Viggo Mortensen: El señor de los roles
Tras un recorrido por más de cincuenta papeles interpretados, Mortensen está nominado al Oscar por su rol de Tony Lip -personaje para el que tuvo que ganar más de 20kilos- en Green Book.
Maria Paula Lizarazo
Llegó a este mundo en Manhattan, Nueva York, en octubre de 1958. Hijo de un danés y una estadounidense, anduvo junto a su familia por el sur del continente durante su infancia. Las circunstancias de su familia lo llevaron a radicarse en Buenos Aires hasta que sus padres se divorciaron y regresó a su ciudad natal con su madre, a los 11 años.
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Llegó a este mundo en Manhattan, Nueva York, en octubre de 1958. Hijo de un danés y una estadounidense, anduvo junto a su familia por el sur del continente durante su infancia. Las circunstancias de su familia lo llevaron a radicarse en Buenos Aires hasta que sus padres se divorciaron y regresó a su ciudad natal con su madre, a los 11 años.
Fue en ese tiempo rioplatense, de contrastes entre las primeras memorias y las numerosas miradas inocentes del pequeño viajero, que Viggo Mortensen emprendió un vínculo con lo artístico, escribiendo cuentos que años más tarde se entretejerían con sus pasos, coincidiendo con esas historias detrás de la pantalla que, a fin de cuentas, también llevan a la reflexión por la representación de lo humano.
Al regresar a Estados Unidos lo metieron al Instituto de Watertown. Caminó su juventud con una cámara en la mano, como si fuera una extensión de sí mismo, persiguiendo imágenes, encuadres, personajes, rincones, historias, misterios, aquello que entonces lo interpelaba y que consideraba digno de registrar.
Hizo estudios en ciencia política y español en la Universidad de St. Lawrence. Luego, al graduarse y sin tener un rumbo determinado, se fue un tiempo a Dinamarca, donde vivió con algunos primos. Allá, inmerso en la incertidumbre que le causaba la mirada hacia el porvenir, se siguió llenando de vivencias. No abandonó aquel ojo crítico que desde niño apelaba su sentir y que con el paso del tiempo se dirigiría hacia ambos costados del lente: detrás y en frente.
En 1982 volvió a Estados Unidos con la firme decisión de a qué se dedicaría en la vida. Había encontrado su pasión, había entendido a qué entregarse por completo. Entró a la escuela de Warren Robertson y a la par actuó con pequeñas compañías de la ciudad.
Para 1985 se puso un sombrero de paja abrazado por un listón negro, una camisa que sostenía dos tirantas y se dejó el rostro sin barba. Fue Moses Hochleitner, un granjero amish en Witness, la película dirigida por Peter Weir que fue rechazada por la comunidad amish, dando pie a que el gobierno de Pennsylvania dejara de apoyar proyectos sobre este pueblo. Su representación fue tan genuina que se dice que a raíz de este rodaje Mortensen no recibió propuestas porque muchos directores creyeron que era un auténtico amish, no un actor.
Luego de Witness participó en rodajes como La matanza de Texas 3 (1990), Extraño vínculo de sangre (1991), Marea Roja (1995), Retrato de una dama (1996) y 28 días (2000). La película que marcó un umbral en su carrera fue El señor de los anillos, cuando se vistió de Aragorn para liderar en varias batallas a los pueblos libres de la Tierra Media en contra de las fuerzas del mal.
El mismo Mortensen cuenta que la representación de Aragorn estuvo precedida por la disciplina: varias lecturas que realizó de toda la saga de Tolkien y de ciertos relatos nórdicos que el propio escritor investigó; también por una revisión de la filmografía de Akira Kurosawa.
Aun en momentos en los que no le tocaba grabar a él, Mortensen no se despojaba de las ropas de Aragorn ni de sus actos. Su trabajo terminó siendo, entonces, el de un hombre que desdibujaba los límites entre el actor y el personaje, entre la ficción y la realidad. Mortensen desenvolvió su puesta en escena encarnando la construcción en sí misma del personaje que representaba: como si fuera un ritual, el desarrollo de la personificación de un otro se volvía imperceptible. Y tan profunda fue su dedicación a Aragorn que terminó por comprar el caballo que lo acompañaba en el filme.
Después de El señor de los anillos, vinieron Alatriste, la película basada en el Capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverte; Promesas del Este, Appaloosa, Good, The Road, A dangerous Method y la película argentina Todos tenemos un plan, entre otras.
Si Mortensen alguna vez prende el televisor es para ver los partidos de su equipo, el equipo del que nunca ha dejado de ser hincha. Dice que su mayor orgullo en la vida es amar a San Lorenzo de Almagro, cuya hinchada, la hinchada azulgrana, lo llama a él ‘Guido’ Mortensen.
Además del cine y el fútbol, dedica su tiempo a la música y la poesía; hizo parte de la banda sonora de El señor de los anillos: el retorno del rey y cantó algunos versos de Tolkien. Frente a la política nunca ha ocultado sus posturas; una vez llevó una camiseta con un mensaje claro para Bush: exigía que no hubiera más muertos a causa del petróleo.
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