonas que quiere e imprime. El resultado es una obra a partir de los lugares caminados. Una muestra de esto es My Ghost (2015), en donde este norteamericano ha impreso su recorrido por Londres en un giclée sobre seda. Recorridos que recuerdan los que hacía Sebald en Los anillos de Saturno.

4. Memoria colectiva

En cada página de Sebald está el recuerdo del exterminio de los judíos en Europa. Cuando el escritor vivía en Norwich, Inglaterra, se enteró del suicidio de un profesor de su niñez muy querido por él, y de quien posteriormente descubrió que había servido a Alemania durante seis años; sus tres cuartas partes como alemán fueron suficientes para ser llamado a servicio. Sintió rabia al saber que muchas de las figuras de autoridad le habían mentido sobre la implicación de su pueblo natal en la persecución a los judíos. Los sentimientos mezclados y la carga se hicieron más ligeros al compartir con alemanes emigrados que se oponían a los nazis y con víctimas de la guerra que vivían en Inglaterra. Más tarde, en Los emigrados (1992), detalló la vida de cinco exiliados, uno de ellos era maestro de escuela.

Country Roads (2003), de la artista norteamericana Susan Hiller, habla de la memoria, la historia y la conmemoración por medio de la fotografía. En el marco de la exposición muestra parte de la serie de caminos con la palabra “judío” o “judíos”, lugares que actualmente son llamados así por los locales y aparecen en los mapas, pero sus letreros han desaparecido. Sebald no utilizaba “Holocausto” pues esta palabra significa sacrificio y ofrenda, y fue un exterminio no un holocausto.

5. Literatura y poesía

Sebald escribía en un alemán anacrónico, ajeno a la caída del muro. Emigró hacia Friburgo, Suiza, en 1965, y después viajó a Inglaterra, en donde vivió hasta 2001. Murió el 14 de diciembre de ese año cuando sufrió un ataque al corazón mientras conducía. Tres días antes dio algunos consejos a sus alumnos en la que fue su última clase dictada en la universidad (www.penultimosdias.com/2013/01/19/consejos-para-escritores). “A la hora de escribir la limitación da la libertad”.

La voz de la escritora colombiana Piedad Bonnet se escucha en una grabación mientras lee su poema La luz de las cenizas. A un lado de la instalación está su ejemplar de Los anillos de Saturno subrayado, intervenido con dibujos que se integran, árboles, fragmentos de poemas con su letra pulcra. Las herramientas fueron los lápices de su hijo, lector de Sebald. Lección de anatomía de Rembrandt, imagen que aparece en el capítulo I, era una de sus obras preferidas.

Esta es sólo una muestra de algunas de las obras que se pueden visitar en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Se necesitan por lo menos unas tres horas para descubrir a los artistas y escritores que en relación a W.G. Sebald han creado algunas de sus obras. Al salir, la nube negra sigue ahí. Queda lo aprendido a partir de Sebald, él mismo en su obra y el recuerdo de mi mariposa negra dentro de Los anillos de Saturno.

Por Isabel-Cristina Arenas, Barcelona

 

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