Historias contadas por cantantes

Ignacio García está a cargo de 19 participantes que desde este mes se preparan para formar parte del elenco de las obras ‘Black el payaso’ y ‘Pagliacci,’ que serán presentadas en noviembre, en Bogotá.

¿Qué lo entusiasmó a dictar el taller en Colombia?

El proyecto en el Teatro Colón. Es un escenario que tiene historia y tradición en un país con talentos musicales. Me entusiasma poner en marcha un nuevo proyecto lírico de zarzuela. Además, quisimos establecer vínculos entre teatros españoles y la nueva vida del Teatro Colón.

 ¿Cómo ha encontrado el talento colombiano en este campo del teatro?

Hay gran material musical y vocal. Además del entusiasmo que tienen los participantes.

 ¿Qué aspiraciones tiene con estos talleres?

Es la primera parte de un proceso que culminará con un espectáculo a finales del año. La intención es que el reparto sea de artistas colombianos, así que vine para conocer el talento, pero también para que los cantantes conozcan mi metodología.

 ¿En qué se basa esa metodología?

En la verdad. En la capacidad del trabajo para entender las emociones, deseos e impulsos que hay en la partitura.

 ¿Cuáles fueron los criterios de selección de los participantes?

Nos basamos en la experiencia y en la adecuación de los perfiles y voces que necesitamos para la obra final.

 ¿Por qué Black el Payaso de Pablo Sorozábal y Pagliacci de Ruggero Leoncavallo fueron escogidas como obras finales?

Son una zarzuela y una ópera para intentar abordar el campo lírico de manera plural.

 ¿Por qué presentar las dos obras simultáneamente?

Son un homenaje a la profesión teatral y a la gente que se dedica hacer felices a los demás por medio de este arte.

 ¿En qué momento de su vida descubre esta pasión?

Desde niño me gustaba la música clásica. Estudié clarinete y después me desvié al teatro y me especialicé en dirección de escena. Dirigir espectáculos líricos por el mundo es un sueño porque me permite conocer diferentes realidades artísticas.

 Ganó un premio para directores jóvenes, ¿Cómo fue este concurso?

Era sobre ‘El pequeño deshollinador’, una obra de Benjamin Britten. El premio era un contrato para el Teatro Real de Madrid.

 ¿Cómo fue la preparación?

Había que preparar una propuesta escénica y el montaje. Ese concurso me abrió la puerta de muchos teatros que han sido importantes para mi carrera.

 ¿Qué es lo más importante para un director de escena?

El respeto por el trabajo de los demás. Afecto por el talento y la capacidad de entusiasmar a las personas para hacerlas soñar con las ideas que uno tiene.

¿Cuál ha sido la obra más difícil de dirigir?

Las grandes óperas con mucha gente son un reto, pero también es difícil hacer teatro de cámara. Tanto el teatro como la ópera plantean retos distintos cada vez que uno los enfrenta.

 ¿Qué le apasiona del canto lírico?

La capacidad de contar cosas sobre el espíritu humano que no se pueden contar de otra manera.

 ¿Por qué?

Porque la música conmueve fibras del alma humana que ningún otro arte puede tocar.

 ¿Qué pasó con su faceta como actor de teatro?

Fue una experiencia formativa.

 ¿A qué se debe su inclinación por la zarzuela?

Me motiva un sentimiento de orgullo y respeto por el patrimonio que nos pertenece. Tiene un origen popular en España y me hace sentir mis raíces y transmitir lo que soy como ser humano y como parte del pueblo.

 ¿Qué tanta prevalencia tiene el oficio de cantante lírico hoy en día?

Hay una afición de muchos países hacia los cantantes líricos y creo que estamos en un buen momento formativo para ver historias contadas por cantantes.

 ¿Cuál es su fórmula para transmitir sus conocimientos en los talleres?

Pasión, convicción y fe.

 ¿En algún momento pensó en hacer algo distinto al teatro lírico?

Sí. En momentos de cansancio y agotamiento por la dificultad del propio sistema, llegué a pensar que no valía la pena dedicarme a esto.

 ¿Tiene algún otro proyecto en Colombia?

Me gustaría hacer proyectos en los que el talento nacional pudiera desarrollarse al máximo en lo teatral y musical.

