“Prometo volver”: superheroínas en la tierra y el espacio

La directora y guionista francesa Alice Winocour cuenta cómo fue el proceso de realización de su más reciente cinta, protagonizada por Eva Green y Matt Dillon.

* Redacción Gente
13 de marzo de 2020 - 02:00 a. m.
Una escena de la película “Prometo volver” (“Próxima”), de la francesa Alice Winocour.  / Cortesía
Una escena de la película “Prometo volver” (“Próxima”), de la francesa Alice Winocour. / Cortesía

¿Por qué escogió hablar de una mujer astronauta en la película “Prometo volver”?

Mi prioridad era mostrar a una superheroína y una madre en el mismo cuerpo. El cine no suele representar estos dos estados en la misma persona, como si heroína y madre fueran incompatibles. Las superheroínas siempre están lejos de los problemas de maternidad o de la feminidad cotidiana. ¡Una mujer de la NASA me dijo que su mejor entrenamiento para ser astronauta había sido ser madre! Porque una madre tiene múltiples tareas al mismo tiempo. Este es el tema feminista planteado en la película, que muestra que una mujer puede ser tanto madre como alta profesional.

¿Repasó películas espaciales, aunque solo fuera para hacer algo diferente?

Cuando asumo un tema, generalmente trato de ver todos los filmes que se hayan hecho al respecto. Pero en lo que concierne al espacio, las películas estadounidenses han saturado este terreno. Para Prometo volver trabajamos con la ayuda de la Agencia Espacial Europea y obtuvimos su colaboración para filmar en los lugares reales donde se preparan los astronautas del mundo entero para salir del planeta. Lugares que nunca habían sido filmados, como el centro de formación de Colonia, que es la base de la Agencia Espacial Europea; la ciudad cerrada de Star City, cerca de Moscú, y el Cosmódromo de Baikonur, una base militar rodeada de puestos de control.

¿Cuáles son las diferencias entre las películas sobre astronautas de Hollywood y “Prometo volver”?

En las películas de Hollywood el astronauta está por encima de lo humano, como una especie de superhumano, pero lo que descubrí durante el rodaje es que no hay nada más humano y frágil que los astronautas. Enfrentarse al espacio es experimentar la fragilidad humana y darse cuenta de lo atados que estamos a la Tierra, a todas esas cosas a las que no prestamos atención y que añoran y necesitan los astronautas en el espacio.

La película aborda de frente el machismo cotidiano en la comunidad espacial.

Estas escenas pueden parecer caricaturescas, pero no son nada para lo que es la realidad contada por las mismas mujeres astronautas. Es un mundo masculino, pensado por hombres para los hombres. Por ejemplo, los trajes espaciales tienen mayor peso en los hombros porque los hombres son fuertes ahí, mientras que las mujeres tienden a concentrar su fuerza en las caderas. Allí, las mujeres deben redoblar sus esfuerzos para sortear este entorno masculino, pero no deben intentar cambiarlo tampoco. Esta película rinde homenaje a las mujeres que deben conciliar todo esto, aspecto obviamente exacerbado en este medio de la conquista del espacio. En el cine, las heroínas tienen a ser etéreas.

La escena del despegue es inolvidable. El público tiene la sensación real de ser arrancado de la Tierra. ¿Cómo lo logró?

Quería hacer una película física. Trabajamos duro en el sonido, también en cada aspecto sensorial de la experiencia. La conquista del espacio nos hace darnos cuenta de cuán frágiles somos, cuán terrenales somos, muy pequeños frente a las fuerzas que están más allá de nosotros. Thomas Pesquet me dijo que cuando vio la película y el despegue logró sentir emociones que no pudo experimentar durante su despegue real.

¿Por qué escogió a Eva Green para interpretar a Sarah?

No quería una “mater dolorosa”. Eva (Green) tiene una actitud luchadora que me gustó. El guion fue estructurado como las etapas de separación del cohete: Sarah vive en etapas la separación tanto de la Tierra como entre madre e hija. En el protocolo de despegue real se incluye la mención “separación umbilical”, entonces la metáfora no es producto de mi imaginación. Las cualidades luchadoras de Eva pueden ser las de una madre, solo que no las del tipo de madre típicamente representada en el cine. Eva posee un aire extraño por lo que no sorprende que haya trabajado con Tim Burton.

¿Cómo encontró a la pequeña Zélie Boulant-Lemesle?

Después de un largo casting, audicionando a casi 300 chicas. Necesitábamos una niña que pudiera actuar, que tuviera química con Eva y que pudiera viajar a Rusia y Kazajstán con nosotros. Lo que me atrajo fue que Zélie también tenía ese aspecto geek del niño que no encaja en ningún molde.

Lars Eidinger transmite un tipo más suave, más abierto, menos vaquero.

Su personaje es un guiño a la verdadera rivalidad que existe entre astrofísicos y astronautas, entre aquellos que deciden quedarse en el suelo y los que despegan en el cohete. Son dos mundos diferentes, como el elenco y el equipo técnico de las películas. Los astronautas tienen más brillo, un mayor perfil público, son más publicitados, mientras que los científicos se quedan en la sombra. Cuando llamé a Sylvestre Maurice, el astrofísico con quien escribí el papel de Lars, él decía: “¿Puedes llamarme más tarde? Estoy en Marte esta noche”. Estas personas están en la estratósfera, es fascinante estar cerca de ellos. Para el personaje de Lars, era necesario un actor alemán, pues la ESA está en Colonia. Lo había visto y me había gustado en obras de teatro dirigidas por Thomas Ostermeier. Nos conocimos en Berlín en el Schaubühne después de su impresionante actuación en el papel de Ricardo III. Además, conocía a Eva pues ambos trabajaron juntos con Tim Burton.

Trabajó con su director de fotografía habitual, Georges Lechaptois. ¿Es importante para usted tener un equipo que conozca bien?

Me gusta trabajar con las mismas personas. Es como la familia. Muy a menudo tengo una serie de imágenes muy heterogéneas en mi mente, en este caso, que van de Yi Yi a Tarkovsky, y prepararme con Georges me ayuda a digerir esas referencias.

¿De dónde surgió esa idea de la escena con los caballos?

Había visto caballos salvajes en mi primer viaje de exploración de ubicación a Baikonur. Estaba fascinada, así que escribí esa escena. Ya en el rodaje no fue tan fácil. Sentada en el autobús con nuestra cámara, esperando que aparecieran los caballos salvajes, sentí que todo era absurdo. De repente, los vislumbramos en la distancia y prendimos la cámara. Los caballos simbolizan la imaginación de la niña y la idea de que ella debe mantenerse con los pies en la Tierra mientras su madre acaba de despegar a las estrellas.

Por * Redacción Gente

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