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Hoy en homenaje a las mujeres les quiero presentar a Victoria Mateos, una adolescente española. Cuando les hablo de ella quiero que se imaginen a cualquier joven, que puede ser su hija, su hermana, su amiga o incluso usted, quien se encuentra en la transición de niña a mujer. Sus ojos son negros y grandes, su cabello es largo, negro y abundante, sus labios son gruesos como un durazno maduro y su figura es esbelta. Conocía tan bien sus atributos que se sentía cómoda vistiendo a su gusto.
Le gusta un chico llamado Toni. Vive con sus padres, Ramón Mateos y Luisa, y su hermana menor, Herminia Mateos, en un pueblo pequeño de España.
Victoria estaba en una de las etapas más vitales para el desarrollo personal de una mujer: su juventud. Era feliz tanto con su vida como con su cuerpo, pero una noche tuvo que vivir un momento que marcaría su vida.
Esa noche cambiaría y empañaría todo lo bello. "Paró el auto y me dijo que subiera, que había tenido suerte de que pasara él y no cualquier desaprensivo...Al llegar al pueblo...se desvió". Intentaron abusar de ella.
A pesar del dolor, la humillación y la vergüenza que sentía en esos días en que el tiempo era un calvario, el hecho de no poder pronunciar una sola palabra de lo sucedido la desgarraba por dentro. Veía su cuerpo y ya no se sentía bien. Ya no se sentía ella.
Un día se llenó de valor y contó lo que le había sucedido. Le dijo a su mejor amiga, Rosana, y después de días de tener un nudo en la garganta y en el corazón, les dijo a sus padres y ellos la apoyaron. Se enfrentaría a su pesadilla y, como en muchos casos, a un conocido y sujeto con poder: el dueño del pueblo y el jefe de su padre.
Su caso permitió que otras mujeres hablaran. Como su abuela, quien le contó algo que jamás le había dicho a nadie, "a mí me pasó una cosa parecida a la tuya cuando era un poco más joven que tú...No recuerdo nada de él. Pero el suceso sí, lo tengo grabado en mi mente". Victoria no lo podía creer. Su abuela también le dijo que la admiraba por su valor, algo que ella no había tenido.
"Da lo mismo dónde te toquen, o el tiempo que dure ese tocamiento. Lo importante es el hecho en sí. Te rompen la inocencia. Te manchan el cuerpo y el alma".
Victoria no es solo un personaje del libro. Lo demás es silencio, también es una historia basada en un hecho real. Es un homenaje a todas las niñas y jóvenes que han vivido lo mismo.
Cuando leía el libro sentía como las páginas me tocaban las fibras y vivía hoja a hoja su flagelo. Me la imaginaba como una guerrera -quien enfrentaba a los medios, los psicólogos, los juiciosos y a un pueblo que no le creía- con apenas 15 años. Sus padres y hermana estuvieron con ella, Toni, Rosana y sus compañeros del colegio.
La historia también me hizo pensar en las marchas, pues en esta historia fueron una voz de apoyo y fuerza demostrando que denunciar sí es posible.
Tenemos que aprovechar la literatura, ese espejo que nos ofrecen las letras y las hojas, que nos muestran nuestra realidad o la de muchas jóvenes como Victoria para llegar a los niños, niñas y adolescentes y educarlos. Primero, sobre la importancia del respeto a la mujer; segundo, para que no se queden callados; tercero, para que sepan hacerle frente a estas situaciones. Lo demás es silencio, es un grito de denuncia y un llamado a parar. ¡No más violencia de género!
"En el exterior, los gritos, las pancartas. En el interior, el silencio, la solemnidad... Todavía perduraba el asco, pero era menor. Le tocó el pecho, sí, y los muslos, sí, y la besó de una manera horrible, sí, pero... Ya había ganado. Y dos veces. La noche del domingo, cuando quiso abusar de ella y no lo consiguió, y ahora, frente a la ley. Era libre". Victoria Mateos, la joven que les presente luchó por su dignidad y su libertad. Se dio cuenta que el silencio solo produce dolor.