Cali, su realidad y su memoria

El Festival Internacional de Teatro de Cali 2016, que finalizará el lunes 7 de noviembre, tiene la intención de romper con el mito de que todas las manifestaciones de las artes escénicas están cargadas de ideología políticas.

Juan Carlos Piedrahíta B.
05 de noviembre de 2016 - 02:00 a. m.
El colectivo Malayerba, de Ecuador, participa en el Festival Internacional de Teatro de Cali con la obra “Instrucciones para abrazar el aire”. / Cortesía
El colectivo Malayerba, de Ecuador, participa en el Festival Internacional de Teatro de Cali con la obra “Instrucciones para abrazar el aire”. / Cortesía

El Festival Internacional de Teatro de Cali tiene dos palabras en escena: realidad y memoria. Ambas expresiones estás cobijadas por montajes nacionales y extranjeros que comparten en sus argumentos la urgencia de abordar lo que se conoce como “propio”, un concepto que muchas veces no está relacionado con la pertenencia a un país específico.

Tanto la Secretaría de Cultura y Turismo de Cali como el sector artístico de las artes escénicas en la capital del Valle del Cauca querían que el evento tuviera un anclaje en el pasado. Por eso empezaron por hacerle un homenaje al dramaturgo Enrique Buenaventura, fundador del Teatro Experimental de Cali (TEC), quien tuvo en sus hombros la iniciación de una corriente teatral contemporánea. A esa vertiente de reconocimiento se le denominó Legado Maestro.

Por su parte, la palabra realidad se incluyó porque el evento entendió que, después de algunos años de no realizarse el encuentro en torno al teatro en Cali, debía haber un elemento conector entre las propuestas escénicas. Luego de examinar el panorama se llegó a la conclusión de que lo más indicado era hacer referencia a “lo nuestro”, sin involucrar estereotipos ni nacionalismos.

“Buscamos obras internacionales, nacionales y locales que tuvieran como constante temática el hecho de tratar de descifrar la realidad a partir de las experiencias de memoria. Por ejemplo, la obra de la Compañía Nacional de México, que se llama Noche y niebla, muestra una historia de dos madres con dos hijos desaparecidos. El montaje del colectivo argentino cuenta cómo es el recorrido de unos actores que tratan de hacer teatro en América Latina. Esas dos muestras tratan temas que pueden pasar en cualquier parte del continente”, cuenta Fernando Vidal, director artístico del Festival Internacional de Teatro de Cali.

La motivación para realizar este encuentro fue recuperar un espacio de visibilización del teatro caleño, que, desde 2010, había perdido protagonismo. En la edición anterior del evento se alcanzaron a llevar a cabo 13 eventos de manera consecutiva. En 2015, se adelantaron reuniones entre teatreros y representantes del gobierno distrital, en las que se acordó que se debía efectuar un festival cada año y se hicieron los ajustes para que se respetara ese rubro presupuestal.

“El evento, al estar respaldado y organizado por la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad, tiene garantizada su sostenibilidad en el tiempo. Definimos que se debía llamar Festival Internacional de Teatro de Cali y, para quitarnos de encima el problema de la enumeración, resolvimos incluir el año para también asegurar una continuidad”, explica Fernando Vidal.

Las mesas de concertación, lideradas por Vidal, durante 2015, generaron acercamientos importantes para lograr unos acuerdos básicos y que tanto los representantes de las artes como los componentes institucionales quedaran satisfechos con las decisiones finales. El paso siguiente consistió en una curaduría, auspiciada además por los nexos establecidos con instituciones principalmente en países como México, Argentina y Ecuador.

“Lo que quisimos con la selección de las obras y con la convocatoria a colectivos internacionales, nacionales y locales fue romper con un mito que le ha hecho mucho daño al arte. Mucha gente se quedó con la idea de que el teatro está cargado de ideologías políticas. Por fortuna, en la actualidad, la oferta para las salas de teatro es muy variada, no sólo en misiones estéticas y tratamientos del lenguaje, sino también en cuanto a los usos de los espacios. Eso es lo que queremos exhibir también en el evento”, comenta el director artístico.

Para hacerles el quite a los estereotipos, el certamen se dividió en cuatro temáticas: teatro para la calle, teatro para espacios no convencionales, teatros para salas y espectáculos especiales para la familia y para el público infantil. De esta manera se garantiza que todos los habitantes se sientan incluidos por lo menos en uno de los renglones.

“Hay una nueva generación de dramaturgos en Cali. Por ejemplo, los dos premios nacionales otorgados a este arte fueron recibidos por Carlos Enrique Lozano, un caleño. Él se destacó en el reconocimiento del Ministerio de Cultural y también en el de la Universidad de Antioquia. Todo este nuevo aire tenía que verse en un festival en el que toda la oferta es gratuita. Nosotros no podíamos desentonar ahora”, concluye Fernando Vidal.

El Festival Internacional de Teatro de Cali llegó para abordar la realidad y para hacer memoria.

 

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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