Guillermo Prieto Pirry, conocido en el mundo de la televisión como un hombre apasionado por los retos, como escalar montañas, estudió zootecnia por presión familiar.
Luego de terminar su carrera universitaria, empezó a sobrevivir fuera de su campo de acción. Se defendía trabajando en bares y discotecas hasta que algún día encontró su verdadera vocación: “Un día terminé con unos amigos en una revista de deportes de riesgos; ahí fue cuando me di cuenta de que en verdad lo que me gustaba era contar historias”.
Después escribió para la revista Shock, presentó una sección de actividades extremas en el programa de televisión Francotiradores y realizó crónicas para Noticias RCN, lo que le mereció un Premio Simón Bolívar.
Con el premio en la mano, se arriesgó a proponer El mundo según Pirry.
Al principio hacía de todo, escribía, producía y dirigía. Después le asignaron más personal y pudo delegar algunas funciones, sin embargo, él afirma que “lo único que no voy a delegar es lo que más me apasiona: escribir el texto del programa”.
Su manera desparpajada de hablar y su naturalidad para dirigirse a la gente han hecho que el televidente sienta cierta familiaridad y credibilidad hacia él.
Para Pirry, su programa ha trascendido más allá de un simple espacio de opinión. Cuenta que, a partir de la historia de Garavito, el programa logró poner en agenda pública la situación de abusos a menores, e incluso, ayudó a presionar para hacer cambios en la ley.
Y aunque este boyacense vive de riesgo en riesgo, hay algo a lo que le teme verdaderamente: “Me da miedo meterme con algunos estamentos del poder, por que después se me vienen los intentos de censura, junto con amenazas físicas y jurídicas”.
Pirry seguirá tratando de cambiar poco a poco su imagen de deportista extremo a cronista de historias reales.
Para lograrlo, continuará realizando actividades que le generan endorfinas, las mismas que lo llevan a tener emociones fuertes y a experimentar historias para contar: el sexo y la escritura.