Kandinsky además de ser pintor, abogado y economista dedicó una parte de su vida al arte de enseñar. Fue profesor en la Escuela de Bauhaus durante once años. Gracias a sus diferentes profesiones y, sumado a su constante relación con las diferentes artes, desarrolló una experiencia sinestésica, la cual le permitió llevar a cabo una extrapolación sensorial que desencadenó en una incursión en la danza. Durante esta experiencia, el artista ruso propuso la necesidad de una “danza del futuro” en la que pudieran converger la música, la pintura y la danza.
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Para realizar estas experiencias fueron claves la interacción y cooperación de artistas procedentes de diferentes disciplinas con las que se logró construir un lenguaje propio. La influencia cultural con la que convivió lo llevó a preguntarse sobre cómo llegar a plasmar “la abstracción en la danza”. La respuesta llegó de la mano de la bailarina y coreógrafa alemana Gret Palucca, quien en el año de 1926 creó el proyecto “Dance Curves: on the dances of Palucca”.
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Palucca tenía una visión escéptica de la danza clásica gracias a la bailarina alemana Mary Wigman. Unos años más adelante se convirtió en una de sus primeras alumnas. Hasta 1924 bailó en el grupo de Wigman. Su estilo se conoció por la alegría y la despreocupación que emanaban de su ser, como se puede comprobar en la coreografía de In weitem Schwung o en Tanzfreude.
En 1925 fundó su propia academia: la Escuela de Baile Palucca de Dresde. La formación no se centraba en la preparación y adiestramiento físico del bailarín sino también en su educación intelectual y artística. Por medio de su academia mantuvo contacto con varios instructores de la Bauhaus. Uno de ellos fue Wassily Kandinsky.
Para el año 1936, Palucca participó en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín. Y en 1939 las autoridades nazis le prohibieron bailar y fue sustituida en la dirección de su escuela. No obstante, siguió bailando en eventos privados, lo cual le sería también prohibido más tarde bajo amenaza de internamiento en un campo de concentración.
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La cooperación y la creación que hubo entre estos dos grandes exponentes del arte terminó en un ensayo acompañado de una serie de cuatro dibujos analíticos basada en fotografías de la bailarina realizando movimientos dancísticos ligeros. El pintor ruso se inspiró en la bailarina y convirtió sus figuras y saltos en esquemas gráficos para trasladar a un medio bidimensional la tensión de la expresión corporal y el efecto espacial.
Con estos dibujos se buscaba destacar la simplicidad de la forma trazando líneas rectas y curvas en el eje corporal desplazándose. En lenguaje de Kandinsky: “un punto bailando en el espacio”. Estos dibujos simplificaron el movimiento hasta el punto de llevarlo a la abstracción, y esto se asemejaba en gran medida a la idea de diseño de la escuela Bauhaus, reafirmando con este ejercicio la interacción entre las disciplinas artísticas y la retroalimentación en un ambiente que no limite su creatividad.