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James en japonés

Uno de los traductores del libro que retrató a Colombia a través del fútbol, de la vida de James Rodríguez y de 14 de sus amigos cuenta por qué acaba de ser publicado en Japón.

Gonzalo Robledo * ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR ,TOKIO
30 de agosto de 2015 - 02:00 a. m.
James en japonés

A finales de 2014 el autor de “James, su vida”, Nelson Fredy Padilla** me hizo llegar a Tokio una copia de su libro que leí con una mezcla de fruición, curiosidad y nostalgia. La biografía de un niño predestinado para ser estrella mundial era también el documento de un país que en medio de persistentes abismos sociales empieza a propiciar exitosos proyectos individuales a largo plazo.

Al terminar de leerlo, me quedé con una serie de imágenes y frases como aquella acuñada por Pilar Rubio, la madre de James, y perfecta para el eslogan de una película: “Nunca quiso ser futbolista, desde que nació fue futbolista”. La popularidad de James en Japón había empezado a crecer como espuma tras aquella jugada efímera y perfecta en Brasil -enganchando al defensa y picando la pelota por encima del portero Kawashima-, y pensé que muchos japoneses estarían interesados en conocer su vida.

Convencido además de los beneficios para la imagen global de Colombia del desempeño de una generación de atletas dotados del equilibrio entre talento y disciplina que no tuvieron muchos de sus más celebres antecesores, redacté un resumen de media página y se lo envié a un agente literario local.

Semanas después, el agente me comunicaba que había recibido cuatro ofertas y proponía escoger la de Jitsugyo no Nihon Sha, una prestigiosa editorial fundada en 1897 que había publicado biografías de Neymar y Cristiano Ronaldo y proponía lanzar la versión japonesa de la vida del 10 de la selección colombiana y del Real Madrid en agosto de 2015, antes del inicio de la Liga Española 2015-2016.

Como compensación por haber presentado el libro me ofrecieron encargarme de la traducción. El problema estaba en que, pese a manejar el idioma con fluidez suficiente para extraer información periodística, carezco de la formación y las calificaciones de un traductor de oficio.

Pero consciente de que para llevar una historia colombiana a otro idioma ayuda mucho saber qué se ve viajando en bus del interior al Caribe, o las implicaciones semánticas en Colombia de la frase “no futuro”, sugerí formar un equipo con otros profesionales aportando una herramienta clave para toda traducción: el contexto.

La tarea de darle forma al texto en caracteres japoneses recaería sobre Asa Kanaseki, traductora que tenía a su haber la versión japonesa de otro libro relacionado con el Real Madrid: “Yo quiero ser Raúl”, del autor español José María Plaza. El tercer miembro del equipo sería Keisuke Okada, joven editor y conocedor del fútbol que, además de supervisar la edición, encontraría los equivalentes a la terminología futbolística del libro.

Hicimos una lista de personajes y una selección de expresiones colombianas algunas de las cuales se las envié al autor con la etiqueta “Frases que se resisten a capa y espada a ser traducidas al japonés”. Entre ellas estaba la frecuente en la infancia de James, “De una, marica”, o el apelativo cariñoso de “Calidoso” que empezó a usar Juan Carlos Restrepo, el padrastro del excepcional deportista durante sus años de formación.

Por lo general encontrábamos equivalentes para todas las expresiones, pero, al no usar el japonés promedio imprecaciones en su habla cotidiana, algunas se quedaron sin condimento. Entre ellas, “más patadas que un hijuemadre” o el habitual tras las mejores jugadas juveniles de James: “¡Gol, hijueputa!”, “¡Gol, marica!”.

Aunque los libros extranjeros llegan por lo regular avalados con la garantía de haber sido publicados por algún prestigioso sello editorial, los editores nipones hurgan en cada fecha y confirman y verifican de nuevo las cronologías como si se tratara de un manuscrito original. Repasamos todos los torneos, campeonatos y fases eliminatorias del joven jugador, los partidos de su padre biológico, James Wilson Rodríguez, y los de los numerosos jugadores mencionados en la obra.

