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A Maite Hontelé le suena la relación entre la educación y la música. Si estuviera en sus manos, ella tendría un jardín infantil en el que por la mañana se escucharían las obras de Bach, Beethoven y otros grandes maestros clásicos. Después de algunas horas el ambiente tendría como protagonista al jazz, y al final de la jornada, la salsa y el son cubano entrarían a ocupar la profundidad del espacio sonoro. Con esa variedad, los niños tendrían, según su opinión, la posibilidad de acceder a diversos horizontes.
Ella es holandesa, pero su espíritu está más cercano a las manifestaciones latinas que a la denominada música académica. Su padre, melómano y coleccionista, hacía sonar en su tornamesa la diversidad del espectro musical de América Latina. El son cubano, el bolero, el mambo, la salsa y hasta el danzón comandaban su gusto y eso hizo que Maite Hontelé entrara en contacto desde pequeña con los ritmos de esta parte del mundo.
Su devoción por ese sonido tan extraño como lejano hizo que antes de cumplir diez años se inscribiera en una banda que estaba reclutando niños interesados en la ejecución de la trompeta. Poco le atraía la música marcial, pero algo en el ambiente le decía que allí podía crecer como artista. No se equivocó, y gracias a su presencia en la banda se enteró de la existencia de un grupo de salsa en una población cercana a la suya en Holanda.
A Maite Hontelé le tocó esperar cinco años para ser parte de ese formato salsero porque solamente recibían personas que superaran los 14. Luego abandonó el proyecto, pero nunca más se desvió de su objetivo primario: las diversas manifestaciones de la música latina. No podía echar en saco roto tantas horas de escucha involuntaria de artistas de la Fania, de la Sonora Ponceña y demás agrupaciones de antaño.
“Ya después, en 2004, toqué con el Buena Vista Social Club como parte de mi proyecto de grado y me di cuenta de que podía estar al lado de los grandes y que me aceptaban. Toqué con Pío Leyva y con otros grandes de Cuba. En ese momento me dijeron que yo tenía alma cubana y añeja, lo que representa para mí un gran elogio. Sin ser arrogante, trato de estar en contacto con gente de la que pueda aprender”, cuenta Hontelé, quien se define como una trompetista que no pita mucho y que opta por las armonías.
Además del Buena Vista Social Club, la holandesa ha alternado con Rubén Blades, a quien le interpretó en una feria del libro un pequeño fragmento de Cuba linda, una canción que el sonero de Panamá grabó a finales de la década del 70 con el Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino. Incluso, para Déjame así, el más reciente trabajo discográfico de Hontelé, contó con el respaldo vocal de Oscar D’León.
“Mi primer disco (Llegó la Mona) es salsa dura en el que la trompeta tiene muy poco protagonismo. Ya después me enfoqué mucho en la búsqueda de la verdadera voz de Maite a través de la salsa, el son cubano y el bolero. En este disco que acabo de presentar opté por explorar todos los estilos bonitos que hay en la región. Mi banda está conformada por jóvenes que tocamos música retro con un toque moderno”, dice la artista, que está convencida de que sus conciertos en Europa no son respaldados únicamente por latinos sino por personas de todas partes deseosas de ver un show en el que se destaca la presencia de una mujer como líder indiscutible.
Juancho Valencia, creador de Puerto Candelaria, es el compositor y arreglista de la mayoría de los temas que integran Déjame así, que responde a una búsqueda personal de Maite Hontelé, pero que a la vez tiene las características especiales para hacer parte de las que se han denominado nuevas músicas colombianas.
“Lo que más me gusta del sonido de la trompeta en este álbum es que se puede percibir que soy una persona bastante dulce. No me gusta el conflicto y prefiero estar positiva. En la voz de la trompeta quiero que el público se deje seducir, eso es lo más importante. A mí no me interesan las escalas, ni el virtuosismo, porque me gustan la melodía y el sonido. Para subir tanto como otros trompetistas se necesita una energía que yo no tengo”, cuenta Maite Hontelé, quien en una oportunidad recorrió desde Medellín hasta Cartagena en bicicleta.
El punto débil de una artista como ella está en la espalda. En los conciertos debe usar tacones y para algunas notas está obligada a realizar movimientos bruscos. Los ocho temas que integran su nuevo disco ya los ha tocado en vivo y en directo. A veces no resiste el dolor en la cintura, pero el aire sale con fuerza a través de su instrumento. La trompeta le da vida a Maite Hontelé y le ha demostrado que uno es de donde quiere ser.