Cuando era pequeña, la compositora disfrutaba de las melodías que escuchaba en su casa, letras de grandes artistas como Mercedes Sosa, Facundo Cabral y Joan Manuel Serrat; también de los ritmos colombianos, que captaban de inmediato su atención. Su madre, quien se había destacado con su gran voz cantando para algunas radios de Cali, decidió enseñarle el Himno al Valle, convirtiéndose en su primera profesora de canto.
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A los seis años de edad ingresó a estudiar al conservatorio Antonio María Valencia, en Cali, y desde ese momento encontró su afinidad con el piano, quizá por su sonido suave y a la vez armónico. Cuando llegaba del trabajo, su padre, profesor de literatura y gran apasionado por la poesía, solía declamarle poemas y contarle historias de aquellos poetas, por lo que la literatura y la música la han acompañado toda su vida.
Fue al cumplir trece años cuando Carolina Calvache compuso sus primeras piezas musicales, con lo cual identificó que la única manera de que su alma se sintiera plena y libre era unir, crear y explorar con las notas musicales. Luego de terminar el colegió decidió estudiar en la Universidad del Valle. Tiempo después recibió una beca para estudiar en la Universidad de Texas, donde hizo su maestría en jazz y composición.
Luego se mudó a Nueva York, donde la lejanía de su familia la llevó a vivir momentos muy difíciles. Sin embargo, cuando llegaba a casa y de nuevo tocaba el piano, sentía que no era momento de marcharse; todo lo contrario, le faltaban muchos ritmos y tonalidades por descubrir. Llegado el 2014 lanzó su primer álbum Sotareño, nombre inspirado en un bambuco caucano. En este trabajo le rindió un homenaje a su país, al combinar el jazz con ritmos colombianos, pues sus primeros momentos musicales y su cultura siempre fueron parte de sus composiciones.
¿Cómo surgió su más reciente álbum: “Vida profunda”?
Vida profunda es una oda a la poesía y a la vida. Todo empezó cuando llamé a mi padre desde Nueva York y le conté que no me sentía muy bien. Como siempre, cada vez que necesito un consejo, él empieza a recitarme una poesía o algún refrán que me hace sentir que todo está bien, que todo se hace más sencillo. Ese día me recitó “Canción de la vida profunda”, del poeta Porfirio Barba Jacob y, al final, me dijo: “¿Por qué, en vez de ponerte triste, no escribes música a todos estos poemas que te recito y que tienen que ver con tu vida? Tal vez ocuparías mejor el tiempo”. Eso hice, apenas colgamos el teléfono empecé a leer el poema detenidamente y a improvisar en el piano.La canción salió tan fácil, era como si los versos me hubieran encontrado y yo a ellos. Yo ya había compuesto una canción basada en el cuento “El rastro de tu sangre en la nieve”, de Gabriel García Márquez. También había escrito una canción para mi madre, pero creo que desde que terminé la música del poema “Canción de la vida profunda”, sentí la necesidad de seguir el proyecto combinando poesía y mis letras originales.
¿Cómo fue la experiencia de haber compartido la creación del álbum con artistas como Rubén Blades y Marta Gómez, entre otros?
La verdad, es un honor para mí contar con nueve cantantes internacionales con las mejores voces de la escena, incluyendo a Rubén Blades, Marta Gómez, Haydée Milanés, Sofía Ribeiro, Claudia Acuña, Sara Serpa, Lara Bello, Luba Mason y Aubrey Johnson.La experiencia con Rubén Blades fue maravillosa. Poder escuchar a una leyenda como él cantando mis propias letras fue algo muy emotivo. Cuando empecé a escribir la canción “Te conocí de nuevo”, siempre soñé que Rubén la cantara y cuando lo vi en el estudio no podía creerlo. Lo mismo me pasó con Marta Gómez, la voz perfecta para cantar la canción que titula al álbum, porque yo estaba buscando una voz dulce, hermosa, humana y real. La cantante Haydée Milanés interpretó la canción “Stella”, dedicada a mi madre; para ser honesta me demoré mucho buscando la voz adecuada para esta canción, ya que es una de las más personales del álbum y agradezco haber encontrado esa hermosa voz.
En general, cuando escogí a cada cantante buscaba que cada voz concordara con la personalidad de la canción y me preguntaba cómo el tono y el color podrían impactar cada palabra. Así que me siento afortunada de haber podido trabajar con músicos de tan alto nivel.
¿De dónde surgió la inspiración para componer las melodías que acompañan los versos de los grandes poetas Porfirio Barba Jacob y Pablo Neruda?
Cuando me senté ante el piano después de leer bien el poema “Canción de la vida profunda”, quería que la música tuviera un tono dulce, con un color de esperanza y por eso escogí una tonalidad mayor. Creo que esta es una de las canciones que más rápido compuse en el piano.
La canción “Pájaro”, cantada por la cantante portuguesa Sofía Ribeiro, nació primero en versión instrumental. Un día en conversaciones con mi madre empecé a tocar la versión para piano y le pregunté qué sentía cuando escuchaba la música y me respondió: “Yo siento como si hubiera pájaros, como si yo estuviera volando por las montañas, me siento libre y feliz”. Al terminar la conversación, empecé a investigar sobre poemas relacionados con pájaros y la idea de volar y encontré el poema “Pájaro yo”, de Pablo Neruda; lo leí y sus versos fueron un amor a primera vista. Es un poema que invita a la fortaleza y la perseverancia de seguir volando y soñando a pesar de las circunstancias.
En estos años de carrera, ¿qué enseñanzas le ha dejado la música?
La música es como una compañera de vivencias. Cada canción o composición está ligada a una experiencia, una memoria o un evento importante, y creo que solo así puede trascender; solo así puede haber un impacto en los oídos y el corazón de las personas. La clase de música que componemos o que escuchamos cambia con el tiempo, así como cambiamos todos los seres humanos. La música para mí es un aprendizaje diario no solo técnico, también espiritual.
Por Elena Chafyrtth
