El amor según Amaranta Hank
Alejandra Omaña tomó su nombre artístico en la industria del porno de Charles Bukowski y de García Márquez, porque lo que muchos no saben es que antes de desnudarse para las cámaras dedicaba su vida al periodismo. Aún le encantan los libros y su segunda publicación está en proceso.
Duver Alexander Pérez
En medio de la conversación, fácilmente podía olvidar a ratos la razón por la que estaba ahí. De hecho, hubiera elegido parar la grabación, guardar el bolígrafo y la libreta, decirle al fotógrafo que dejara de disparar, que la entrevista no se iba a realizar y pedirle a ella que saliéramos por un café y que, después del primer sorbo, las preguntas ojalá se dieran en dos direcciones.
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En medio de la conversación, fácilmente podía olvidar a ratos la razón por la que estaba ahí. De hecho, hubiera elegido parar la grabación, guardar el bolígrafo y la libreta, decirle al fotógrafo que dejara de disparar, que la entrevista no se iba a realizar y pedirle a ella que saliéramos por un café y que, después del primer sorbo, las preguntas ojalá se dieran en dos direcciones.
Así como Amaranta Hank atrapa con sus fotos y videos eróticos, Alejandra Omaña embelesa con cada gesto y envuelve con la palabra. No utiliza términos rimbombantes. Como cualquier Fernando Vallejo, trae a colación un hijueputazo de vez en cuando, dice que Cúcuta es un infierno que hasta el diablo olvidó y califica a Colombia de “nación de idiotas”, sin embargo, no ofende en ningún momento. Quizá sea por el tono que utiliza, en el que logra poner en sintonía la ira, el dolor, la impotencia y el amor.
Luego de verla tantas veces sin una prenda encima, parece inverosímil sentarse frente a frente sin una pantalla de por medio y que ella se encuentre totalmente vestida. Bowie —su perro— se pasea por el estudio como si fuera el absoluto propietario del lugar, se acerca por una caricia, se trepa en mis piernas y solo hasta que Amaranta Hank, o mejor Alejandra Omaña, lo regaña, da un salto y vuelve al suelo.
“Le vas a ensuciar el pantalón”, le dice ella. El tocayo del músico británico se retira y se asoma al balcón con algo de resignación. Con su mascota lleva dos años y junto a él pasó las fiestas de diciembre. “Para mí el 24 y el 31 son fechas de reflexión, de estar sola, de pensar un poco y además tenía la responsabilidad de cuidar a Bowie”.
A Omaña le gusta bailar, pero no consume licor. Hubo una época en la que el vino y el escribir eran su diario vivir y lo hacía con la inspección de Charles Bukowski (1920-1994), el último poeta maldito. Hoy sigue tecleando bajo su mirada vigilante, pues un retrato del escritor se ubica exactamente a la espalda de la silla de su escritorio, aunque ya no le es menester que por su garganta baje el sorbo de la bebida.
“Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy duro con él, le digo quédate ahí dentro, no voy a permitir que nadie te vea (…)”, Charles Bukowski.
Pájaro azul es el poema que más le gusta del escritor estadounidense de origen alemán. Tal vez describa lo que ha sido la vida sentimental de la cucuteña, nacida el 4 de septiembre de 1992, en los últimos años. El miedo ha sido una constante al momento de salir con alguien en plan idílico, bien sea por parte del hombre que al final se deja intimidar por la actriz o porque ella se enamora y descuida la escritura, su empleo y otros quehaceres, por tal razón prefiere dejar el sentimiento guardado casi en el último rincón.
Al amor lo considera utopía, aunque al hablar de las características de la persona que quisiera, de lo buen conversador e inteligente que debe ser, por citar un par de ellas, deja entrever que el sentimiento no es tan quimérico, solo que no ha encontrado a alguien que no le pida que deje el cine para adultos o que simplemente no quiera una relación convencional.
“Si vas a intentarlo,
ve hasta el final.
de lo contrario no empieces
siquiera.
Tal vez suponga perder novias,
esposas, familia, trabajos
Y quizás hasta la cabeza (…)”,
Charles Bukowski
Tirar los dados podría describir la decisión de Alejandra Omaña de dejar el periodismo para dedicarse al cine para adultos. Tras hacerlo, su familia le dio la espalda. Hoy la relación con su madre se ha reestabilizado, aunque su profesión es el tema tabú en cada encuentro. Con su hermano solo existe el vínculo sanguíneo, pero, para desgracia de él, su hija se parece mucho físicamente al rostro que los mayores de 18 años ven e identifican como Amaranta Hank.
Para ella “el periodismo es una profesión putamente desagradecida en esta hijueputa vida y agregue las groserías que desee”, así como el hecho de publicar un libro en Colombia es una “bazofia”.
No obstante, su gusto por contar historias sigue ahí. Nació en la clase de Filosofía de la comunicación, creció cuando tenía el blog en la revista Soho, donde escribió artículos como El cucuteño promedio, José Augusto Cadena: mercenaria sonrisa, hasta llegar a la crónica Mi primer video porno, y se catapultó editorialmente con el libro Relatos de frontera, que recomienda leer como ficción, pero que describe parte de su vida, habla de prostitutas y traquetos de la denominada Perla del Norte.
Su segundo libro se está cosechando. Se tiene previsto el lanzamiento para la Fiesta del Libro, en abril, en Cúcuta. No espera obtener grandes ganancias, dado que sabe que para poder vivir de escribir debe ser actriz porno.
“Hace tiempo no recordaba
que los días podían ser
tan largos.
No importa que sean tardes
de verano.
Hace tanto tiempo no miraba
la hora
esperando ir a la cama
sabiendo que debo buscar
no pensar
mientras oscurece”,
Alejandra Omaña