Esteban Toro, el oficio de fotografiar la esencia

Con apenas 23 años, ha recorrido gran parte del mundo en busca de imágenes que no solo muestren paisajes bonitos, sino reflejen el sentir de la comunidad que los habita.

Juliana Jaimes Vargas
25 de septiembre de 2018 - 02:00 a. m.
Esteban Toro ha desarrollado su labor como fotógrafo en lugares como Islandia, India, Nepal, China, Rusia, Estados Unidos, Argentina y Vietnam.  / Gustavo Torrijos
Esteban Toro ha desarrollado su labor como fotógrafo en lugares como Islandia, India, Nepal, China, Rusia, Estados Unidos, Argentina y Vietnam. / Gustavo Torrijos

Después de pasar casi dos semanas en el pueblo de Tromsø, al norte de Noruega, el objetivo principal del viaje ya se había perdido. Las condiciones climáticas mantuvieron el cielo siempre nublado y el propósito de poder fotografiar las auroras boreales se convirtió en algo imposible. Esteban Toro se encontraba en medio de la plaza principal de la ciudad más septentrional del planeta y fue entonces cuando, hablando con un habitante del lugar, encontró algo que le interesó mucho más que las auroras boreales: la comunidad que allí habitaba.

“Yo me detuve a ver una chica que me pareció muy linda; tenía un rostro muy llamativo. Como ella actuaba raro, el hombre con el que yo estaba hablando me explicó que la joven se encontraba drogada y que, según él, la mayoría de gente en ese pueblo era drogadicta, pues el gobierno local, por ser muy paternalista, cubría muchos de los gastos de la población y el tiempo de ocio propiciaba que muchos fueran adictos”. Fue allí, en la ciudad más al norte de Noruega y del planeta, en donde Esteban Toro encontró un nuevo sentido para su fotografía. “Pude establecer un vínculo con esa comunidad y eso me impactó mucho más que las auroras boreales, que ya habían sido fotografiadas miles de veces”.

Desde entonces, Toro, uno de los fotógrafos profesionales más jóvenes que hay en Colombia, ha recorrido países como Islandia, India, Nepal, China, Rusia, Estados Unidos (Alaska), Argentina (Patagonia) y Vietnam en busca de historias, de gente y de vida. Sin embargo, este proceso de exploración en donde el objetivo de su fotografía no radica únicamente en la buena imagen de un lugar, también lo descubrió en Colombia, “al ser local me atreví a cuestionarme más por la gente. Me empecé a dar cuenta de que viajando me interesaba más saber de la comunidad que vivía en ese paisaje que me parecía hermoso visualmente”.

Con 23 años, Esteban Toro ha publicado en medios como National Geographic, Revista Semana, Revista Cromos, Señal Colombia y Enfoque Visual, entre otros, y es un referente para la fotografía colombiana e internacionalmente. Él define su trabajo como fotografía documental, pues “va más allá del paisaje bonito. Vez el modo en el que viven la vida es a otro ritmo, de alguna manera la belleza del paisaje se refleja en la gente”.

Lo primero que hace apenas llega a un lugar es empezar a hablar con la gente. Andando con su cámara colgada, conoce a las personas de los espacios que visita. Esteban Toro siempre va en busca de una nueva historia y sabe que la fotografía y la imagen pueden llegar a transmitir las energías más profundas de un escenario desconocido.

Él recuerda con nostalgia que su primera cámara fue una Kodak de rollo de 24 exposiciones, que su mamá le regaló cuando tenía ocho años y se iba de viaje para La Mesa (Cundinamarca). Hoy, 15 años después, sigue apasionado por el oficio que materializa las imágenes, las puede eternizar en la mente y, por qué no, en el alma de quien las observa. Toro asegura, con mucha confianza y una sonrisa en su rostro, que la fotografía se convirtió en una excusa para conocer el mundo y viajar días enteros, atravesar el planeta, caminar largas horas y soportar diferentes climas para finalmente poder entender a las comunidades, la vida y el mismo actuar del ser humano, que se convierte en un misterio tan versátil y maravilloso como los paisajes que habita.

“Cuando estoy de viaje hay momentos en los que simplemente siento una pulsación, una tensión en mi mente que me obliga a tomar una fotografía. Es una energía que te dice ‘es el momento’; entonces tú disparas tu cámara y obtienes una gran imagen que nunca planeaste tener. Eso es como cuando sabes que es el momento de besar a alguien: es ahí o nunca”, señala el joven fotógrafo.

En un mundo en el que hay millones de cosas por ver, y la inmediatez, la tecnología digital y la publicidad inundan visualmente a cualquiera, la fotografía tiene que ser lo suficientemente poderosa para lograr captar la atención de una generación a la cual se le olvidó observar. “Es algo tan impactante que hay gente que con solo ver una foto se ha conectado con un lugar como para querer ir a conocerlo. A mí me pasó; es la razón por la cual todo esto comenzó”.

Esteban Toro ha dictado talleres de fotografía en Chile, Perú, Bogotá, Medellín y el desierto de la Tatacoa, entre otros lugares, y pronto, en marzo de 2019, viajará por todo el norte de India con un nuevo taller. Recorrer el mundo entero y registrar las diferentes formas de vida, de percepción y de paradigmas que conforman el planeta es, sin duda, un oficio de mucha disciplina y pasión. Es complejo y a la vez hermoso intentar captar, aunque sea por unos segundos, la esencia de un lugar y, sobre todo, el alma de una comunidad que a lo largo de la historia ha recorrido sus tierras.

Por Juliana Jaimes Vargas

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