El soul siempre es el camino

El cantante estadounidense Gregory Porter, ganador en dos oportunidades del Premio Grammy, es el invitado a la primera edición del “Silencio Jazz Club”, una iniciativa de la alianza entre Caracol Televisión, TigoUne y 10Music.

Juan Carlos Piedrahita B.
10 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.
 Gregory Porter dice que durante su visita a Colombia realizará un recorrido por sus discos y, además, interpretará canciones de Nat King Cole. / Cortesía
Gregory Porter dice que durante su visita a Colombia realizará un recorrido por sus discos y, además, interpretará canciones de Nat King Cole. / Cortesía

Gregory Porter tenía que llamar la atención de alguna manera y encontró en el canto a su mejor aliado. Su casa paterna se caracterizaba por un ruido constante, aunque los decibeles aumentaban considerablemente cada vez que atravesaba la puerta alguno de sus siete hermanos (cuatro hombres y tres mujeres). La llegada de uno implicaba la complicidad del otro, y la escena se repetía hasta que la familia establecida en Brooklyn, Nueva York, se completaba.

Los ocho hermanos se disputaban la contemplación de los padres. Algunos mostraban sus habilidades en las artes manuales, otros se metían de lleno en la cocina, mientras que Gregory Porter optaba por el camino musical, con un ingrediente sugestivo: masajes de relajación. Cada vez que la dueña de casa llegaba, cansada de la jornada laboral, él le quitaba los zapatos, la consentía y comenzaba a recitarle los versos más famosos interpretados por Nat King Cole.

En ese entonces Gregory Porter tenía 6 años y, aunque se saltaba frases y cambiaba palabras a su acomodo con la libertad otorgada por la edad, la mamá siempre le decía que cantaba igual que Cole y que podía hacer una carrera cimentada en el jazz, el blues y el soul. Él no sabía muy bien cómo sonaban esas tres palabras a través de un parlante, pero tenía claro que le gustaba abrir la boca y cantar. Ahora, si esa actividad sumada al masaje le producía bienestar a la mamá, mucho mejor todavía.

El impulso inicial le duró varios años. Sin embargo, ya era hora de ayudar con los gastos de la casa y Porter se empleó como chef en algunos locales de la ciudad. Ese fue uno de sus primeros trabajos y la actividad le sirvió para conocerse mejor, para establecer sus limitaciones y multiplicar sus potencialidades. Lo más placentero era pensar que la cocción tenía similitud con la música y que en ambos campos había ingredientes para combinar, sabores extremos, pasiones y que, tanto en uno como en el otro, el aprendizaje provenía del ensayo y del error.

La cocina fue su trampolín para llegar hasta los clubes nocturnos. Poco le interesaba a Porter el tipo de público que podía tener en estos lugares, en los que la música resultaba siendo un elemento adicional. Después de la primera canción, tomaba aire, recordaba sus años de infancia imitando, sin ser plenamente consciente de ello, a Nat King Cole, y surgían la segunda, la tercera canción y se le iba la noche visitando los temas más importantes del jazz y del soul.

“Cuando pienso en mi época como chef y mi debut en los clubes nocturnos, creo que no era un momento para encontrar ídolos. Creo que pasé por ahí para estar más tiempo con los amigos, y pensar más sobre lo que yo, de lo que amo y de lo que odio. Fue una época que me dio las herramientas para ser lo que soy en la actualidad. Ahí practiqué mucho para encontrar la inspiración que creo tener ahora”.

Y gracias al trabajo y la constancia, la inspiración le habla al oído a Gregory Porter en dos ámbitos profesionales. En el escenario y en el estudio de grabación. Mientras que en el primero encuentra comunión con la gente y todo se manifiesta en torno a la consolidación del soul como estilo de vida; en el segundo aparece transformada en el elemento que se encarga de traducir los requisitos técnicos y las características tecnologías, en lenguajes musicales.

Ahora lo que hace el cantante para entrar en sintonía con los demás músicos y con los productores al momento de grabar es imaginarse que está en un concierto. Cuando su mente tiene la potencia para crear esa atmósfera irrepetible de estar en vivo entregándose al público, las canciones fluyen por su garganta y el mensaje llega a sus destinatarios sin ningún problema arropado con la indumentaria del jazz y del soul.

“Hoy puedo decir que el jazz y el soul son parte de mí, de mi hogar, de mi gente. Cuando las describo, las palabras no se reducen a un género. Para mí el jazz, el soul, el góspel y, en general, la música son formas de expresión. Me gusta el hecho de que pueda expresarme a mí mismo a través de la música, pero abordando cualquier tema, sensibilidad, política, salud, educación. Todas las temáticas están permitidas en el jazz y el soul”.

Con esa apertura de mente y con sus habilidades dispuestas para la música, Gregory Porter debutó en el mercado discográfico con el álbum Water, que lo ubicó en la plataforma del jazz local y le proporcionó los elementos para construir una propuesta con muchos matices. Después aparecieron Be Good y Liquid Spirit, producciones de alta receptividad en América y Europa.

Con Liquid Spirit (2014) obtuvo el primer Premio Grammy de su carrera. El segundo lo consiguió con el registro Take me to the Alley (2017). En la actualidad Gregory Porter es una figura emblemática del jazz y por eso será el invitado a la primera edición del Silencio Jazz Club, una iniciativa de la alianza entre Caracol Televisón, TigoUne y 10Music, que se realizará en Bogotá y Medellín a comienzos de octubre.

Porter empezó, sin proponérselo, imitando a Nat King Cole. Hoy el cantante estadounidense tiene su séquito y él, con su voz de autoridad, les muestra que el camino siempre es el soul.

Gregory Porter en Colombia. Bogotá, octubre 4. Medellín, octubre 5. Información y boletería en www.primerafila.com.co

Por Juan Carlos Piedrahita B.

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