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Hansel Camacho le canta al amor, pero con “Verdades”

Dejó el fútbol por la música y la actuación, y ha logrado poner en alto a Chocó y al Pacífico durante 30 años. Sigue componiendo y cantando a su tierra y al amor, sus más grandes inspiraciones.

Valeskha De La Hoz*
10 de mayo de 2021 - 02:00 a. m.
Hansel Camacho ha actuado en producciones como "Azúcar", "Oye bonita", "La potra Zaina" y "Perro come perro".  / Archivo Particular
Hansel Camacho ha actuado en producciones como "Azúcar", "Oye bonita", "La potra Zaina" y "Perro come perro". / Archivo Particular

Hansel Camacho es río y mar. Creció entre Quibdó, la ribera del río Atrato, en un barrio llamado La Yesquita, y El Valle, una población costera del Pacífico en Bahía Solano. De allí nacieron la identidad y el sello del quibdoseño: llevar un mensaje de chocoanidad al mundo. Ese ha sido el compromiso que ha cumplido durante los 30 años de carrera musical y actoral.

Camachito, como cariñosamente lo llamaba su madre, es yesquiteño cabal. De un barrio alegre, otrora lleno de música, guitarras y serenatas. Allí creció siguiendo la herencia musical de los mayores como Víctor Dueñas o su tío Ramón Gómez, quien le enseñó los primeros acordes en el instrumento.

Desde pequeño escribía canciones en un cuaderno, una tradición que aún mantiene. Su padre, Francisco Camacho, fue clarinetista y su madre, Antonia Santos, “la del nombre de heroína”, cantaba con el sentimiento y el empirismo de las mujeres negras del Pacífico.

Su infancia estuvo influenciada musicalmente por cantautores como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Escuchaba el estilo de la canción protesta y así empezó a escribir, inspirado por las injusticias relacionadas con la riqueza natural de Chocó, que considera siguen vigentes, y por el amor que siente por su tierra natal.

“A veces me preguntaba de qué servía tener tantas cosas, dos costas y dos mares, tantas riquezas minerales… el Chocó navega en su riqueza y a la vez en su propia miseria”, afirmó el cantautor.

A pesar de estar rodeado de música, el fútbol fue su primer amor. “Mi vida siempre estuvo pegada al fútbol, y además jugaba muy bien”. Tanto así que en 1975, cuando tenía 21 años, entró a la selección juvenil de fútbol del Chocó. Jugaba de volante izquierdo y logró participar en tres torneos consecutivos con esta selección. Hasta ese momento el fútbol era su proyecto de vida, así que en 1978 salió de Quibdó con rumbo a Cali. Allí estuvo dos años jugando para el América.

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Pero su carrera en el fútbol no progresó y el deporte pasó a ser un hobby que le dejó gratas vivencias, como lo relata en su canción Recuerdos de fútbol. En 1981 viajó a Bogotá con la idea de revivir esa otra pasión que tenía guardada: la música. Con una guitarra vieja a la que él llamó “su máquina de los sueños” y aquel cuaderno de composiciones se enfrentó a la fría capital y se arriesgó a participar en un concurso nacional llamado Componga, cante y gane (1982).

Compitió con la canción Mi barrio, composición que fue regrabada en 2013 bajo el nombre de Condoto por la agrupación ChocQuibTown. Sin duda, el concurso fue una plataforma para darse a conocer y le abrió paso a lo que sería el inicio de su carrera musical.

La música y la actuación: sus dos pasiones

Su primera participación musical se dio en 1987 junto al Grupo Camagüey. Era el vocalista junto a César Mora, cantante y actor de novelas como Los Victorinos y Betty la fea, y un amigo que Camacho define como esos “puentes que le ayudaron a subir la loma de la vida”. Fue en un viaje de una presentación del grupo que Camacho le compartió a Mora su interés por incursionar en la actuación. “Sabía que lo podía hacer bien, y por eso le comenté”, cuenta. En ese momento César estaba grabando Romeo y buseta y Hansel aprovechaba las grabaciones para darse a conocer.

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Su primer pinito en la actuación fue Azúcar (1989) de Carlos Mayolo. Su personaje era Lucio. “Para construir a Lucio soñaba con mi abuelo Adriano Santos. Era un negro de 1,90 m de estatura. Lucio era la esencia de mi abuelo”. Con este personaje logró explotar su talento como compositor y cantante, ya que durante la serie escribió 35 canciones que se escucharon en varios capítulos. De esta producción resultaron, para Hansel Camacho, dos Premios Simón Bolívar de Televisión (1990), uno como Mejor actor revelación del año y otro como Mejor música de seriado.

El camino de la actuación prosperó y, al día de hoy, Camacho ha participado en propuestas televisivas como Oye bonita, La sucursal del cielo, La potra Zaina y La hija del Mariachi, pero también en la pantalla grande con películas como Perro come perro.

Nunca dejó la música de lado. Conforme actuaba, continuaba componiendo y cantando. Luego de haber formado parte del Grupo Changó (1988) lanzó su primer trabajo musical en compañía de Pacho García, en 1990. Dos años después, junto al sello discográfico FM, publicó el álbum Verdades. Allí están canciones como Eres, 500 años después y Verdades. Esta última, que en palabras del autor, “fue una canción que trascendió la salsa”. La inspiración para escribir el éxito que al día de hoy sigue sonando en varias regiones del país fue “expresar que la única forma correcta de vida es tener verdad en lo que uno dice y hace. Solo así lograremos ser trascendentes”.

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Con Verdades llegó a la cúspide, y allí se mantuvo con temas como América Latina, composición en la que narra la lucha de nuestro continente por encontrar su verdadera identidad, o canciones como Homenaje a San Pacho, que caló en el gusto musical de Chocó y que, con el paso de los años, se ha convertido en el himno de las fiestas franciscanas de su natal Quibdó. “Nunca me he desprendido de Chocó, me convencí de cantarles al amor y a mi tierra como mi única verdad”.

Se considera a sí mismo como un compositor incansable. A sus 65 años, todos los días, se sienta frente a un cuaderno a escribir. En su casa tiene un baúl donde guarda lo que va creando, esperando algún día poder llevar esas composiciones a la realidad en su recinto sagrado: el estudio de grabación.

Una de esas composiciones más recientes fue Necesito un abrazo. La canción es “una coincidencia hermosa de la vida”, ya que su letra la han relacionado con la situación frente a la pandemia por el COVID-19 que se ha vivido en el último año, pero realmente fue escrita por Hansel Camacho mucho antes. Para el artista, el tema es un mensaje para encontrarnos y afrontar lo duro de esta situación.

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Con 30 años mal contados de carrera artística se siente satisfecho y agradecido, pues incluso el sueño de ser futbolista lo vive hoy a través de su hijo David, que es jugador de La Equidad. Además, comparte la vena artística con sus otros hijos. Mario es actor e incursiona en el canto; Belinda es pintora y Jefferson, periodista.

Se sigue planteando nuevos retos musicales y actorales. Se propuso cumplir el sueño de escribir libretos para televisión y cine, y tiene en mente una historia sobre el Pacífico y sus raíces. En la música ha podido inspirarse en situaciones difíciles. Recientemente, escribió un tema que, aunque alegre, guarda la nostalgia de aquel que ha perdido a un amigo. Cuando salga piensa dedicarlo a varios amigos que se ha llevado el coronavirus.

* De la Fundación Color de Colombia.

Por Valeskha De La Hoz*

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