![La película cuenta cómo un rico terrateniente contrata a tres jinetes para delimitar el perímetro de su extensa propiedad. / Cortesía: MUBI.](https://www.elespectador.com/resizer/n75l1PC3Y4BDTk0MABhZ5jMip00=/920x613/filters:quality(60):format(jpeg)/www.elespectador.com/resizer/RxRw_6rAbf5L4KMDk9gYqoK9NyU=/arc-anglerfish-arc2-prod-elespectador/public/JXGZJRKIINGITIKCFQBCOLWJXQ.jpg)
La película cuenta cómo un rico terrateniente contrata a tres jinetes para delimitar el perímetro de su extensa propiedad. / Cortesía: MUBI.
Foto: Cortesía: MUBI
Un frío extremo y un clima azaroso se toman la pantalla desde el primer momento de “Los colonos”. Tres personajes se vuelven el foco de atención: un chileno mestizo llamado Segundo, interpretado por Camilo Arancibia, un excapitán inglés de apellido MacLenan, interpretado por Mark Stanley y un mercenario estadounidense de nombre Bill, interpretado por Sam Spruell. El inicio de la cinta me recuerda a “El bueno, el malo y el feo” (1966), de Sergio Leone, la diferencia es que, de estos personajes, creo que no hay ninguno bueno.
![Mateo Medina Escobar](https://www.elespectador.com/resizer/_L6RMIVtlIx4X-t7lHcbcNlwN8s=/140x140/filters:quality(60):format(jpeg)/s3.amazonaws.com/arc-authors/elespectador/864be260-a049-4eae-9c12-2dd69ccb8c57.png)
Por Mateo Medina Escobar
Profesional en Medios Audiovisuales. Fue periodista y colaborador audiovisual en la Unidad de Investigación Periodística del Politécnico Grancolombiano. Es coautor del libro “Entre Periodistas”.@tamdemesmmedinae@elespectador.com
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