Serie Dark II, entre la endogamia y el infinito

Reflexiones sobre viajes en el tiempo, y universos paralelos, a propósito del estreno de la segunda temporada en Netflix.

Deivis Cortés * / Especial para El Espectador
10 de julio de 2019 - 10:04 p. m.
La serie de origen alemán Dark se convirtió en un fenómeno mundial cuando apareció en diciembre de 2017. Por eso Netflix presentó la segunda temporada. / Cortesía
La serie de origen alemán Dark se convirtió en un fenómeno mundial cuando apareció en diciembre de 2017. Por eso Netflix presentó la segunda temporada. / Cortesía

1.

Los universos paralelos y los viajes en el tiempo son como el creacionismo y el evolucionismo. Son paradigmas narrativos (aunque para los físicos sea un poco más que eso) que tratan de explicar el mundo y/o ciertos fenómenos del mismo: circularidad, linealidad, simultaneidad, saltos, discontinuidades, continuidades, desapariciones de elementos, apariciones repentinas de otros  elementos, deja vus, fallos de conciencia, alteraciones de memoria. Todo se puede explicar desde ambos paradigmas. El verdadero problema que se está planteando de un tiempo a esta parte (y no de un “paralelo” a esta parte) es si ambas teorías deberían ser complementarias o mutuamente excluyentes. (Más: Netflix y los cortometrajes, a propósito de Love, Death & Robots).

Hay muchas similitudes de entrada. Ambos paradigmas acuden a una otredad para explicarse/fundamentarse y poner la acción en marcha. Una otredad que le da información al héroe o bien interviene y modifica la realidad (activa o pasivamente) para generar un efecto concreto. De hecho, el recurso del “otro que interviene” es trasversal a toda la narrativa, sólo que toma formas diversas: ángeles, dioses, fantasmas, forasteros, familiares inesperados, etc. En el contexto de la ciencia ficción más conceptual, esa otredad corresponde a viajeros del tiempo y habitantes de universos paralelos.

Es sospechoso que ambos paradigmas tiendan a explicar las mismas cosas y a resolver los mismos problemas. Esa coincidencia podría implicar que ambos pueden ser fragmentos o caras de un corpus teórico explicativo mucho más amplio y holístico, pero hasta que dicho corpus no sea descubierto o si quiera se pruebe su existencia, no es conveniente mezclar manzanas (viajes en el tiempo) con naranjas (universos paralelos), tal como lo hace el final de la reciente temporada de Dark. (Lea sobre la serie web Con ánimo de ofender)

2.

No es conveniente mezclar, dicen los más puristas. Tiene que ser una cosa o la otra, así como se es creacionista o evolucionista, fan de Seinfeld o fan de Friends. No se puede decir que todo viene del Big Bang, pero que dicho fenómeno fue creado por Dios. No se puede decir que la evolución de las especies obedece a leyes naturales, pero esas leyes fueron escritas con caligrafía divina. No se puede decir que hay un Dios…pero que dicho Dios fue construido en un laboratorio genético o es producto de una super evolución del ser humano. No se puede forzar tanto el discurso en pos de conciliar dos teorías antagónicas. No se puede ser tan irresponsable y sin embargo suele hacerse todo el tiempo (y no “todo el paralelo”). No se puede decir que las máquinas del tiempo vienen de universos paralelos. No se puede decir que los universos paralelos son producto de viajes en el tiempo, como sucede en varias obras canónicas, incluyendo Back to the future II. Se puede y se ha hecho, obviamente, pero no debería hacerse, porque diciéndolo directamente, la ficción de viaje en el tiempo es más meritoria que la ficción de universos paralelos. Untar un poco de viaje en el tiempo no afecta en nada la poca dignidad del multiverso. En cambio, untar un poco de multiverso en los viajes en el tiempo, sí daña y contamina la experiencia, tanto como cuando se le agrega arroz a la empanada.

