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Esta es más que la historia de una revista de modas y las peripecias de su fundadora. Es la historia breve de las recientes décadas de las mujeres en Colombia. Hace más de 10 años no existían en el país más que revistas internacionales que hablaban de una mujer latina algo desdibujada y sin muchos rasgos de identidad que hicieran posible que las que nacían en Chaparral, en Cartagena o Bogotá sintieran esas historias como propias. Fue el afán de darle una visibilidad al mundo femenino y, sobre todo, presentar la moda como un medio de expresión tan valioso para las mujeres, lo que alentó a Lila Ochoa, para entonces una filósofa que había incursionado en la producción de revistas, a crear Fucsia.
“Las mujeres de alta sociedad y las comunes y corrientes estaban ávidas de ser contadas. Y es que la moda es una expresión de la cultura de un pueblo, vestirse no es taparse, no es buscar un trapo para protegerse. La moda es una expresión de una cultura, una manera de sentir, una personalidad, una forma de develar un momento histórico”, asegura Lila Ochoa, quien celebró esta semana en Colombiamoda la primera década de un sueño hecho revista. “Cuando un pueblo empieza a expresarse en la moda es que ha alcanzado unos ciertos grados de cultura. Cuando las economías son pobres y la plata no alcanza, la gente no se la va a gastar en ropa porque primero hay que comer, pero mientras Colombia fue creciendo como país, una de las expresiones de nuestra identidad empezó a traducirse en la moda”, añade esta mujer que tiene como mandato ir vestida por el mundo —de la pasarela de París, a la de Milán y de ahí, a la de Nueva York— con ropa creada por los diseñadores colombianos.
Aunque su pasión académica fueron las letras, el hecho de nacer rodeada de agujas y cortes y de haber aprendido junto a su madre y sus tres hermanas el arte de la confección y la costura la llevó a incursionar en un mundo que siempre vio con ojos diferentes a los de los demás. Haber conocido la moda desde adentro de alguna forma le reveló a Lila Ocha la relevancia de los talleres, las fábricas textileras y las modistas en la historia femenina.
Su primera gran entrevista fue con la venezolana Carolina Herrera, con quien luego entablaría una cercana amistad; luego, tras una ardua labor para conseguir una silla en los desfiles de París tocando año tras año las puertas de la cámara sindical de costura, vendrían todos los grandes. “Cuando quise entrevistar a Karl Lagerfeld, el diseñador de la casa Chanel, sentía como si fuera una hormiga a la que le iban a poner el pie encima. Yo no me sentía con la estatura para sentarme con él a conversar, incluso me tocó hablarle en alemán para que me parara bolas”, recuerda Ochoa, la primera que creyó en las camisas de algodón colgadas en un estand de Colombiamoda, y que resultarían siendo de la barranquillera Silvia Tcherassi.
Esta mujer de carácter y apasionada, anda siempre impecable y trepada en unos tacones que pondrían en aprietos a cualquier modelo, esposa del Felipe López Caballero y autora de un libro que recogió toda esa historia oral de la moda que amenazaba con desaparecer, está convencida de la capacidad de convocatoria de su revista. “Tenemos una gran responsabilidad con las demás mujeres, nos cuesta ser solidarias las unas con las otras, pero a través de nuestras páginas tenemos que trabajar en ese respeto profundo que debemos tener entre nosotras, debemos juntar a las que tienen y con las que tienen poco”, concluye esta mujer de rostro fino y maneras delicadas que después de una década ha logrado colar a Colombia en los grandes eventos de la moda.