
La imagen imperecedera de Tomás Felipe Carlovich en uno de los muros de Rosario, y el eterno homenaje del hincha. / Cortesía
Dicen que la pelota y él eran inseparables, y que por más de que alguno de sus contrincantes quisiera robársela, no lo lograba. Dicen que cuando aceleraba, dejaba a su paso una estela de adversarios tirados en el piso, y que cuando enfrentaba al portero rival, fuera quien fuera, prefería cederle la opción de gol a alguno de sus compañeros. Dicen que decía que hacer goles era lo más fácil del fútbol, y dicen, también, que alguna vez lo oyeron decir que los goles eran una herencia macabra del capitalismo. El capitalismo era el éxito: un...
Por Fernando Araújo Vélez
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