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Usted empezó a tocar violín a los cuatro años. ¿Cómo llegó a ese instrumento?
La primera vez que tomé el violín, recuerdo que mi profesora me decía que debía quitarle presión a mi mano derecha. Por supuesto, no entendía nada porque estaba muy pequeña. Luego comenzó a cambiar el sonido que era capaz de producir con el instrumento recostado en mi hombro.
¿Por qué se inclinó por la música desde tan temprano?
Mi familia es muy musical. Mi papá fue profesor de guitarra clásica en la Universidad de Caldas y en mi casa había mucho ambiente artístico. Después me llevaron al conservatorio y ahí me impactó de vista el violín, por su elegancia y su forma. Antes uno no podía iniciar su formación musical antes de los cinco años, pero a mí me dejaron, y aquí sigo feliz con mi violín.
Se formó en la música en la Universidad de Caldas y en la Universidad Nacional, en Bogotá. ¿Cómo recuerda esa época?
La Universidad Nacional me recibió muy bien. Con mi hermano tocábamos a cada rato y ganamos muchos concursos. La Nacional representa para mí uno de los mejores momentos de mi vida. Además, en ese entonces, gané la competencia Colombia suena bien, de Sony, y eso fue lo que me dio la oportunidad de ir a Austria.
Luego estudió en Austria. ¿Cuánto duró su formación artística allá?
Me fui de Colombia en 1998 y me gradué allá en 2009. Sin embargo, entré a la Filarmónica de Viena en el año 2000, comenzando como reemplazante para después ganarme una de las plazas de la orquesta, una de las más prestigiosas del mundo.
¿Por qué se retiró de la Filarmónica de Viena?
Eso fue a comienzos de 2010, y tomé la decisión de retirarme porque sentía que debía ir más allá con mi instrumento, y con la música clásica no lo podía conseguir. Cuando comprendí eso, encontré el jazz como forma de expresión, lo que me costó un montón, porque era olvidarme de la técnica.
¿Cómo nació entonces su trabajo discográfico “Renacer”?
Ese disco nació a partir del tema La improvisación al verano, que es la mezcla entre la música clásica y los espacios de libertad que encontré en el jazz. Después se fueron incorporando también las manifestaciones sonoras de América Latina.
¿El violín es un instrumento de uso común en el jazz?
No. El artista que lo hizo grande en el género fue Stéphane Grappelli, pero estaba mucho más enfocado al jazz gitano. No es fácil encontrar referentes importantes que sean una guía en este camino.
¿Cómo pasó de interpretar el violín acústico a tocar el violín eléctrico, que es lo que la caracteriza actualmente?
Eso fue en 2014. Esa transición es más bien reciente. Tocaba en el escenario con Juan García-Herreros, otro músico colombiano radicado en Viena, y el formato de él es demasiado poderoso como para que se escuchara el violín acústico, así que fue más por necesidad que por genialidad. Quería avanzar con el instrumento, y al tener uno eléctrico puedo hacer efectos.
¿Qué proyectos tiene?
Por ahora estoy feliz promocionando el disco en mi país, aunque desde hace años estoy radicada en Austria. Tengo agenda de conciertos en Europa y en Colombia, pero también me toca sacar tiempo para producir el material de los discos que vendrán.