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“El presidente persigue a sus aliados de origen liberal”

César Gaviria no cree que el partido enfrente un nuevo retiro masivo de congresistas atraídos por el uribismo. El día de la quema se verá el humo, dice.

El Espectador
15 de marzo de 2009 - 03:00 a. m.

Siempre se ha dicho que César Gaviria es enigmático y uno de los políticos contemporáneos más reservados, fríos y cerebrales. Por eso cuando concede entrevistas, quien lo tiene al frente sabe que debe interpretar sus afirmaciones en el sentido textual de sus frases pero, simultáneamente, que tiene que leer entre líneas lo que  no quiere hacer explícito. Hay que entender también que sus posiciones  reflejan su intención de atacar, al tiempo, la multitud de problemas que acumula como director del liberalismo y que lo único que ocupa su mente no es el tema del candidato presidencial de la colectividad y ni siquiera el de cómo aplicar una fórmula que se traduzca en que el representante del partido sea un buen competidor.

Por eso, a las puertas de la consulta interna para escoger al aspirante liberal a la Presidencia, y en etapa de preparación para afrontar las elecciones de Congreso en marzo del año entrante, una de sus otras tareas prioritarias consistirá en adoptar una estrategia que permita que su partido vuelva a tener presencia mayoritaria en el país y que se convierta, por esa vía, en algo más que un puñado de parlamentarios que rasguña con sus debates a la Casa de Nariño, pero que no consigue conmover sus cimientos.  En sana lógica, si la presencia de liberales disminuye en el Capitolio en 2010, la derrota personal quedará registrada en la hoja de vida de cada uno de los descabezados, pero la colectiva recaerá en el ex presidente. Por eso, Gaviria tendrá que emplearse a fondo para impedir que en esta nueva contienda, Álvaro Uribe vuelva a sonsacarle senadores y representantes con la segura promesa de premios burocráticos, como parece que lo está intentando a través de los oficios de Rodrigo Rivera, de quien aseguran que en privado se jacta de tener más influencia con los congresistas que el propio ex presidente.

En la conversación con El Espectador, Gaviria afirma que todavía es posible hacer coaliciones e incluso ir con candidato único en la primera vuelta, o en la segunda. Señala que la estrategia del Presidente de poner como candidatos al Congreso a sus asesores, desunirá al uribismo. Y admite que el partido les permitirá a los precandidatos presidenciales perdedores de la consulta interna de septiembre, que cambien de camiseta para ponerse la de aspirantes al Senado o a la Cámara.

Cecilia Orozco Tascón.- Altos funcionarios de gobierno que aspiran a entrar al Congreso se retiraron la semana pasada para no incurrir en inhabilidades. ¿Cree que además de la Presidencia  el jefe de Estado se tomará  también el parlamento con personas mucho más cercanas a él? 

Ex presidente César Gaviria Trujillo.- Primero que todo, hay que decir que es una estrategia válida que hay que respetar, tanto en el presidente Uribe como en quienes renuncian. Y no me extraña que ocurra, dado que él desconfía sistemáticamente de sus aliados políticos. Segundo, creo que esta estrategia, en lugar de consolidar la coalición uribista, la desunirá y la puede debilitar.

C.O.T.-  ¿Por qué? ¿Podrían generarse resentimientos entre los aliados uribistas que llevan cargándole la maleta hace siete años?

C.G.T.- Como el Presidente no le perdona a ninguno de sus aliados que aspire a la Presidencia sin pedirle permiso, lo que termina ocurriendo es que él persigue con todo su poder burocrático a sus aliados de origen liberal, mientras fortalece a los aspirantes conservadores. No sé qué tan sabia sea esa actitud.

C.O.T.-  La estrategia de ‘reinar’ dividiendo los partidos, tal como parece estar haciéndolo con Cambio Radical y, de nuevo, con el Partido Liberal ¿Es legítima o es un abuso del poder?

C.G.T.-  Con la reelección presidencial rompimos la tradición colombiana de que los altos funcionarios públicos no pueden hacer política. Quedamos en un mundo gaseoso y nadie le pone el ‘tatequieto’ al Presidente. Él se siente con derecho a hacer política, cunde el desorden y ya no se sabe qué se puede hacer y qué no. También es cierto que para el Presidente los partidos son instrumentos transitorios que sirven a propósitos personalistas, y no organizaciones políticas con vocación de permanencia.

