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Jorge Enrique Pulido, la voz de la denuncia

Después de recibir cuatro impactos de bala propinados por dos sicarios del cartel de Medellín, fue trasladado a la Clínica San Pedro Claver, en donde murió después de 10 días de luchar por su vida.

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María Alejandra Moreno
08 de noviembre de 2014 - 02:53 a. m.
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“No soy capaz de respirar”. Esas fueron las últimas palabras que Jorge Enrique Pulido escribió en una fórmula médica mientras estaba en la unidad de cuidados intensivos de la Clínica San Pedro Claver, luego de 10 días de intensa lucha por seguir viviendo. Murió siendo una víctima más de la mano criminal del narcotráfico.

Con su muerte aumentaba la lista de periodistas asesinados por el cartel de Medellín. Ya habían caído Guillermo Cano Isaza, director de El Espectador; Héctor Giraldo Gálvez, abogado de la familia Cano y José Wenceslao, director del periódico El Tabloide. Todos habían arremetido contra el narcotráfico y luchado por la defensa de los derechos humanos.

En su programa Canal Abierto, Jorge Enrique Pulido denunció también temas del narcotráfico. Por eso sus familiares y colegas no dudaron respecto a quiénes estaban detrás del atentado. “Era claro de dónde provenían las balas. Quien se interpusiera en el camino de los narcotraficantes pagaba con su vida. Pulido denunció con firmeza las atrocidades de la mafia”, rememora el periodista Edulfo Peña.

Por esta razón en el mes de mayo de 1984 entrevistó a Raquel de Lara, madre del asesinado ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, y la destacó como “un símbolo de valor y de templanza en la lucha contra el narcotráfico”. También hizo un programa, Galán vive, en el que arremetió contra el cartel de Medellín. Producciones que firmaron su sentencia de muerte.

El domingo 29 de octubre, a la 1:45 de la tarde, después de finalizar la emisión del Noticiero Mundo Visión a las afueras de los estudios de Inravisión, en el barrio San Diego de Bogotá, Pulido se dirigió en su vehículo con la presentadora María Jimena Godoy hacia su programadora. A la altura de la calle 23 con carrera 9ª, mientras esperaban el cambio del semáforo, dos sicarios que se movilizaban en una moto Yamaha roja le dispararon sin piedad.

Fue una noticia que impactó al país. “Cómo era posible que en Colombia no se pudiera informar. Él era un hombre humanitario y bondadoso, virtudes que lo llevaron siempre a denunciar las injusticias que veía. Era fanático de la radio. La investigación y la disciplina eran su filosofía. Siempre estaba leyendo y Todelar le dio alas a sus sueños”, recuerda María Victoria Torres, su esposa.

En Todelar, su primera casa periodística, mostró su habilidad para conseguir noticias. Así lo recuerda Édgar Artunduaga, actual director de la cadena Todelar, al señalar que Pulido siempre tenía la “chiva”. “Yo era un periodista de provincia y siempre lo escuchaba. Él tenía una voz prodigiosa y una capacidad única de resumir las noticias, de encantar al oyente. Lo admiraba y quería seguir sus pasos”.

Fue tanto su amor por el periodismo que se ganó una beca para estudiar en Alemania, donde aprendió los secretos de la radio. También tenía habilidades de empresario y por eso creó, en 1979, la programadora que llevaba su nombre, desde la cual realizó producciones con contenidos de denuncia social que hicieron públicos episodios de narcotráfico y corrupción. Las amenazas no se hicieron esperar, tanto que pusieron una bomba en su programadora, una señal clara de que estaba ahondando en temas que al narcotráfico no le agradaban. “Le dije: Pulido, tenga cuidado con sus denuncias, no más, pare esos temas; pero él estaba comprometido con el país, sabía que el narcotráfico era un cáncer nefasto para la sociedad y debía seguir en su lucha”, recalca Edulfo Peña, hoy editor político del diario El Tiempo.

El desenlace fue la tragedia. El 8 de noviembre de 1989, a las 2:15 de la tarde, el cuerpo médico de la clínica San Pedro Claver anunció su deceso por “una insuficiencia respiratoria severa y secundaria a los graves traumatismos que recibió como consecuencia de las heridas causadas por el atentado”.

El hecho se convirtió en otro duro golpe para el país, el periodismo y la libertad de expresión en medio de una cruenta guerra declarada por los capos del narcotráfico. “No sé cómo Colombia logró resistir tanto dolor. Sólo espero que su muerte haya servido de algo y que podamos estar en paz. Porque, como familia, fue terrible la noticia, fueron días muy tristes”, dice María Victoria Torres.

Hoy, al cumplirse 25 años del asesinato de Jorge Enrique Pulido, el Centro de Memoria Paz y Reconciliación, en compañía de periodistas, hace un homenaje a la memoria de los colegas que murieron ejerciendo su profesión.

Según datos de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), entre 1977 y 2014 han muerto 142 periodistas y 67 de las investigaciones que se llevan a cabo por estos asesinatos han prescrito. Con estas cifras tan alarmantes, no sólo en Colombia sino en el mundo, la Organización de Naciones Unidas declaró el 2 de noviembre como día internacional para ponerle fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas, iniciativa histórica que permite reclamar justicia.

En la investigación del caso de Jorge Enrique Pulido se vinculó al capo Pablo Emilio Escobar, pero por falta de pruebas y más adelante por su muerte, la Fiscalía Regional decretó la extinción de la acción penal contra el capo en este proceso y quedó en la impunidad.

Hoy sólo quedan los recuerdos de los momentos compartidos. “Sin duda alguna fue mi gran amigo, mi confidente y parte de lo que soy me lo enseñó Jorge Enrique. Él leyó mi primera cuartilla y me transmitió la pasión por el periodismo, y se lo agradezco. Fue un gran periodista y excelente investigador. Su legado a todos es inmenso. Sólo espero que los crímenes contra periodistas no queden en la impunidad”, concluye Edulfo Peña.

Esa vez, él fue la noticia. El país estaba conmocionado y en el mundo presenciaba algo histórico: la caída del muro de Berlín. Cuánto le hubiera gustado transmitir esa noticia dice su hija Lina Pulido “recuerdo que cuando nos enteramos de la noticia estábamos en Puerto Rico con mamá. De inmediato viajamos a Colombia y estaba ahí en el cortejo fúnebre cuando caminábamos por una larga avenida (la calle 26) hacia el cementerio central, con cientos de personas conmovidas que lanzaban claveles y rosas rojas despidiendo a Jorge Enrique Pulido”.

 

mmorenot@elespectador.com

@mariaalemoreno

Por María Alejandra Moreno

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