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"En vez de reparar el error, trataron de sostener el montaje"

El almirante Gabriel Arango Bacci estuvo otra vez en las noticias por la revelación de un cable descubierto por Wikileaks y publicado en El Espectador.

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Cecilia Orozco Tascón
27 de marzo de 2011 - 03:00 a. m.
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En el cable, el entonces embajador William Brownfield expresaba su molestia por la absolución que la Corte Suprema le concedió a Arango, a quien considera culpable. Éste dice que el embajador fue engañado por el excomandante de la Armada Guillermo Barrera. Habla también de su visa a Estados Unidos.

Cecilia Orozco Tascón.- En los cables que la Embajada estadounidense en Bogotá le envió a su gobierno y que fueron descubiertos por Wikileaks y publicados por El Espectador, queda claro que al entonces embajador Brownfield no le cayó bien la decisión de la Corte Suprema a su favor. ¿Qué opina de esa revelación?

Almirante (r) Gabriel Arango Bacci.- Me aterra leer que un embajador de la talla del señor Brownfield envíe un reporte oficial con mentiras evidentes como la de que un tribunal militar colombiano me juzgó y me declaró culpable de recibir 115 mil dólares (de los narcotraficantes). Por la publicación de El Espectador se supo el contenido y la fecha de ese cable enviado al Departamento de Estado. Ahora entiendo por qué en el Informe Anual Antidrogas del año 2010, esta entidad dice la misma mentira: fue el embajador quien les aseguró que yo había sido condenado.

C.O.T.- El Informe Anual Antidrogas es un documento oficial del gobierno de Estados Unidos. Como ya está impreso, esa versión quedó para la “historia”. ¿Qué hará al respecto?

G.A.B.- Estoy examinando con los abogados la acción jurídica que se puede tomar en este caso, pues es claro que tanto el Departamento de Estado como el embajador fueron inducidos a error por alguien que quería enlodar mi nombre. Me interesa que mi honra quede limpia, pero también quiero saber quién me quería hacer daño en Colombia y en Estados Unidos.

C.O.T.- De todas maneras, queda la sensación de que el embajador estaba plenamente convencido de su culpabilidad. ¿Estados Unidos tendría pruebas concluyentes contra usted?

G.A.B.- No tengo la misma impresión que usted. En una parte de los cables, el propio Brownfield dice que la DEA “incluyó la advertencia de que el caso nunca había sido sólido”. ¿De dónde obtendría él la información que me incriminaba? El almirante (Guillermo) Barrera (comandante de la Armada para la época en que se escribió el cable) era quien andaba con el embajador de los Estados Unidos para arriba y para abajo.

C.O.T.- ¿Entonces no duda que el almirante Barrera fue quien le habló al embajador sobre su “culpa”?

G.A.B.- Repito: quien siempre estaba con el embajador era el almirante Barrera.

C.O.T.- ¿Por qué el almirante Barrera querría hacerle daño?

G.A.B.- Me gustaría saberlo. Siempre he dicho que cuando mi proceso se inició con una huella supuestamente mía que estaba en un recibo del narcotráfico, el almirante Barrera ha debido darme el beneficio de la duda. Nunca me preguntó nada ni me dio la oportunidad de defenderme. Creyó todo lo que le dijeron en mi contra. Cuando se cayó el montaje y quedó establecido que la huella fue copiada de un sello litográfico, ya le habían pasado los datos al ministro Santos y al presidente Uribe y ellos me habían retirado de la institución. Y después, en vez de reparar el error, trataron de sostener el montaje.

C.O.T.- Pero también aparecieron unos testigos que declararon contra usted.

G.A.B.- Sí, pero después de tres meses, cuando ya se sabía que la prueba de la huella había salido falsa.

C.O.T.- Permítame le insisto: si el embajador tiene esa imagen sobre usted pero además se declara molesto porque la Corte Suprema lo absolvió, uno puede presumir que no sólo se basaba en rumores…

G.A.B.- El primer interesado en que salgan a relucir todas las pruebas, si es que existen, soy yo. La pregunta es: ¿Por qué si Estados Unidos tenía pruebas en mi contra, no las aportaron al juicio en la Corte Suprema?

C.O.T.- No sé si usted lo supo, pero se dijo que Estados Unidos no aportaba las pruebas en su contra porque no querían “quemarlas” con la justicia colombiana y que estaban esperando a que concluyera el juicio para pedirlo en extradición. ¿Ha oído esa versión?

G.A.B.- No, jamás. Si es cierto que no quisieron aportar las pruebas, significaría que la única justicia que es válida para Estados Unidos es la propia. En cambio, yo creo tanto en la justicia colombiana como en la norteamericana, a pesar de la doble moral que hubo con respecto a mi caso.

C.O.T.- ¿A qué se refiere?

G.A.B.- A que hubo un ofrecimiento a un hombre que devolvieron de Estados Unidos sin que le hicieran un juicio que tenía pendiente. Un fiscal de Nueva York le ofreció que declarara contra mí aunque él nunca me había visto.

C.O.T.- ¿Cómo se enteró de ese asunto?

