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Vuelve la obra con menos volumen de Colombia

Julio Escallón regresa con su ópera prima “Superpasito”, una obra cuyo dispositivo teatral no tiene antecedentes similares en Colombia y que ha ganado una importante circulación nacional e internacional.

Carlos Moisés Ballesteros P
04 de febrero de 2022 - 02:00 a. m.
Una de las escenas de la obra “Superpasito”, actuada por Luna Baxter y Julio Escallón.
Una de las escenas de la obra “Superpasito”, actuada por Luna Baxter y Julio Escallón.
Foto: Compañía Espacio Escénica

Que la experiencia de lo teatral es siempre diferente, eso ya lo sabemos. Algunos lo asumen desde ese imposible accidente que siempre regala buenos momentos y otros, más que asumirlo desde aquella camisa de fuerza, han optado porque sea una de sus armas más notables para abordar la escena. El teatro, como todo gesto creativo, siempre se ha debatido entre lo nuevo, lo novedoso, lo original y una larga lista de referentes que se repiten aquí, allá y acullá. A pesar de la repetición, el teatro es un regalo. Superpasito, obra escrita y dirigida por Julio Escallón, no es la excepción: un ejercicio que renueva la experiencia de lo escénico a través de un procedimiento tecnológico ya usado en otros espectáculos, pero que aquí provoca, a pesar del gran formato de la obra, una intimidad que solo es posible en los pequeños teatros de aforo limitado.

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Casa E Borrero volvió con esta pieza teatral que explora el texto a través del susurro. Un matrimonio, Lala y Carlo, vive en una distópica situación en la cual no es posible permitirse hablar de otro modo; todo indica que la libre expresión está limitada y que un volumen más alto podría ponerlos en peligro. Al iniciar la obra, todo es oscuridad y, por medio de audífonos, podemos ingresar rápidamente en la atmósfera que se aborda durante todo el espectáculo. En la oscuridad, su respiración nos conecta, nos aterriza y emocionalmente comienza un viaje que recuerda a las viejas novelas de ciencia ficción como Fahrenheit 451, de Bradbury. La historia, que nació como una obra de microteatro y fue adaptada a una versión mucho más robusta, resulta ser una metáfora que asociamos con fenómenos sociales de la historia de nuestro país y el mundo: los regímenes del terror de las dictaduras, el silencio de las víctimas y la inminente persecución a los ciudadanos, por tan solo hablar de una cara posible de interpretación.

El dispositivo del susurro, por su lado, produce una tensión directa y modifica la postura con la que espectador se dispone a ver lo que acontece, lo que en esencia resulta ser uno de los más notables méritos de la puesta: cuando alguien habla bajo, es común que nuestra atención se dirija a ese lugar, así que prestamos más atención. Los actores, con una interpretación muy precisa, van llevándonos por una serie de relatos a través de los cuales nos es posible entender el deterioro de su relación a causa de su condición. Ella, claramente, está más agotada que él y el anhelo por otros tiempos se nos va revelando por medio de cada cosa que anuncia. Parece que la obra va a ser una especie de tiempo suspendido en el que no pasa nada y la desazón se complementa a causa de la falta de acción de los personajes. Después, ella decide romper las reglas y emprender una fuga.

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La obra, al contar con el susurro como norte de la composición (un procedimiento nada común en el panorama del teatro nacional), resulta ser un riesgo de valor que logra acertar en el blanco. El texto, hábilmente, desarrolla una progresión de lo dramático. Las interpretaciones se dan en el lugar preciso y, el sonido, casi al mejor estilo del foley (efectos de sala) que nos proporciona el alcance de los micrófonos usados por los actores, terminan de complementar la experiencia de lo teatral. Superpasito, que estará en temporada en la sala Arlequín de Casa E Borrero hasta el 19 de febrero, es un gran acierto en la programación de la sala. Una obra para todo público que no nos dejará pasar un mal rato en medio de una velada llena de sorpresas.

Por Carlos Moisés Ballesteros P

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