Alejandro Marín, director y locutor de La X. / Iván Muñoz
Lo que más amó Ray Charles, más que a sus parejas, más que a sus hijos, más que a sus drogas, fue su música. Y fue quizá por su devoción al arte y su reluciente talento que su adicción a la heroína y su manía de acostarse con cada mujer que se cruzaba en su camino quedaron relegadas a un segundo plano de su historia y legado. Pero esos detalles de la vida de Charles no son, ni pueden ser, aislados de sus composiciones porque son, en esencia, parte de ellas.
Por Camilo Gómez
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