C.O.T.-  Si es verdad que el ex senador Rodrigo Rivera es un ‘caballo de Troya’ de  Uribe y que se va a llevar a 30 parlamentarios liberales, según se ha dicho ¿Por qué usted ha sido tan suave en sus declaraciones sobre él?

C.G.T.-  He dicho que en el partido hay derecho al disentimiento y respeto por las decisiones individuales. Él está en un proceso de reflexión interna y se puede tomar todo el tiempo que quiera. Lo que no puede es ser candidato o precandidato liberal con una política de pleno y absoluto apoyo a la gestión del presidente Uribe, y de apoyo incondicional a la reelección. Eso es para el partido un contrasentido histórico. Rivera está en su pleno derecho a


pensar así pero no puede aspirar a ser nuestro candidato y vocero. Ahora, no he oído que nadie se vaya del liberalismo detrás de esas propuestas. Habrá que esperar. Como se dice en el argot popular, el día de la quema se verá el humo.

C.O.T.-  ¿Qué plan de contingencia tiene en caso de que vuelva a presentarse un retiro masivo de parlamentarios liberales, atraídos por el uribismo? 

C.G.T.-  Si la reforma política lo permite, habrá movilidad. Ya veremos si los parlamentarios se van a partidos cada vez más pequeños y desdibujados, o si regresarán al Partido Liberal, en donde la mayor parte de ellos surgieron.

C.O.T.-    Hablando del Congreso que será elegido en marzo de 2010 ¿No le hace falta a su partido tener gente importante que aspire al parlamento, por ejemplo, con la experiencia  de un Horacio Serpa o de otras figuras que hagan contrapeso fuerte? 

C.G.T.-  Claro que Horacio hubiera sido un gran congresista pero al partido le sirve muchísimo que sea un muy buen gobernador en Santander. El liberalismo es mucho más que su dirigencia parlamentaria.

C.O.T.-  Senadores importantes de su partido como Piedad Córdoba, Cecilia López y Juan Fernando Cristo, tienen ganas de pelearse la candidatura presidencial del liberalismo. Esas aspiraciones son comprensibles, pero ¿No terminan debilitando al partido en el Congreso?

C.G.T.-  A mí no me corresponde hacer cábalas de resultados. Todos ellos podrán ser candidatos o candidatas, según la reglamentación que se expedirá en el partido la semana que entra. Será el pueblo liberal el que decida.

C.O.T.-  Las consultas internas de los partidos son en septiembre, y las elecciones parlamentarias, en marzo de 2010. ¿Es justo que quienes aspiren a ingresar al parlamento hagan campaña como precandidatos y cuando pierdan, se lancen al Congreso? ¿No es una táctica poco equitativa con los demás aspirantes a Senado y Cámara?

C.G.T.-  En política no hay verdades absolutas. Esa falta de equidad puede darse, pero el liberalismo no piensa renunciar a que algunas de sus importantes figuras políticas estén en sus listas de Congreso. Eso es lo que dirá nuestra reglamentación.

C.O.T.-  Si la díscola Piedad Córdoba decidiera ser precandidata presidencial y ganará en la consulta interna, como lo indicó recientemente una encuesta ¿Usted y el partido la apoyarían?

C.G.T.-  De eso no tengo dudas. La consulta popular del liberalismo no es un proceso de cartas marcadas.

C.O.T.-  Su propuesta de hacer un bloque de oposición y de tener un candidato presidencial  interpartidista ¿Es todavía posible, vistos los desarrollos de la política de hoy?

C.G.T.-  Como todo el mundo lo sabe, una es la política con el presidente Uribe de candidato, y otra sin él. Yo no veo que a estas alturas se dé lo primero. Si ello ocurre, haremos una coalición para presentarnos como alternativa de poder y si no, también. Lo que sucede es que esas coaliciones serían diferentes en uno u otro caso.

C.O.T.-  El Polo parece estar entrando también en un proceso de división  ¿Usted, como jefe del liberalismo, haría pactos solo con el Polo como partido, o los haría también con los rebeldes?