Los universos paralelos son facilistas por defecto dada su condición de dispensadores de deus ex machina. De hecho, podría decirse que son la forma más clara de ilustrar contemporáneamente el deus ex machina tal como el final del Ulises de Joyce ilustra el flujo de conciencia. En su acepción original, deus ex machina se refiere a la intervención de dioses griegos para solucionar problemas de humanos; pero desde la lectura crítica de Aristóteles, deus ex machina describe el procedimiento “creativo” de apelar a elementos externos para resolver algo que el escritor (dramaturgo, guionista) no pudo solucionar con los elementos ya disponibles y exhibidos al lector/espectador.  Así como el gambler se saca un As de la manga para ganar la partida de póker, el escritor de ficción de multiverso se saca un universo nuevo de la manga cada vez que se queda sin recursos.

El deus ex machina está sería castigado con la muerte en un estado totalitarista gobernado por escritores puristas. No obstante, el paradigma del multiverso tiene licencia para hacer trampa, porque todo deus ex machina amparado por este discurso, cobra legalidad y hasta cierta legitimidad. Con dinero lavado se pueden comprar productos de calidad, incluso puede ser donado a causas benéficas. Así mismo, en casos excepcionales, a pesar de tener la trampa en su ADN, el multiverso arroja productos de calidad (Coherence, Mr. Nobody, Fringe, Rick & Morty, Spider-man: Into the Spider-verse) y productos no tan dignos pero que gozan del favor del público (Stranger Things)

Pero aunque haya productos dignos y productos rentables, consumir ficción de multiverso es incómodo; el espectador/lector experimenta la sensación de que el creador hará trampa en cualquier momento. Incluso, ciertos productos invitan a pensar que el creador se planteó originalmente una historia ambientada en un solo universo cerrado, pero al tropezar con un problema irresoluble, optó por sacarse de la manga un segundo universo que contenga (ojalá) la solución a lo irresoluble (Escena final de Dark) Digamos que el creador ya dispone de dos universos y aun así se le siguen presentando problemas irresolubles. ¿Qué hace? Se sacará de la manga un tercer universo, y aunque esté ya en posesión de 1548456 universos, se sacará de la manga uno más o los que sean necesarios hasta alcanzar la solución que precisa. Deus ex machina. Trampa creativa muy similar a la que se incurre en algunas road movies: la pareja viaja pero no se reconcilia en este pueblo, aunque puede que lo haga en el siguiente o en el que viene después.

3.

Los viajes en el tiempo deterministas plantean la endogamia como regla: un universo que se está devorando a sí mismo, un universo donde todo tiene relación con todo, un universo donde todos son padres e hijos de todos al mismo tiempo y todo se explica y genera/generó a sí mismo porque las causas y los efectos son equivalentes. El viaje del tiempo determinista, en últimas, explica que todo lo que yo creía que me afectaba desde el exterior, lo estaba generando yo mismo luego de haber hecho uno o múltiples viajes. Yo soy la otredad y cuanto más intento cambiar los eventos, más me doy cuenta de que mi intención de cambio fue lo que generó el evento en primer lugar; por ende, no es posible el cambio.

La negación del cambio, la ilusión del control y la predestinación son discursos que temáticamente podrían sonar religiosos y hasta confesionales (Dios = Tiempo). Pero no hay que afanarse: se trata de meras consecuencias colaterales del aparataje formal ultra exigente que implica este paradigma narrativo. Algo similar a los enigmas cerrados de Agatha Christie (Diez negritos, Asesinato en el Orient Express) o los relatos irónicos de Robert Heinlein, principalmente Por sus propios medios y All You Zombies, este último adaptado recientemente en la película Predestination. En cualquier caso, el viaje en el tiempo determinista opera con variables limitadas, de manera que, además de ser paradigma narrativo, es también un juego mental, tal como la novela policiaca, sólo que a un nivel de complejidad mucho mayor. Si un creador quiere ponerse a prueba, es mejor que lo haga en el contexto de los viajes deterministas. Aunque puede usar el multiverso si quiere también…pero sólo como práctica.  

