David Lynch, oda al nacimiento de un genio

El cineasta estadounidense llega a sus 72 años de edad tan vital y ‘loco’ como siempre.

Julieth Castaño / Especial para El Espectador
21 de enero de 2018 - 12:04 a. m.
AFP
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David Keith Lynch nació un 20 de enero de 1946 en Montana, Estados Unidos. Es director, guionista, actor ocasional en sus filmes, productor musical, pintor y fotógrafo, para qué más. Amante fiel del surrealismo, el dadaísmo y el mundo onírico, lo que lo ha convertido en un experto en romper las reglas, en jugar y experimentar con la mente de quienes se sientan a ver sus películas y dejarlos siempre a la expectativa de lo que puede pasar; siempre tiene cuidado en entregar pistas sin delatarlo todo y dejar al final esa sensación de no haber entendido nada. (Lea aquí: David Lynch, ovacionado en Cannes con el regreso de "Twin Peaks")

No en vano se ha ganado el título de ‘director de culto’, pues su enigmática mente opera lejos de los cánones del cine clásico de Hollywood y en varias de sus entrevistas ha dejado más que claro que no  le importa demasiado si el público comprende sus historias o queda lleno de interrogantes. Si se enamora de una idea por más absurda que sea, la realizará y la volverá más absurda aún. (Lea aquí: Cineasta David Lynch debuta en la música pop)

“Nunca pienso en el público, eso es como el beso de la muerte. Si tú piensas en él te vuelves loco porque todas las personas son diferentes (…) cuando tienes un guion en tu mano al leerlo las cosas empiezan a tomar vida en tu mente y te enamoras de esa idea, eso lo único que importa, luego la traduces al cine. Si  sientes que lo que has hecho está bien, ya has ganado”, dijo en una conferencia en la Universidad Carlos III en Madrid (España) en 2013.

Las características comunes dentro de sus películas giran entorno a historias que se desarrollan en lugares corrientes donde parece brillar la calma, para luego dar vuelta y mostrar personajes atormentados con una realidad completamente distorsionada. Pasamos de ver estos mismos personajes envueltos en situaciones cotidianas con las que podemos identificarnos a verlos tomar rumbos confusos y extraños que nos hacen entrar y perdernos irremediablemente en el laberinto cinematográfico de David Lynch.

Y es que nadie puede definir mejor su modus operandi más que él mismo, pues se declara como un detective que destapa todo aquello que los demás quieren ocultar y saca a la luz lo que se esconde tras las limpias fachadas para explorar los rincones más oscuros y tortuosos de la existencia.

Sin duda su estilo logra que el espectador se mantenga activo ante la pantalla,  que se preocupe por tratar de comprender e interpretar todo lo que el director le plantea.

Al romper con los códigos comunes y habituales en la narración cinematográfica construyendo una completamente diferente, al ver el cine de este director se nota como intenta reunir lo mejor de cada línea artística, la importancia de la música en cada escena con esa esencia sicodélica y perturbadora, su preocupación por traducir al cine sus influencias pictóricas tales como  Dalí, René Magritte, Francis Bacon y Edwarad Hopper, lo que hace que su estética ‘lyncheana’ sea única, original y reconocible al mantener una relación cine-pintura.

Cabe recordar que lo que llevó a Lynch al cine fue precisamente el arte, luego de imaginarse cómo sus pinturas podrían tener movimiento. Un gran ejemplo de las aspiraciones del cineasta para mezclar sus dos pasiones es el que es considerado su primer cortometraje ‘Six Figures Getting Sick (1966)’.

Cinco películas a ver de David Lynch:

Cabeza Borradora (Eraserhead): Primera película del director, estrenada en el año 1977 en la cual el dadaísmo y lo onírico son los protagonistas. Lynch nos presenta un mundo industrialmente en decadencia donde el solitario Henry Spencer (personaje principal) se entera que su exnovia Mary había dado a luz a  su hijo, un bebé de extraña apariencia inhumana que hasta el momento le había tenido en secreto. 

Bebés deformes, abandono, locura, miedo y escenas oníricas en las que una mujer canta mientras pisa espermatozoides hacen parte de esta perturbadora historia.

El hombre elefante (The Elephant Man): Largometraje dramático de 1980 basado en la vida real de Joseph Carey Merrick, un joven británico conocido por sus múltiples malformaciones y que vivió durante el siglo XIX. La historia que Lynch llevó a la pantalla grande recibió ocho nominaciones a los premios Oscar, entre las que se encontraba Mejor Director. La cinta fue protagonizada por Jhon Hurt y un joven Anthony Hopkins.

Terciopelo azul (Blue Velvet): Estrenada en el año 1986, relata la historia de Jeffrey y Sandy, dos jóvenes curiosos e intrépidos que van tras el rastro de Frank Booth, peligroso bandido que tiene bajo extorsión a Dorothy Vallens, quien para salvar la vida de su hijo y esposo concede placeres sexuales a su extorsionador. Una oreja humana, fue el detonante del espionaje en el que se sumergieron los jóvenes protagonistas.

Lynch en esta oportunidad plantea como principio un hermoso y profundo cielo azul, que combina con flores rojas que hacen parte de un bello jardín. Es el pueblo de  Lumberton, un lugar tranquilo donde pareciera no haber espacio para lo siniestro. Un perfecto ejemplo de lo que se esconde ‘tras las limpias fachadas’. En esta película también vemos por primera vez a quien se convertiría en su actriz favorita: Laura Dern, quien en compañía de Kyle MacLachlan participarían en varias de sus películas.

Una historia verdadera (The Straight Story): Largometraje biográfico del año 1999 basado en la vida real de Alvin Straight, un anciano de 73 años que recorrió en una segadora una impresionante distancia que le demoró seis semanas en llegar a su destino ¿el motivo? Ver a su hermano gravemente enfermo con quien perdió todo contacto por más de una década, víctimas de un profundo orgullo por causa de unas cuantas peleas. En esta oportunidad, Lynch trabaja por primera vez con un guion completamente ajeno dirigiendo quizá, su historia más sencilla.

Mulholland Drive: Estrenada con en el año 2001 con un elenco encabezado por Naomi Watts, Laura Harring, y Justin Theroux, Mulholland Drive es quizá, una de las obras más aclamadas de David Lynch.

Betty Elms, una aspirante a actriz espera conquistar su sueño en Los Ángeles, California. Sin embargo, las cosas empiezan a tomar un tono oscuro cuando con la intensión de ayudar se hace amiga de una mujer amnésica, quien luego de un accidente automovilístico no logra recordar nada de sí misma a excepción de un nombre ‘Diane Selwyn’. Ambas se sumergen en una misteriosa y surrealista aventura por averiguar la verdadera identidad de aquella mujer. Nuevamente Lynch juega con nuestra mente al hacernos preguntar ¿qué es real y que no? o si todo si todo se trata de un sueño.  

Otras obras destacadas de este intrépido cineasta son Carretera Perdida (1997), Corazón Salvaje (1991) y la serie Twin Peaks (1990).

Probablemente muchos de los amantes del cine de Lynch nos hayamos roto la cabeza una y mil veces tratando de descifrarlo, sin tan siquiera pensar, que a lo mejor él no quiere que lo descubramos en su totalidad, que lo expongamos, que encontremos la salida de su laberinto.… Quizás solo quiera dejar en nuestras mentes una telaraña de ideas, nos da el rompecabezas pero pareciera que faltan algunas fichas, le gusta dejarnos atrapados para siempre en su universo ‘lyncheano’.

Feliz cumpleaños, genio.

 

Por Julieth Castaño / Especial para El Espectador

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