G.A.B.- Él mismo me lo contó. Primero lo extraditaron a Estados Unidos. Luego de dos o tres años fue devuelto sin ser juzgado. Estando en mitad de mi proceso en la Corte, un día lo llamó el fiscal que llevaba el caso de él en Nueva York y le ofreció llevar a su familia a Estados Unidos, cambiarle la identidad y darle una suma de dinero importante a condición de que declarara en contra del almirante Arango.

C.O.T.- Pero almirante, vuelvo con mi inquietud: ¿Por qué razón un fiscal en Estados Unidos estaría interesado en hacerle daño a usted?

G.A.B.- Yo tampoco lo entiendo.

C.O.T.- ¿Cree entonces que en su caso hubo un carrusel de mentiras hasta llegar a la Embajada de Estados Unidos?

G.A.B.- Hubo una serie de mentiras tratando de sostener el montaje a partir de una prueba falsa. Hay que revisar lo que hizo el señor Iguarán, quien con una falta de criterio tremenda o presionado no sabe uno por quién, decidió vincularme de una vez.

C.O.T.- Hay una parte en el cable de Wikileaks en que el embajador se queja del fiscal que pidió su absolución y añade que él descalificó a los testigos que había contra usted porque ellos tenían contacto con la DEA y la CIA. ¿Qué opina de esta apreciación?

G.A.B.- Que los famosos testigos actuaron como tales por prebendas económicas. Por declaraciones que dieron unos funcionarios del CTI se sabe que el dinero que les estaban pagando a los testigos venía de la DEA. El recorrido del dinero está claro: la DEA se la daba a la Armada y la Armada al CTI para que éste cuerpo se los entregara a los informantes, o sea, a los testigos contra mí.

C.O.T.- ¿Y si sucedió lo contrario, es decir, que la información vino de Estados Unidos y no que la Embajada fue engañada?

G.A.B.- Eso es lo que están tratando de decir ahora: que las sospechas iniciales sobre mí vinieron de la Embajada. Esa versión fue la que le dieron también al presidente Uribe. La historia correcta es que la información salió de la Armada y ésta convenció a la Embajada. Cuando se dio cuenta de la equivocación, sostuvo el error.

C.O.T.- El ministro de Defensa sucesor de Juan Manuel Santos en la cartera, es decir, Gabriel Silva, también aparece en los cables de Wikileaks. Según se afirma en el reporte, Silva sospechó que su absolución estaba mediada por la corrupción. Al parecer Silva tampoco creía en usted.

G.A.B.- El señor Silva debería decir de dónde sacó la sospecha de corrupción porque, si no, se trataría de una gran irresponsabilidad de parte suya. A mí no me estaba juzgando un operador judicial de María La Baja, sino la propia Corte Suprema de Justicia. Si quien era el ministro de Defensa en ese momento sabía que había corrupción, va a tener que explicarle a la Corte por qué no denuncio a los magistrados “corruptos” que me absolvieron. ¿Qué pruebas tenía él contra la Sala Penal de la Corte? Si no las tenía, debe rectificar lo que dijo.

Contradenuncia


Cecilia Orozco.- En la sentencia que dictó la Corte a su favor, hace más de un año, ordenó compulsar copias para que se investigue a quienes lo denunciaron: el entonces ministro Santos, al almirante Barrera y al capitán de navío de la Armada Luis Jorge Tovar. ¿Qué pasó con ese caso?

Gabriel Arango Bacci.- Han pasado 15 meses desde cuando terminó el juicio. He solicitado audiencias para hablar con el fiscal que lleva el caso, porque fui aceptado como víctima y no me ha respondido nada. Desde esta condición impulsaré la investigación para que llegue a encontrar la verdad.

C.O.- ¿Qué efecto tendrá la revelación del contenido de los cables de la Embajada norteamericana sobre su caso en Wikileaks? ¿Teme que se reabran las investigaciones contra usted?

 G.A.B.- No, por el contrario, les deberían dar impulso a las que están abiertas contra los autores de los montajes.

 C.O.- ¿Cómo van las acciones legales que interpuso usted por este caso?

G.A.B.- Denuncié penalmente al almirante Barrera y al capitán Tovar Neira. También puse una queja disciplinaria en la Procuraduría contra ellos dos. Y denuncié a uno de los falsos testigos.

¿De nuevo con visa?


C.O.T.- ¿Es cierto que a usted  le retiraron la visa de Estados Unidos?

G.A.B.- Sí, es cierto.

C.O.T.- ¿Ha vuelto a solicitarla?

G.A.B.- Antes de que el embajador Brownfield se fuera, envié una carta pidiendo información sobre mi situación. Me contestaron que tenía derecho a pedir visa nuevamente para mí y para mi familia. Se la solicité, en persona, al cónsul. Me dijo que aunque nuestras visas estaban canceladas, yo tenía derecho a pedir una provisional (waiver). Entregué los documentos y me informaron que el proceso se demoraba unos cinco meses mientras los papeles iban a estudio a Estados Unidos.

C.O.T.- ¿Se podría decir entonces que no se la negaron?

G.A.B.- Exactamente. Está en estudio. O eso fue lo que me informó el cónsul.

Por Cecilia Orozco Tascón

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