Ignacio García está a cargo de 19 participantes que desde este mes se preparan para formar parte del elenco de las obras ‘Black el payaso’ y ‘Pagliacci,’ que serán presentadas en noviembre, en Bogotá.

¿Qué lo entusiasmó a dictar el taller en Colombia?

El proyecto en el Teatro Colón. Es un escenario que tiene historia y tradición en un país con talentos musicales. Me entusiasma poner en marcha un nuevo proyecto lírico de zarzuela. Además, quisimos establecer vínculos entre teatros españoles y la nueva vida del Teatro Colón.

 ¿Cómo ha encontrado el talento colombiano en este campo del teatro?

Hay gran material musical y vocal. Además del entusiasmo que tienen los participantes.

 ¿Qué aspiraciones tiene con estos talleres?

Es la primera parte de un proceso que culminará con un espectáculo a finales del año. La intención es que el reparto sea de artistas colombianos, así que vine para conocer el talento, pero también para que los cantantes conozcan mi metodología.

 ¿En qué se basa esa metodología?

En la verdad. En la capacidad del trabajo para entender las emociones, deseos e impulsos que hay en la partitura.

 ¿Cuáles fueron los criterios de selección de los participantes?

Nos basamos en la experiencia y en la adecuación de los perfiles y voces que necesitamos para la obra final.

 ¿Por qué Black el Payaso de Pablo Sorozábal y Pagliacci de Ruggero Leoncavallo fueron escogidas como obras finales?

Son una zarzuela y una ópera para intentar abordar el campo lírico de manera plural.

 ¿Por qué presentar las dos obras simultáneamente?

Son un homenaje a la profesión teatral y a la gente que se dedica hacer felices a los demás por medio de este arte.

 ¿En qué momento de su vida descubre esta pasión?

Desde niño me gustaba la música clásica. Estudié clarinete y después me desvié al teatro y me especialicé en dirección de escena. Dirigir espectáculos líricos por el mundo es un sueño porque me permite conocer diferentes realidades artísticas.

 Ganó un premio para directores jóvenes, ¿Cómo fue este concurso?

Era sobre ‘El pequeño deshollinador’, una obra de Benjamin Britten. El premio era un contrato para el Teatro Real de Madrid.

 ¿Cómo fue la preparación?

Había que preparar una propuesta escénica y el montaje. Ese concurso me abrió la puerta de muchos teatros que han sido importantes para mi carrera.

 ¿Qué es lo más importante para un director de escena?

El respeto por el trabajo de los demás. Afecto por el talento y la capacidad de entusiasmar a las personas para hacerlas soñar con las ideas que uno tiene.

¿Cuál ha sido la obra más difícil de dirigir?

Las grandes óperas con mucha gente son un reto, pero también es difícil hacer teatro de cámara. Tanto el teatro como la ópera plantean retos distintos cada vez que uno los enfrenta.

 ¿Qué le apasiona del canto lírico?

La capacidad de contar cosas sobre el espíritu humano que no se pueden contar de otra manera.

 ¿Por qué?

Porque la música conmueve fibras del alma humana que ningún otro arte puede tocar.

 ¿Qué pasó con su faceta como actor de teatro?

Fue una experiencia formativa.

 ¿A qué se debe su inclinación por la zarzuela?

Me motiva un sentimiento de orgullo y respeto por el patrimonio que nos pertenece. Tiene un origen popular en España y me hace sentir mis raíces y transmitir lo que soy como ser humano y como parte del pueblo.

 ¿Qué tanta prevalencia tiene el oficio de cantante lírico hoy en día?

Hay una afición de muchos países hacia los cantantes líricos y creo que estamos en un buen momento formativo para ver historias contadas por cantantes.

 ¿Cuál es su fórmula para transmitir sus conocimientos en los talleres?

Pasión, convicción y fe.

 ¿En algún momento pensó en hacer algo distinto al teatro lírico?

Sí. En momentos de cansancio y agotamiento por la dificultad del propio sistema, llegué a pensar que no valía la pena dedicarme a esto.

 ¿Tiene algún otro proyecto en Colombia?

Me gustaría hacer proyectos en los que el talento nacional pudiera desarrollarse al máximo en lo teatral y musical.