Pocas veces dio la cara. Sin embargo, siempre se enfrentó con los más malos y los derrotó. Se llamó Rodolfo Guzmán Huerta, pero en los cuadriláteros, en el papel y en el cine siempre fue aplaudido como El Santo. Su hijo, Jorge Guzmán Rodríguez, 25 años después de la muerte del ídolo, mantiene viva la leyenda.
¿Cómo fue la transición de El Santo luchador a El Santo superhéroe?
Esa transición se da en el tiempo de mi padre. Él comenzó como luchador en 1942, antes había luchado con otros nombres y esta transición del deportista al superhéroe se da con la historieta, lo que sucede en 1953. Él era mucho más que un luchador en el ring y eso hace que se convierta en un paladín de la justicia y un defensor de los débiles.
¿En qué radica el éxito de esa historieta?
El éxito se le debe en buena medida a José G. Cruz, el escritor y el encargado de ubicar a El Santo en una especie de fotomontaje. En los 50 la gente empieza a creer en El Santo como defensor de los débiles y fue el momento perfecto para pensar que ya había acabado con una banda de ladrones, con unos secuestradores y narcotraficantes y le pusieron como contrincante a fenómenos sobrenaturales como brujas, diablos y dragones. Ahí las historias se vuelven fantásticas.
Pero además de los contrincantes surgen los aliados y los mitos que condimentan la historia...
Así es. En ese mismo tiempo aparecieron personajes como Ira, una maga que se enamora de El Santo, pero el amor entre ellos es imposible porque son muy buenos amigos. Y ahí mismo se inventan que si alguien despoja de su máscara a El Santo, él muere de manera trágica.
¿Y cuándo deciden hacer las películas con El Santo?
Es que tuvo tanto éxito que de ser una historieta semanal, pasó a publicarse varias veces en la semana y todo eso hizo que el personaje llegar al cine con muy buenos recursos y así se volviera un superhéroe de carne y hueso.
¿Cuál es la influencia de El Santo en superhéroes locales como Superbarrio Gómez en el D.F.?
La máxima influencia es la máscara, que en la cultura mexicana siempre ha sido muy importante desde nuestro ancestros, pero fue El Santo quien la impuso.
¿Qué le indignaba a El Santo?
El Santo siempre fue un hombre honesto y estaba en contra de aquellos que abusaban de otros. Yo tengo esos mismos principios morales. Así que el personaje es muy similar al ser humano que fue mi padre y a lo que soy yo.
¿Y a qué le tenías miedo?
Le tenía miedo a lo sobrenatural y no le gustaba ir a los panteones.
¿Por qué es usted, el menor de diez hermanos, el heredero de la tradición?
Los cinco hombres tuvieron la oportunidad y los mayores no la aprovecharon y a mí me llegó el chance de estar cerca de mi padre y continuar con su legado. Él me dijo que debía respetar a la lucha y a su personaje. Él me fue preparando hasta que lo asumí dos años antes de su muerte.
¿Por qué El Santo accedió a despojarse de su máscara en el programa ‘Contrapunto’ de Jacobo Zabludovsky?
Él no se despojó de su máscara, simplemente se la subió y se la bajó de inmediato y el periodista congeló la imagen, lo que a El Santo le molestó mucho. Casualmente mi padre muere a los diez días y Jacobo dijo que El Santo presentía su muerte y por eso se quitó su máscara.
¿Y hay un nuevo sucesor que siga esa tradición?
Tengo un hijo de trece años que está entrenando y él es muy disciplinado. Yo no voy a forzarlo a que siga la tradición si no quiere, la leyenda quedará solamente en El Santo y El Hijo de El Santo.
¿Después de esta muestra, que termina el 30 de agosto, qué sigue para El Hijo de El Santo?
Yo participo en campañas sociales y en pocos días salgo para Miami a trabajar con la organización Costa Salvaje, que defiende a los animales marinos en peligro de extinción. Luego sigo con mi actividad de lucha libre y quiero traer una función especial para Colombia.
El Santo, la leyenda de plata. Biblioteca Virgilio Barco hasta el 30 de agosto.