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“El abrazo de la serpiente” narra el encuentro entre el último sobreviviente de una tribu indígena y chamán, Karamakate, y dos científicos que recorren la Amazonía colombiana, con 40 años de diferencia, en busca de una planta sagrada que podría curar sus males. El filme de 2015, dirigido por Ciro Guerra, participó en su momento en la Quincena de Realizadores del Festival de Cine de Cannes y fue nominado al Premio Óscar como mejor película extranjera.
La historia que se tradujo a la pantalla en blanco y negro está inspirada en los diarios de unos de los primeros exploradores en llegar a la Amazonía Colombiana, Theodor Koch-Grunberg y Richard Evan Schultes. El primero es un personaje que Guerra descubrió en 2010 gracias a un amigo antropólogo. “Koch-Grunberg —quien venía siguiendo los pasos de otro explorador y fue seguido luego por Richard Evan Schultes (1915 -2001)— dejó un diario, rescatado por su acompañante indígena, quien se encargó de llevarlo de vuelta a Alemania. Koch-Grunberg fue el primero en escribir sobre las comunidades de una manera humanista y en establecer relaciones de amistad con los indígenas”, aseguró el director.
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La cinta es una producción de Ciudad Lunar, casa productora de Los reyes del mundo, Pájaros de verano, Los viajes del viento, La sombra del caminante y varios títulos internacionales. Los protagonistas de este film, que ya está disponible de manera gratuita en la plataforma RTVCPlay, son Jan Bijvoet, Brionne Davis, Antonio Bolívar, Nilbio Torres y Yauenkü Migue (Miguel Dionisio).
Hace ocho años, cuando se estrenó la película, Bolívar y Torres, indígena ocaina indígena cubeo respectivamente, respondieron algunas preguntas para El Espectador. Aquí recordamos algunas de ellas.
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En los momentos históricos que la película abarca se muestra una selva corrompida, desencantada. La preocupación de la película es muy actual. ¿Cómo sienten la selva, la amenaza del hombre blanco ahora?
Bolívar: Nosotros somos parte de la naturaleza, venimos de la naturaleza y vivimos de la naturaleza: nos da el agua, el aire, el alimento, el calor, la medicina. Todo está en la selva. Pero cuando llegaron los españoles llegó nuestra primera destrucción. Mataron a nuestros primeros indígenas, que no sabían cuán valioso era ese oro que tenían. Desde ahí viene una herencia de violencia que desbarató nuestros usos y costumbres. Unos los llevaron pal Brasil, otros pal Perú, y los que quedamos, quedamos regados. Se perdieron nuestras leyes, nuestros valores, y ahora luchamos por mantener nuestras costumbres. El asunto del narcotráfico también acabó con una parte de nosotros, y todavía sigue vivo. No hay paz por el asunto de la hoja de coca, que para nosotros es un árbol sagrado. Así que, por un lado, ha quedado esa mancha de violencia desde Cristóbal Colón. Y además vienen entrando las multinacionales a adueñarse de todas las riquezas que son nuestras, de los colombianos blancos e indígenas. Pero nadie nos protege, nadie nos ayuda. Eso también está en la película: el mundo está con ganas de adueñarse de este continente porque aquí está la riqueza, el aire puro, la selva, el mito más grande del mundo. Y nosotros no podemos contra los grandes adinerados. El Amazonas es el pulmón del mundo, pero, digo yo, ya tiene un pequeño cáncer, y si se sigue así ya no va a ser cáncer, se acabarán los pulmones y hasta ahí llegamos.
¿Cómo sienten el retrato que hizo Ciro Guerra, siendo que mezcla elementos de diferentes culturas?
Bolívar: Cuando el turista va al Amazonas, va a ver a los indígenas que están más cerca de la ciudad y que buscan dinero con eso; así cumple su cuota, mirando ese poco. Como el espectador no conoce el contenido dice “está bueno, está bueno”. Hay ese pequeño tropiezo con nosotros mismos.
Torres: Siento que la película es honesta, lo que nos han contado los mayores sobre la película más o menos es lo que Ciro muestra.