Edwing D’Angelo: la creación desde un “atelier” ecléctico

La apuesta del diseñador colombiano, que abrió taller en Nueva York, pone “dramatismo” en el bazar de artes de Harlem, según el concepto del experto Memsor Kamerake, asesor de portadas de importantes revistas.

Valeskha De La Hoz Angulo*
18 de julio de 2021 - 02:00 a. m.
Luego de cuatro años de espera, Edwing D'Angelo pudo alquilar el local de sus sueños en Harlem, el barrio donde creció. / Archivo Particular
Luego de cuatro años de espera, Edwing D'Angelo pudo alquilar el local de sus sueños en Harlem, el barrio donde creció. / Archivo Particular

En el mítico Harlem de Nueva York hay dos ateliers de diseñadores de moda de la comunidad. Uno es el de Dapper Dan, el iconoclasta castigado y redimido por Gucci, y otro, a un kilómetro de distancia, el de un diseñador que no tiene esa trayectoria, pero que se está haciendo un nombre. Él es Edwing D’Angelo. Un colombiano, de Buenaventura, donde se llamaba de un modo más raizal.

A dos décadas de haber inaugurado su primer taller en EE. UU., D’Angelo abrió un nuevo local en Harlem. El histórico barrio de afroamericanos, cuna de leyendas como Ella Fitzgerald o Louis Armstrong, que hoy es un bazar de moda y arte que muchos neoyorquinos ven como la pasarela ideal para ostentar sus mejores prendas y outfits.

Sus calles cuentan historias. Hay grafitis en memoria de líderes caídos y esquinas y parques que conmemoran sucesos importantes. El taller de Edwing D’Angelo está ubicado en uno de esos rincones emblemáticos: en el Boulevard Adam Clayton, nombrado así en honor al primer afroamericano elegido al Congreso de Nueva York, en la intersección con la calle 131. Allí, el diseñador colombiano se enorgullece de exhibir sus creaciones “eclécticas y auténticas”, y de recibir a sus clientes para ofrecerles, además de moda, una experiencia única inspirada en la diversidad que ha caracterizado al barrio y también sus años de infancia en Buenaventura.

En 1990, cuando tenía 13 años, llegó a Estados Unidos. No encontró la ciudad llena de glamour y estilo que se imaginaba; tal vez porque había llegado a Jackson Heights, una zona que está habitada, en su mayoría, por inmigrantes colombianos.

Aunque siempre quiso ser diseñador, su vida tomó un rumbo diferente cuando, impulsado por su mamá, empezó a trabajar en oficinas de abogados. Sin embargo, diseñar siempre rondaba por su cabeza, y lo hacía en los tiempos libres.

Impulsado por los elogios a sus prendas por encargo, intentó trabajar para otros, pero con poca experiencia el pago era muy malo. Así que en abril de 2001 renunció a su trabajo y abrió su propio taller. Era un local en Broadway, amplio y con grandes ventanas. Al inicio fue un éxito, pero después algo empezó a fallar. “Mi afán de abrir era tan grande que por novato e inexperto no me fijé que frente a la tienda había una escalera que bloqueaba la vista, cubría todas las vitrinas, y eso empezó a pasar factura a los pocos meses”, relata.

Ya conocía parte del mundo de la moda y el diseño, y con esa experiencia tomó la decisión de cerrar su local y aventurarse a explorar otras opciones. Llegó la oportunidad de ser diseñador residente invitado en varias tiendas, y a eso se dedicó durante cuatro años.

De 2005 a 2007 estuvo en un taller de diseño en Bajo Manhattan, y de 2008 a 2011 en un Showroom en Soho. De allí, en 2012, pasó a High Line, un hotel boutique que antes había sido una iglesia. Edwing D’Angelo alquiló el ático. “Era un lugar hermoso, la ventana tenía vidrios de colores y entraba muy buena luz”.