Los editores procedieron luego a marcar y a recorrer mapa en mano los escenarios descritos por el autor en las calles de Mónaco, en el vecindario de la Bombonera en Buenos Aires, en Banfield o por la calle del restaurante más frecuentado por James en Lisboa.

En algún momento la editorial sugirió omitir algunas citas literarias no latinoamericanas del libro (Rimbaud, J.M. Coetzee, Gay Talese y otros), por pensar que podrían estar fuera del radar de un público aficionado a leer sobre deportes pero poco dado a la literatura extranjera. Pero después de calibrar la manera en la que el autor hilvana pensamientos profundos en la historia de un deportista inusual, decidieron mantener las referencias que parecen escritas para la vida de James o inspiradas en sus prodigiosas jugadas.

La cita favorita del equipo traductor fue aquella de Coetzee hablando de jugadas que parecen “descender sobre los jugadores mortales como una especie de bendición de lo alto, esos momentos en que todo sale bien, en que todo está en su lugar, en que los espectadores ni siquiera quieren aplaudir, solo dar gracias en silencio por haber estado ahí en calidad de testigos”.

A lo largo de todo el proceso el autor fue magnánimo con cualquier cambio de orden o recorte sugerido y, además, se ofreció a redactar las notas que tenía para un capítulo adicional sobre James y su relación con Japón. El capítulo japonés conecta directamente al lector nipón con el héroe colombiano nacido en 1991 y cuya biografía transcurre paralela a la su inseparable consola PlayStation, lanzada en 1994.

También menciona la afición de James a la serie de animación japonesa Supercampeones (Captain Tsubasa) y las similitudes de su vida con la del niño protagonista que sueña con jugar en el FC Barcelona animado con frases que evocan las máximas de superación repetidas tantas veces por Juan Carlos Restrepo a James: “Cuanto más entreno más suerte tengo”, “ser amigos en la cancha”, “ser fanático”, “pensar positivamente”.

Keisuke Okada, el editor, me comentó que el libro fue para él una revelación pues antes de leerlo estaba convencido de que debido a las durezas económicas las estrellas sudamericanas del fútbol solo podían triunfar con grandes dosis de egoísmo. “Los gestos de James hacia sus amigos de infancia descritos en el libro y su labor de ayuda a los niños de su país, transmiten en cambio una gran generosidad. Quisiera que todos los niños de Japón lo leyeran”, fue su conclusión.

Para enfatizar la gran confianza que inspiró James en su familia, en sus entrenadores, amigos y todos los que lo rodearon durante su formación, la editorial decidió poner al lado del nombre de James la palabra japonesa “shinjiru” (creer) y el título podría traducirse como “Creer en James Rodríguez”.

Adornado con una cinta color “amarillo colombiano” el libro empezaba a salir de la imprenta cuando, por una feliz coincidencia, la empresa Toyota invitó a James a Tokio para protagonizar la campaña de un nuevo vehículo familiar llamado Sienta.

James estuvo invitado a varios programas de televisión y en uno de ellos, el 12 de julio, le celebraron su 24 cumpleaños delante de millones de televidentes. Sin ningún esfuerzo aparente James conquistó a los presentadores y a la audiencia con cuatro virtudes que parecían sacadas del manual del perfecto japonés: discreción, modestia, cortesía y honestidad.

Además de la presencia del jugador en vísperas de lanzamiento del libro, el vehículo Sienta se presentaba en un color único, amarillo, y James aparecía en todos los anuncios luciendo una camiseta amarilla que evocaba la de su selección nacional y la portada del libro.

La semana en la que la biografía salía a la venta, las calles del barrio joven de Harajuku se llenaron de carteles con un primer plano de James que evocaba la portada. Una fiebre amarilla empezaba a invadir Japón. Y si las biografías de Cristiano Ronaldo y Neymar son una referencia, James Rodríguez. Creer estará muchos años en las librerías de este país.

* Traductor, periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.** Editor dominical de El Espectador

Por Gonzalo Robledo * ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR ,TOKIO

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