“La Tele Letal”, palíndromo del humor

Llegar al set de este programa de humor político y social fue un trabajo complejo. Sin embargo, una vez allí, esa percepción se transformó en un ambiente de risa, confianza y comentarios reflexivos.

Ana María Mateus
12 de mayo de 2018 - 02:00 a. m.
Un detrás de cámaras de la grabación de “La Tele Letal”. / Ana María Mateus
Un detrás de cámaras de la grabación de “La Tele Letal”. / Ana María Mateus

En el lugar había unas 20 personas. Eran las nueve de la mañana y estaba todo el equipo de producción, el director y uno que otro invitado, incluyéndome. Doña Anciana (Blanca Ligia) se encontraba sentada en un lado del set esperando a que la llamaran para hacer su aparición y corta presencia en ese capítulo. El escenario es tal cual se ve por la pantalla. El sofá café junto con las sillas grises, los tapetes de colores, el televisor antiguo al frente y paredes llenas de memorias que construyen con recuerdos la trayectoria de este programa. El invitado especial de ese día era Primo Rojas y la entrevista que le hicieron duró una hora.

La Tele Letal se ha caracterizado, desde su primera versión en los 90 hasta la actual, por sugerir nuevas formas de hacer televisión y entablar temáticas diferentes que abarquen algunos aspectos propios de la cultura, como los deportes, y otros importantes, como el contexto político y social del país.

Al querer saber cómo es la experiencia de generar crítica por medio del humor a través de sus ojos y su esencia, contestaron lo siguiente.

“Es una experiencia que no lo fue porque nunca fue nuestra intención. Todo ocurrió de una manera abrupta, instintiva. En el transcurso del ejercicio, desde la primera Tele hasta esta, hemos estado descubriendo cosas nuevas y entendiendo que no tenemos control sobre lo que hacemos”, cuenta Santiago Moure.

Por su parte, Martín de Francisco manifiesta: “Al ser un paracaidista profesional, uno está acostumbrado a solucionar las cosas sobre la marcha. No es lo mejor, pero es la verdad. Ese es el espíritu del itinerante y también de quien no es experto en las cosas que ha hecho. Inicialmente, el programa estaba diseñado para una cosa, y terminó siendo otra”.

El programa tiene notas pregrabadas en las que abordan situaciones o personajes cotidianos con los que intentan eliminar tabús y estigmas al ser poco tratados. Entonces se vuelve normal y común hacer periodismo nato de ancianato con Doña Anciana en establecimientos donde venden ataúdes, donde se trabaja la gallinaza o donde se consiguen los entresijos y las vísceras de animales. O simplemente salir a la calle para conocer la opinión de los ciudadanos frente a temas básicos pero polémicos: política, memoria, el significado de los nombres y hasta saber si los identifican o no.

El hecho de que Martín de Francisco y Santiago Moure hayan regresado después de tantos años hace que el rango de audiencia se expanda y recaiga en diferentes generaciones: la anterior, en la que surgió por primera vez la idea, y la de ahora. Quería saber cómo han influido esos cambios tanto en ellos como en el programa, entonces, en medio de contrapreguntas que tenían que ver con la edad de mis papás y mi hermano (por quienes conocí La Tele) la mía y la de ellos. Concluimos que no sólo ya son veteranos, sino que el contexto del país sigue siendo el mismo y que es muy preocupante que los chistes o los comentarios de hace 20 años aún encajen en esta miserable realidad.

Para finalizar y poder detallar a ciencia poco cierta lo que es La Tele Letal, palíndromo y espacio de aprendizajes bien particulares, los dos personajes definieron con una frase lo que para ellos significa este gran proyecto.

“Yo creo que la definición está dicha desde el mismo nombre: La Tele Letal... Letal para nosotros”, comenta Moure, mientras De Francisco dice: “Es putrefacción con refinamiento y chabacanería”.

Por Ana María Mateus

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