C.G.T.-  Nosotros no hacemos coaliciones en abstracto. Eso depende de que nos podamos poner de acuerdo en unas ideas comunes sobre a dónde queremos llevar a la sociedad colombiana. Ya vimos que el Polo como partido decidió ir con candidato hasta la primera vuelta. En verdad, nuestra disposición es hacer coaliciones con otros partidos o fuerzas políticas antes de la primera vuelta. Pero también las haríamos después de la primera.

C.O.T.-  De usted han dicho dirigentes del Polo que le gusta el uribismo y que lo único que no desea es que siga Uribe en la Presidencia ¿Esa interpretación es correcta o exagerada?

C.G.T.-  La política del Partido Liberal ha sido la de reconocerle al presidente Uribe sus aciertos y señalarle lo que a nuestro juicio son sus errores o limitaciones. No aspiramos a constituir una coalición antiuribista sino a unirnos alrededor de una propuesta alternativa que se oriente a darles continuidad a muchos aspectos de su política de


seguridad, trabajar más por la seguridad ciudadana, tener un sistema tributario más justo, propiciar una mayor distribución de la tierra, fortalecer el Estado social de derecho y la Constitución del 91.

C.O.T.-  Esas propuestas, en particular las últimas, son opuestas a las del gobierno actual ¿Por qué no le gusta admitir que son antiuribistas?

C.G.T.-  Porque no solo es odioso sino contraproducente. Yo quisiera, de veras, que en la coalición hubiera sectores de los que acompañaron al presidente Uribe en sus dos gobiernos.

Las ovejas descarriadas

César Gaviria enfrenta la posibilidad de que su partido sufra una segunda división, si como se rumora, algunos de sus congresistas lo traicionan para ingresar a las renovadas filas del uribismo. Pero él no está quieto. Les manda mensajes a quienes siendo liberales de tradición, se pasaron a  las toldas del Presidente hace siete años. Gaviria también podría hacerle daño a Uribe, si logra que los descarriados vuelvan al redil:

C.O.T.-   Germán Vargas y Juan  Manuel Santos serán candidatos presidenciales.  ¿Los califica como liberales, o considera que ya no pertenecen a su partido?

C.G.T.-   Una cosa es que regresen al partido para lo cual están condicionados a aceptar las decisiones que tomen nuestros congresos; y otra, que estén dispuestos a hacer coaliciones, para lo cual tendrían que ponerse de acuerdo con nosotros en un programa común. Con Juan Manuel tenemos algunos desacuerdos pero ellos no son, en modo alguno, insalvables.

C.O.T.-  ¿Y con Vargas Lleras están de acuerdo en todo?

C.G.T.-  No estamos de acuerdo en todo con nadie, ni siquiera entre nosotros mismos. Tenemos que hacer una coalición que sea capaz de interpretar a más de media Colombia. Eso no se construye con vetos, con intolerancias, ni con intransigencias. No creo que sea tan difícil coincidir en unas propuestas de centroizquierda.

Arranca la campaña

La semana pasada hubo una avalancha de retiros de funcionarios del Estado. No se trata de ninguna coincidencia. La mayoría de los renunciantes aspiran a ser senadores o representantes a la Cámara. La votación para el Congreso está prevista para el 14 de marzo de 2010 y, según el artículo 179 de la Constitución, no podrán ser parlamentarios “quienes hayan ejercido como empleados públicos, jurisdicción o autoridad política, civil, administrativa o militar, dentro de los doce meses anteriores a la fecha de la elección”.

Significa que quienes no dejaron sus despachos antes del día de ayer, 14 de marzo de 2009, ya están inhabilitados para participar en esa contienda. Se explica entonces la estampida que se vivió en la Casa de Nariño la semana que acaba de terminar, cuando los más cercanos asesores o ministros del Primer Mandatario hicieron públicas sus cartas de renuncia, sacaron sus pertenencias y bajaron las escalinatas del palacio acompañados del Presidente, para despedirse de abrazo ante las cámaras de televisión. Se iniciaron así las campañas de Juan Lozano, Luis Carlos Restrepo y José Obdulio Gaviria, entre otros. Se activó, al mismo tiempo, la estrategia de Álvaro Uribe para mantener la Presidencia para sí o para otros, y para controlar de nuevo el Capitolio pero con amigos predecibles e incondicionales.

Por El Espectador

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