Volver a la obra de Gonzalo Arango
“Pasajero a Betania” es una obra de teatro basada en relatos del escritor antioqueño. Para este texto se recogieron algunos comentarios sobre la vigencia de sus ideas.
Óscar Jairo González
¿Considera que la obra de Gonzalo Arango es actual?
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¿Considera que la obra de Gonzalo Arango es actual?
Félix Londoño (1972-)
Es totalmente nueva y actual. No muere porque no pueden acabar con ella ni sus más antiguos contradictores (entre ellos, muchos de sus seguidores): mientras más tratan de destruirla, más interesante se hace para las nuevas generaciones.
Raúl Mejía (1963-)
A veces, la mejor obra es la vida llevada: las anécdotas y evidencias de literatura menos elaborada, como las crónicas o las entrevistas. En estas últimas suele uno toparse con lo mejor de Gonzalo Arango. Sigo creyendo que él fue, ante todo, poeta. No me arriesgo a cualificarlo, pues hay un caudal enorme de admiradores y, en cierta medida, lo soy al haberle leído varios poemas excelentes. Su tránsito vital, su búsqueda, ese hundirse en la lectura, sigue siendo plausible: allí lo percibo actual, puesto que son escasos los que se someten al mesianismo cultural. ¿Es Gonzalo Arango, a la fecha, un autor de culto vigente? He ahí la matriz de discusiones y de su continuidad. Me arriesgo: él habrá de persistir en cualquier antología poética que se edite en castellano y, sin duda, nadie lo destronará del sitial como único “hacedor” de un ismo de trascendencia, así sea para escasos o para el amarillismo.
Mauricio Arcila Arango (1985-)
La obra de Gonzalo es una literatura del ahora, no de antes o de después. Gonzalo escribió desde una realidad ahistórica que no debe ser limitada a las condiciones bajo las cuales nació el nadaísmo en el año 1958. Gonzalo escribió desde una posición ética y estética. Sus concepciones de la libertad y el arte sobrepasaron los márgenes del tiempo y de su sociedad, por eso siempre vivió en una condición de desadaptado.
Luis Fernando Cuartas (1957-)
Algunos textos de Gonzalo todavía nos estremecen. Medellín a solas contigo es una mirada poética y crítica a una Medellín metida en el acoso del dinero, en los prestamistas, en urbanistas desbocados, en fábricas y miserias. Su mirada es muy vigente. Es cáustica y desheredada y nos dejó casi la obligatoriedad de continuarla, de verla desde nuestros ojos también descarnados. Muchos de sus poemas suenan como una carambola en un billar a las dos de la mañana: golpeteo fulminante que nos hace guiños para seguir escarbando. Gonzalo Arango fue un excelente provocador. Pocos de verdad continúan con esa tónica audaz.
Aún mucho antes de mayo del 68, de las luchas en México, y aún mucho antes del hipismo, los nadaístas estaban haciendo irreverencias que antes no se podían concebir en nuestro medio. Es cierto que el dadaísmo ya había nacido y los surrealistas hacían sus actos onírico-creativos. Mucho de lo que experimentaron estos muchachos ya se había vivido o se estaba viviendo: un existencialismo entre la ruralidad y la angustia de una ciudad absurda crecía con las lecturas de Sartre, con Camus y con otros escritores mal llamados “de la incertidumbre”. No se trata de imitarlo a ciegas, ni de escribir parodiando sus panfletos: se trata de mirarlo ahora con ojos de poeta. ¿Qué hacen hoy los poetas para correr el velo de la realidad y esculcar en los resquicios? ¿Para buscar entre las líneas de la gramática del diario vivir una manera para volver al asombro?
Juan José Escobar López (1993-)
La obra de Gonzalo Arango está dispersa en diferentes periódicos y revistas de Colombia (como la de muchos escritores). Esto hace que su vigencia sea tangible, que su memoria esté intacta. Fue un escritor hijo de la violencia en el país, por lo que nos falta entender su posición frente a ella. Al descubrir su obra teatral inédita Susana santa, Susana puta, comprendí que el nadaísmo no fue, como sostiene un crítico, una pantalla de humo de la violencia que acaeció en el Frente Nacional (razón por la que muchos periódicos los hicieron famosos, según dice aquél). En esta obra, tan actual como cualquiera que hoy se escriba sobre un pueblito rural de Colombia azotado por la violencia, están puestas en escena las condiciones marginales del campo, la ausencia de la fuerza pública, el dominio de grupos armados, la superioridad de unas familias y el maltrato a la clase baja, que observamos desde las novelas costumbristas de Carrasquilla a finales del siglo XIX hasta el actual cine colombiano que retrata la violencia rural del país.
De tal forma que la vigencia de Arango radica en su papel de intelectual que enfrentó desde su obra las realidades opuestas, fuera retratando hermosamente un Chocó que hoy está tal cual él lo describió, o poniéndonos en circunstancia desde sus cartas (la mitad de ellas aún inéditas) en el devenir de un escritor, en cómo se forma, qué piensa y siente en su juventud, hasta llegar a ser un autor reconocido y privilegiado por la prensa, elogiado y solicitado por la muchedumbre.