En el multiverso no solo el cambio sino TODO es posible. El paradigma permite siempre añadir una variable (nueva) a la ecuación sin que esta se desbalancee; de hecho, parece equilibrarse mejor cuantas más variables nuevas se añadan. Un paradigma prefiere apostarle a la limitación, a lo cerrado, casi a lo claustrofóbico. El otro prefiere la expansión, lo episódico, el “y entonces pasó esto otro”. Uno es más legítimo que otro y menos tramposo que el otro, pero también es mucho más exigente, y hay ciertos creadores que no soportan la presión, no teniendo la solución facilista tan a la mano. Por eso hay productos que arrancan siendo deterministas, pero terminan cediendo a la tentación de incluir elementos de multiverso, sólo para hacerse la vida un poco más fácil, sólo para que crear no sea siempre tan tortuoso.

4.

La idea de multiverso nace de una concepción espacialista de la realidad. Todo se puede explicar espacialmente y todo se puede explicar temporalmente. Nuevo versus que propongo para reemplazar al manido creacionismo/evolucionismo. Espacialismo vs Temporalismo. Y a pesar de que el multiverso es una metáfora esencialmente espacial (geometría inexacta incluida), el discurso de los viajes en el tiempo (deterministas o no) también acude a metáforas espaciales para explicarse: se dibujan líneas de tiempo, diagramas de flujo, árboles genealógicos y esquemas que son esencialmente espaciales, aunque no deberían, pero se entiende que es más por una limitación o por una comodidad que surge de esa limitación. Los viajes en el tiempo deberían explicarse usando metáforas de tiempo, pero al parecer vivimos en un mundo (universo) conquistado por la comodidad de la espacialidad, incluso en términos de metáforas.

El espacialismo propende por la expansión del universo. Si hay más espacio, hay más sitio para ubicar retórica, hay más dónde ubicar la ausencia de argumentación y hay más sitios de donde sacar naipes. Si el universo está en expansión, existe la posibilidad de que haya más elementos aún, aunque igual si se agota el espacio, siempre se puede crear otro universo con un poco más de espacio, así sea sólo una habitación sin baño. El multiverso es facilista porque, evidentemente, es más sencillo crear usando el infinito como coartada y como cómplice. Es más fácil moverse en el infinito que en una habitación cerrada. Pero aunque la habitación esté cerrada, siempre se puede entrar o salir por una ventana, y eso es exactamente lo que está pasando (o tal vez esté pasando desde siempre): el multiverso se está colando en la habitación cerrada del determinismo a través de la ventaja del viaje al futuro.

Viajar al futuro es una huida hacia adelante, un intento por extender la frontera hacia algo desconocido esperando encontrar allí la respuesta a problemas que estamos planteando hoy, es decir, en el terreno conocido (y semi cerrado) de la actualidad. “Ya lo resolveremos en el futuro” “Amanecerá y veremos” “Ya mañana es sábado” “Consultémoslo con la almohada”. Esa noción de aplazamiento tan cotidiana (y tan fastidiosa) puede leerse o bien como una ventana o bien como una habitación en constante expansión. “No encuentro mis llaves, pero a lo mejor si hago más grande la habitación, aparecerán”. Mañana mi habitación tendrá un par de metros cuadrados extra, y allí germinará la solución a todos mis problemas. Y si no está allí, en los metros cuadrados de mañana, aparecerá en los metros cuadrados extra de pasado mañana, y así sucesivamente, ad infinitum. Multiverso colonizando determinismo.

Pero sin duda, lo más aberrante que ocurre en esta relación de paradigmas, es cuando el viaje al pasado se justifica desde el multiverso. Cuando se dice que determinada persona viaja al pasado y mata a sus abuelos, pero en realidad no los está matando a ellos sino a versiones alternas de ellos porque o bien el mero viaje creó un universo paralelo (ahora culpan a los viajes en el tiempo del multiverso), o bien el viajero “nunca viajó en el tiempo” sino que se “desplazó entre universos paralelos desfasados” (o desincronizados), lo que convierte el hermoso concepto de máquina del tiempo en una máquina que se mueve entre universos; es decir, una deus ex machina del tiempo.

¡Que H.G. Wells perdone las almas de Baran bo Odar y de Jantje Frieseestos si la tercera temporada de Dark entra de lleno al espacialismo!

* Realizador y analista audiovisual. Magíster en Escrituras Creativas. Extra con parlamento en Con Ánimo de Ofender (serie web). Crítico de cine en El Espectador.

Por Deivis Cortés * / Especial para El Espectador

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