D’Angelo cuenta que una tarde se acercó al local Tyra Banks, famosa modelo y actriz, quien se sintió atraída por el estilo de las prendas. Días después su asesor de imagen lo contactó y pidió un diseño exclusivo para la celebridad. Desde ese momento más oportunidades de vestir a grandes personalidades surgieron. En esa época vistió a Kanye West, Sean Paul, entre otros.

En 2015, la propiedad fue vendida y D’Angelo quedó en el aire. Siguieron años en los que trató de incursionar en la venta por internet, pero no funcionó para él. “Me hacía falta el contacto con la gente, vender por internet sin poder ver las expresiones en los rostros cuando los clientes ven las prendas o poder asesorarlos bien, simplemente no me generaba emoción”.

Dejó el e-commerce de lado y se dedicó a viajar y a hacer shows. Participó cada año en la Semana de la Moda de Nueva York, algunas veces como diseñador independiente, costeando sus pasarelas, y en otras junto a organizaciones de latinos y colombianos como la FDLA (Fashion Desginers of Latin America). Participó en Colombiamoda en 2016 presentando su colección Origen. En su mente planeaba el proyecto de encontrar un lugar propio y “Dios me lo mandó en un paquete tal y como él quería”.

Luego de cuatro años de espera pudo alquilar el local de sus sueños en Harlem, el barrio donde creció. “Era el lugar que quería, pero la primera vez que lo quise no contaba con los requisitos para firmar el contrato”. Agrega que se negaba a que alguien más firmara por él. Cuando ya creía tener solucionados los obstáculos para poder arrendar, comenzó la pandemia. Así que fue hasta este mayo que pudo abrir las puertas de Edwing D’Angelo Atelier. Medios y blogs especializados en moda de Nueva York reseñaron su retorno a Harlem con detalles.

Es un local de tipo industrial ubicado en una esquina, tiene ventanas inmensas del tamaño de las paredes. “Es una valla publicitaria permanente”. Desde afuera la gente puede ver la boutique y parte de la ropa que está expuesta, hay una recepción tipo sala y si cruzan la esquina pueden ver el taller donde ocurre toda la acción y el proceso de creación de las prendas. Las vitrinas son el centro de atracción. “La gente para y se baja de los carros a tomarse fotos con los maniquíes colgados, eso me llena de orgullo y refuerza mi juego creativo”.

El taller cuenta con diez trabajadores -todos latinos- entre sastres y vendedores. Los diseños de Edwing D’Angelo son unisexo, pueden ser usados por cualquier persona, una propuesta que atrae a una gama de clientes con “mentalidad abierta”. No es sorpresa que el diseñador se sienta apoyado por la comunidad LGBTIQ y también por mujeres y jóvenes que lo buscan para diversas ocasiones.

Memsor Kamerake, un famoso asesor de imagen que ha trabajado el estilo (vestuario, maquillaje y peinado) de personalidades como Barack Obama, Megan Thee Stallion y Regina King para diferentes portadas de revista, expresa que este nuevo atelier es un espacio que ha generado conversaciones positivas en Harlem y que tiene todo el dramatismo que ha caracterizado al diseñador en sus shows.

Para Edwing D’Angelo es el lugar que siempre quiso y que le permitirá cumplir su meta de ofrecer experiencias a través del diseño y la venta de ropa de lujo. La prenda más económica, una camisa, puede valer US$200, y la más costosa, US$3.500. De allí el término atelier, que empezó a usar hace varios años a través de hashtags para promocionar sus diseños y que terminó “manifestando hasta convertirlo en realidad”.

Con el proyecto de diseñadores residentes en su tienda quiere impulsar a talentos de Nueva York y de Colombia. Volverá al e-commerce, con una línea de ropa de bajo costo, después de visitar Medellín y aprender más de esta confección. Sueña con ver sus diseños expuestos en las vitrinas de Cartagena. Por ahora, ya tiene socios para abrir tienda en Atlanta y prepara su participación en la Semana de la Moda de la Gran Manzana.

*De la Fundación Color de Colombia.

Por Valeskha De La Hoz Angulo*

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar