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¿Qué cree que estuviera haciendo si hubiera continuado su carrera como politóloga?
Trabajaría en una ONG que promoviera políticas para las víctimas del conflicto armado.
¿Por qué esa carrera?
Siempre me incliné hacia las humanidades y, estando en el colegio, revisé el pénsum de Ciencia Política y me llamó la atención. Abarcaba varias áreas que a nivel académico me interesaban.
¿Ya se alejó totalmente de ella o piensa retomarla?
Mi idea es terminarla, sólo que el día a día que ahora tengo no me lo permite.
¿De qué lugar se siente? Nació en Barranquilla, ahora está en Bogotá y ha vivido en muchas partes del país…
Tengo un cariño muy especial por el Pacífico, pues fue allí donde viví en mi infancia. Tomo lo mejor de cada región y con eso me quedo.
¿Cómo fue la experiencia de vivir en guarniciones militares, por el oficio de su padre?
Es la vida de infancia más sana que puedes tener. Estás rodeado de amigos y con mucha seguridad. Tuve la fortuna de tener esa niñez que ya casi no se ve, jugar muchísimo, montar en bicicleta todo el día. Y no había una diferencia social tan marcada. Compartía el colegio con el hijo de la señora del aseo, hasta con el del comandante de la base.
¿Qué mirada tiene de la televisión que se hace en el país?
Si bien se realizan producciones que desde lo técnico son muy competitivas y de buena calidad, tal vez falta mejorar los contenidos y horarios de emisión para que se visibilicen más.
¿Y desde su rol como presentadora cómo se siente dentro de ese medio?
Aunque sea un programa de entretenimiento y más light, busco enviar un mensaje positivo, que tenga un contenido de valores, pues más que nada es una responsabilidad.
¿Qué es lo más importante que le ha permitido ese mundo?
Llegar a muchísima gente y ser vocera de muchas campañas positivas. La fama no es para alimentar el ego, porque no se trata de que todo el mundo en la calle te reconozca para vanagloriarte, sino aprovechar eso en bien de la sociedad.
¿Qué definitivamente no haría si se lo propusieran?
Toco madera, pero por principios no me desnudaría. Me lo han propuesto, pero no va mucho conmigo y tampoco cualquier cosa que vaya en contra de mis valores.
¿Cómo era la vida de Linda Palma antes y después de llegar a las pantallas?
Disfrutaba caminar mucho por la calle y sentarme en una esquina a comerme un perro caliente. Ahora tiene ciertos límites porque la gente tiene los ojos puestos en ti, ante cualquier cosa que hagas.
¿Qué la enamora?
Que la gente sea sincera, que tenga respeto por los demás.
¿Qué le indigna?
La gente prepotente y abusiva. También los fantoches, me fastidian mucho.
¿Qué proyectos tiene?
Laboralmente, continuar en la televisión y tener un programa dirigido por mí, de entrevistas. En lo personal, viajar, tener hijos y una familia. Pero por ahora el foco es lo laboral.
¿Qué ingrediente le pondrá a esta edición de ‘La voz’?
Mucha energía.